Kiko Rivera calla…y hace callar: el pacto que nadie puede romper tras su separación de Irene Rosales
Kiko Rivera e Irene Rosales se han separado tras once años de relación y dos hijas en común
El DJ no descarta una reconciliación, aunque Irene parece firme en su decisión
Ambos priorizan el bienestar de sus hijas, manteniendo la cordialidad mientras Kiko se adapta a su nueva vida en solitario


Han pasado tres semanas desde que se conociera la separación entre Kiko Rivera e Irene Rosales, una noticia que puso fin a once años de relación marcada por momentos de amor, crisis y, sobre todo, por la llegada de dos hijas en común. Desde entonces, ninguno de los protagonistas ha querido pronunciarse públicamente en medios de comunicación, aunque sí se han producido algunos gestos que revelan cómo están viviendo este proceso.
El DJ, que en otras ocasiones no ha dudado en hablar de su vida privada, ha sorprendido con una decisión firme: ha pedido a todo su entorno que guarde silencio. Según ha revelado una persona muy cercana a él, Kiko ha insistido en que ninguno de sus amigos ni colaboradores hable con los periodistas. «Incluso Fran, su representante, cumple con este pacto de silencio», confirman. Con esta postura, Rivera deja claro que no quiere sacar beneficio económico de su situación personal, algo poco habitual en la familia Pantoja, acostumbrada a que sus conflictos acaben convertidos en espectáculo mediático.
Kiko Rivera en Sevilla. (Foto: Gtres)
Pese a su aparente firmeza, desde su entorno aseguran que Kiko aún no descarta una reconciliación con Irene. Aunque en sus redes sociales se muestra convencido de que comienza una nueva etapa en su vida, con un discurso lleno de esperanza y optimismo, en privado confiesa que estaría dispuesto a retomar la relación si ella también lo quisiera. Sin embargo, parece que Irene no tiene la misma disposición. Una amiga cercana, compañera de gimnasio de la ex colaboradora de Fiesta, lo explicó con crudeza: «Irene se ha quitado un peso de encima, ese hombre es muy difícil de llevar y ella ha aguantado lo indecible. En su matrimonio había más amarguras que alegrías. Cuando murieron sus padres se vino abajo y no encontró en su marido el apoyo que necesitaba. La relación llevaba rota desde hacía tiempo y la separación solo ha sido la confirmación de algo inevitable».
Aun así, tanto Kiko como Irene han demostrado una gran madurez en un punto esencial: la crianza de sus hijas. Los dos han dejado claro que lo primero es proteger a las pequeñas y que, a pesar de la ruptura, seguirán respetándose y colaborando en todo lo que tenga que ver con ellas. De hecho, continúan realizando algunos planes familiares para que las niñas no noten en exceso el cambio, aunque cada vez pasan más momentos por separado con cada progenitor. Para facilitar esta nueva organización, Kiko se ha comprado un chalet en Mairena del Aljarafe, a tan solo seis kilómetros de la casa donde vivía con Irene en Castilleja de la Cuesta. La cercanía le permite seguir muy presente en la vida de las menores y ofrecerles una transición menos brusca.
Así conocimos la ruptura de Kiko Rivera e Irene Rosales
Fue el propio Kiko Rivera quien quiso confirmar públicamente la noticia de la separación con un mensaje en sus redes sociales en el que dejó ver un tono mucho más sereno del que en otras ocasiones había mostrado. «Después de 11 años de relación y dos hijas en común, mi mujer y yo hemos decidido separar nuestros caminos. No es fácil. Nunca lo es. Tomar la decisión correcta a veces es lo más difícil, pero también lo más necesario. Lo hacemos con respeto, con gratitud y con la certeza de que lo más importante seguirán siendo nuestras niñas. Ellas son la mayor prueba del amor que hubo y seguirán siendo el motor que nos una de por vida», escribió.
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En publicaciones posteriores, el DJ habló de la madurez que le supone aceptar esta nueva etapa y de cómo, aunque lo vivido queda en el corazón, lo que viene puede ser «más sano, más real y más honesto». Con sus palabras quiso dejar claro que no piensa recaer en errores del pasado ni en las adicciones que marcaron parte de su juventud. Aun así, reconoció que no está siendo fácil para él adaptarse a la soledad. En un directo con sus seguidores confesó: «No estoy al 100%. Todo necesita su tiempo. Necesito empezar a entretenerme en estos momentos de soledad. Hay un silencio aquí que hay que acostumbrarse… Se me cae la casa encima, la verdad».
Estas declaraciones, tan sinceras como poco habituales en él, muestran que, aunque intente mostrarse fuerte, el proceso está siendo complicado. Con todo, Kiko parece decidido a afrontar esta ruptura con discreción y respeto, apoyado en sus hijas y en sus proyectos profesionales, y sin dar un solo paso que pueda convertir su dolor en espectáculo. Irene, por su parte, sigue firme en su decisión y centrada en rehacer su vida lejos de los focos. El tiempo dirá si este pacto de silencio se mantiene, pero de momento, ambos parecen haber elegido el camino más prudente para proteger lo único que verdaderamente importa: la familia que formaron juntos.