Ayuso: «Iván Redondo lanzó con sus tertulianos la campaña para decir que yo estaba ida»
Isabel Díaz Ayuso (Madrid, 1978) se presenta ante OKDIARIO relajada, bromeando y echando mano de ese tono castizo personal e intransferible que la ha convertido en la política más famosa de España. Para variar, sigue hablando claro, una de las grandes razones de su éxito. Sin quererlo, porque ella es así, ha dado con ese tono directo que entusiasma a una ciudadanía harta de los eufemismos y de la empalagosa a la par que cursi palabrería de la clase política. En la primera entrevista a un periódico tras su investidura, avanza que se presentará a la Presidencia del PP de Madrid, señala al Rasputín monclovita que comandó la campaña de acoso, injurias y calumnias contra ella y da a entender que el director de Telemadrid, José Pablo López, tiene los días contados. ¡Ah! y, claro está, habla del indultazo de Sánchez a los golpistas del 1-O.
PREGUNTA.- ¿Cómo se siente después de dos años de linchamiento sistemático por parte de Moncloa y de todos los medios de izquierdas? ¿Qué sensación tiene tras haber ganado las elecciones y llegar hasta aquí con una victoria incontestable?
RESPUESTA.- Me siento muy honrada, muy orgullosa y, sobre todo, muy animada. Acabamos ahora mismo de celebrar nuestro primer Consejo de Gobierno y la verdad es que estoy muy contenta, porque más allá de lo vivido, todos sabemos que ha sido muy difícil, no sólo para mí, sino para todos los españoles. Ahora, lo que tenemos por delante es un período en el que vamos a tener un Gobierno muy austero, muy pragmático, de consejeros que tienen gran experiencia en gestión, que saben exactamente lo que es bueno para Madrid y para España en estos momentos difíciles. Y ahora lo que hacemos es encauzar esta nueva etapa con ganas y con las ideas muy claras.
P.- En estos dos años, ¿qué ha sentido cuando decían que estaba ida, jugando con las siglas de su apellido? Bueno, usted es inda: Isabel Natividad Díaz Ayuso. Decían que estaba ida, que era tonta, incluso se han llegado a meter con usted por su aspecto físico.
R.- Yo, afortunadamente, vivo la vida al día y siempre tengo por costumbre empezar cada mañana con las fuerzas del día que empieza. Como si acabara de nacer, y me olvido de aquellas etapas con bastante normalidad. Porque creo que, como es tanto lo que tenemos que resolver, son tantos los desafíos y los problemas, que no te da tiempo. Lo bueno es que el tiempo es limitado y tú tienes que ir colocando tus prioridades: salvar el tema de la pandemia, la economía, propuestas para España, las necesidades de todos los ciudadanos. Cuando llegas a esas otras cuestiones, ya se ha acabado el día.
P.- ¿Qué cuerpo se le quedaba cuando recibía toda esa suerte de insultos, calumnias e injurias repugnantemente machistas. ¿Cómo se aguanta eso?
R.- Por la gente en la calle. Porque en realidad, luego hay dos mundos: el que se crea en torno a la política y el periodismo. Y luego está la gente de la calle. A mí siempre me gusta hacer vida normal y corriente -tampoco voy a ponerme en plan demagoga como Pablo Iglesias- paseando como cualquiera, haciendo las cuestiones normales que hacemos la gente normal. En ese día a día, los ciudadanos, según iba hablando con unos o con otros, me iban trasladando su cariño, su apoyo. Y entonces entendí que, quizás, ése es el termómetro, y no otro, al que tengo que escuchar. Siempre con la esperanza y, sobre todo, con la convicción de que estábamos haciendo las cosas bien; y en los peores momentos seguía cada día peleando. Además, siempre he tenido por costumbre no escuchar mucho las críticas negativas, sobre todo las maliciosas, así he aguantado, porque, insisto, tenía claro que aquí la protagonista no era yo.
