Jackie, Nancy, Hillary, Michelle, Melania, así fueron las primeras damas más icónicas de Estados Unidos
La crónica social estadounidense tiene en sus primeras damas un caldo de cultivo fantástico porque estas, a diferencia de España, tienen un lugar muy destacado dentro del día a día de los mandatos de sus respectivos esposos. Ciertamente, no todas han sido tan populares, de hecho algunas han pasado sin pena ni gloria. Otras han sido víctimas de escándalos por las infidelidades de su marido como Hillary, otra, Jackie, fue la única en quedarse viuda estando su marido en el cargo, otras han sido «peleonas» políticamente hablando Michelle o incluso la citada Hillary que llegó a presentarse como candidata a la presidencia de los Estados Unidos.
Unas más conservadoras, otras más liberales, pero algunas, inolvidables por su estilo, elegancia, por lo que dejaron en su legado o porque representaron todo un estilo de vida a imitar como una reina europea.
Jackeline Kennedy, elegancia y estilo
El matrimonio Kennedy con sus hijos en 1963 en su residencia de verano en Hyannis Port. (Foto: 1963).
Es probablemente la más famosa de todas las primeras damas que el país norteamericano ha tenido. Dueña de un halo de misterio, poseedora de una grandísima elegancia, fue un auténtico icono de moda de su época. Nacida en una familia de clase alta, estaba claramente «diseñada» para «reinar» de una manera o de otra y así lo hizo en un país que no tiene monarquía pero que suele adorar a las primeras damas como si de reinas se tratara.
Periodista de profesión, su historia de amor con John F.Kennedy parecía un guion de cine. Guapos, jóvenes, deportistas, elegantes, llenos de glamour y una vida aparentemente perfecta. Su sueño se truncó de la manera más trágica con el asesinato de su marido en Dallas y, lo peor de todo, estando ella en sus brazos. La foto de ella con su vestido rosa manchado de sangre ha pasado a la historia.
Jackie era considerada la novia de América aunque América nunca le perdonó que, tras enviudar, se casara con Aristóteles Onassis. Pasó de ser la viuda más admirada a ser repudiada, como si no tuviera derecho a continuar con su vida. A los americanos les costó digerir que se casara con un millonario que consideraban advenedizo, mucho money pero poco pedigrí. Aunque pareció tener una vida de ensueño, lo cierto es que no fue del todo así. La felicidad quizás no fuera la cualidad que mejor la representó a pesar de ser la mujer más deseada del planeta mientras fue primera dama, pero sí fue un absoluto y rotundo icono de elegancia y de old money. Su segundo matrimonio no duro mucho y terminó divorciándose de Onassis. Murió en 1994 a los 65 años de un cáncer.
Nancy Reagan, la Ángela Channing de la Casa Blanca
Nancy Reagan en la Casa Blanca en 1989. (Foto: Gtres).
Representó como nadie la figura de la mujer «ejemplarmente conservadora» de América. Había sido actriz en su juventud llegando incluso a estar en la lista negra de actores en la época del Macarthismo del que salió, precisamente gracias a la ayuda de Ronald, entonces un compañero de la industria puesto que él también era actor.
Antes de ser primera dama de Estados Unidos, lo fue de California, un estado de enorme influencia. Cuando llegó en 1981 el mundo pasaba una etapa convulsa, políticamente hablando, con Europa dando los últimos coletazos dividida en dos y que finalizaría con la caída del Muro de Berlín en 1989, 10 meses después de dejar ella la Casa Blanca.
A pesar de su juventud liberal, Nancy representó a la perfección el papel de mujer entregada a su marido de manera tradicional. Y no debía de ser una pose a tenor de todos los que escribieron de ella y la magnífica relación de amor y respeto hacia él. Sin embargo, detrás de esa imagen de tierna y delicada ama de casa y feliz madre y esposa había una mujer de fuerte carácter y gran influencia en su marido. Las relaciones con sus hijos no fueron en absoluto ejemplares. Fue apodada la Reina Nancy de manera despectiva por el pueblo por su afición a gastar dinero público en compras para la Casa Blanca, reformas y, sobre todo, sus espectaculares trajes de alta costura, especialmente de Óscar de la Renta, su diseñador fetiche. Su frase más icónica, a la par que maravillosamente frívola, fue: «La Casa Blanca necesita desesperadamente una vajilla nueva».
En esa época se puso muy de moda la serie Falcon Crest, una serie protagonizada, curiosamente, por la primera esposa de su marido, Jane Wyman. El estilo de las dos mujeres en el peinado y vestuario era tan parecido que muchos maliciosamente la apodaron la Ángela Channing de la Casa Blanca. Murió en 2004 a los 94 años.
Hillary Clinton, la intelectual…y cornuda
Hillary Clinton en 2001. (Foto: Gtres).