P.- Y esa campaña ¿de dónde salía?
R.- La parte de ida ha habido periodistas que me han dicho que de Moncloa, que estaba perfectamente orquestada para intentar agobiarme, acosarme y reducirme en lo personal.
P.- ¿Quién, concretamente, en Moncloa?
R.- Habían dicho que desde el jefe de Gabinete del presidente, el señor Redondo estaba organizando eso. Eso me han dicho. Y luego, ya bajaba en cascada, se lo llevaban a según qué contertulios y por supuesto, al Partido Socialista, pues hasta en el último municipio en Madrid hubo un runrún muy orquestado para intentar acomplejarme.
P.- Y ¿mandaba argumentarios el señor Redondo a los periodistas que estaban en esa campaña?
R.- Por lo visto sí. Lo tenían perfectamente organizado para que esos ataques fueran directamente en lo personal contra mí. Pensaron que siendo mujer sería como las suyas y que me iba a acobardar. Y, afortunadamente, he aprendido a hacer esa lista de prioridades y saber situarlas.
P.- Esa campaña prosigue. ¿Qué opina usted después de lo mal que les ha salido? Porque en lugar de destrozarla, la han encumbrado.
R.- En realidad no lo veo, ni lo leo, ni lo sigo, porque yo no leo cosas sobre mí, porque ya sé lo que ha ocurrido. Suelo leer cosas que opinan otros de otras cuestiones. Me quedo completamente al margen de ellas. Pero si alguna vez las leo o las veo, como es más de lo mismo… Mientras no le afecte a mi familia, que hoy en día tampoco, pues ya poco más se puede hacer. Y si sirve en algún momento para que alguna persona que ha sufrido acoso o alguna persona a la que están acobardando o intentando acomplejar, lo tome como ejemplo y como referencia, sentiré que ha servido. De hecho, más de una mujer, y más de 10 y 30, me dicen a menudo: «Me representas. Tu forma de defender la posición de las mujeres o de resistir me gusta». Y me veo en ello reflejada.
P.- Y su madre, ¿cómo ha vivido toda esta campaña brutal?
R.- Ahora con mucho humor. Al principio le costaba más, porque las enfermedades mentales y ese tipo de acusaciones son muy graves, sobre todo, cuando en nuestro entorno familiar hemos tenido ejemplos cercanos. Pero ella es muy fuerte y a pesar de vivir sola, está siempre conectada, ha sabido darse cuenta también de lo que decía, que hay dos formas de ver esto. La que se intenta trasladar desde la política y la que perciben los ciudadanos en la calle. Y yo le digo que la inmensa mayoría, aparte de cariño, poco más le dicen. Le trasladan a mi madre cariño, satisfacción y orgullo. Y de hecho eso se ha visto reflejado en las urnas. Me acuerdo cuando acabamos de convocar elecciones: nada más convocarlas fui a Xanadú, en Arroyomolinos, a ver la ampliación y reforma del centro comercial. Y fue tan abrumador… Las muestras de cariño tan fuertes, de tantos sectores sociales, de personas tan diferentes, que le dije a mi equipo: «No sé qué ha pasado en Madrid, pero algo está cambiando».
P.- Después de Xanadú. ¿Cuándo fue eso?
R.- Poco después de convocar las eleciones acudí a un evento y según fue pasando la campaña, las muestras de cariño de apoyo y de ilusión por parte de todos los ciudadanos de todas las edades y de toda condición, eran tan fuertes que me di cuenta de que podemos intentar en los medios trasladar una opinión, pero muchas veces los ciudadanos ya no se creen según qué cuestiones. El aparato propagandístico que Moncloa ha erigido en torno al Gobierno va por un lado y los ciudadanos van por otro. Tanto es así que aquellos municipios que pensaban que eran suyos, que les pertenecían, son los primeros que han dado la espalda a las políticas de Sánchez.
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