Hillary pasará, muy a su pesar, a los anales de la historia de las primeras damas por haber sido humillada por los cuernos que su marido Bill le puso con una de las becarias de la Casa Blanca, Mónica Lewinsky. El escándalo fue tal que el presidente fue sometido a un impeachment, algo muy poco usual en la democracia norteamericana.
Todo el mundo daba por sentado que daría un «golpe en la mesa» y se separaría de su marido. Sin embargo, jamás lo hizo. No sólo lo perdonó sino que pareció incluso defenderlo, un hecho que hizo que el pueblo la tachara de mujer con poca dignidad y tremendamente ambiciosa.
Hillary tenía (y tiene) una brillante carrera como abogada y la figura de «florero» jamás fue con ella y así lo dejó claro durante los dos mandatos de su marido. Terminó presentándose a la presidencia de los Estados Unidos siendo derrotada por Donald Trump en 2016. Pero antes de eso fue senadora y logró ser Secretaria de Estado de Estados Unidos, es decir, la máxima responsable de la política exterior del país. Sigue casada con su marido y es una feliz abuela. Dejó una maravillosa moraleja a las mujeres: por muy brillante que seas en tu carrera profesional, tu marido te puede poner los cuernos con la becaria.
Michelle Obama: welcome wokismo
Michelle Obama en la Casa Blanca en las navidades de 2009. (Foto: Gtres).
Michelle Obama fue la primera dama estadounidense de color, como su marido. Dotada de una gran personalidad y una brillante carrera como abogada a sus espaldas, su «reinado» como primera dama (dos veces) puede considerarse como paralelo a su esposo ya que lideró diversas causas, entre ellas un estilo de vida saludable, llegando a plantar un famoso huerto en la Casa Blanca.
Madre de dos hijas que eran muy pequeñas cuando llegó a la Casa Blanca, Michelle demostró enseguida que tenía ideas propias y que separaba perfectamente su vida dentro de la mansión de Pennsylvania Avenue entre lo público y lo privado haciendo reformas dentro de la mansión y convirtiendo el ala familiar en un auténtico hogar adonde se llevó a vivir a sus padres para que se encargaran del cuidado de sus hijas, mientras ella ejercía de primera dama. Otra cosa que caracterizó su «reinado» y quizás porque es de raza negra, fue abrazar con la fe del converso el wokismo que hoy reina en Occidente.
Aunque se especuló mucho con la idea de que se presentaría en algún momento a las elecciones, nunca lo hizo. Actualmente sigue casada con Barak y ejerce la profesión de abogada, escritora millonaria y feliz esposa y madre.
Melania Trump, la eslovena que llegó del frío y llena de misterio
Melania Trump en 2020. (foto: Gtres).
Es la nueva primera dama desde este lunes 20 de enero y repite cargo. Su origen esloveno cumple a rajatabla con la imagen de «mujer fría» que suelen tener las mujeres del este de Europa educadas en el comunismo. Modelo de profesión, es quizás la primera dama de Estados Unidos menos conocida.
Poco dada a hablar y a dar entrevistas, tampoco ha liderado grandes causas. No parece estar demasiado interesada en estar en el poder, sino en sus lujosas casas y viviendo la grandiosa vida de multimillonaria que tiene gracias a su matrimonio con Donald. Si en algo se a puede tachar de ambición es en tener el mejor vestidor de América. Salvo una vez que se posicionó a favor de Israel, nunca ha dicho nada sobre qué piensa.
Sí ha mostrado una faceta íntima al público en su papel como madre al que ha estado totalmente entregada en su único hijo Barron que tiene ahora 19 años pero que era un niño cuando fue el primer mandato de Trump.
Llamó muchísimo la atención que no se mudara a la Casa Blanca hasta meses más tarde de la investidura de su marido. Ella se defendió arguyendo que no quería interrumpir el curso escolar de su hijo que vivía en Nueva York. Un argumento que no dejó de tener gracia habida cuenta de que si alguien en Estados Unidos que puede tener fácil trasladar su expediente escolar es el hijo del presidente.
Su papel ha sido sobre todo muy relevante en moda ya que sus estilismos, además de ser siempre maravillosos, son siempre de alta costura y elevado coste que no parece cargar a las arcas públicas. Tiene cara de estar siempre aburrida en el cargo que tiene que ocupar por deseo de su marido y, a pesar de que todos aseguraron que se separaría cuando Trump dejara la presidencia, no sólo no lo hizo entonces, sino que tampoco lo ha hecho cuando su marido se presentó a las primarias para volver a ser presidente. Así que mucho no le debe de disgustar la Casa Blanca ni ser primera dama aunque su cara diga lo contrario. Jamás ha conseguido dominar el inglés.