El Real Madrid tiene un problema muy serio y muy difícil de solucionar. Un problema que afecta directamente a los hombres de Carlo Ancelotti. Ellos son los que más sufren el mal estado de un terreno de juego que ya está siendo renovado por tercera vez en lo que va de temporada. Tras los tres partidos que se han celebrado en el Santiago Bernabéu en el mes de enero, el tapete ha quedado en un estado muy deteriorado. Ahora, se está plantando un nuevo terreno de juego que se estrenará ante el Elche el 15 de febrero, pero desde el club reconocen que salvo sorpresa más pronto que tarde volverán a tener el mismo dilema con el verde. Por lo tanto, sólo les queda armarse de paciencia y mimarlo lo máximo posible.
Tres son los factores que impiden que el césped del Bernabéu luzca como lo ha hecho habitualmente. El primero, la cantidad de polvo que se desprende de las obras. En los días de partido es fácil mancharse simplemente con arrimarse a una pared, algo que se multiplica en el día a día. El segundo se centra en la falta de luz tras la instalación del techo. Entra menos luz solar y cada vez es más complejo utilizar aparatos ultravioletas que lo compensen. Y por último, el tercer problema al que se achaca el mal estado del terreno de juego es a la plancha donde se coloca la hierba y que se utilizará como sistema retráctil cuando se guarde el terreno de juego. Los jardineros creen que no permite que agarre bien sobre el terreno, lo que provoca que en cuanto se jueguen partidos con cierta frecuencia se deteriore.
Con esta situación, el Real Madrid ha decidido renovar de nuevo el césped del estadio Santiago Bernabéu. El día que los blancos se midan al Elche el aspecto del terreno de juego será fantástico. La duda es qué pasará cuando se jueguen dos o tres partidos más. Nadie se atreve a asegurar que no se tenga que volver a renovar, aunque los operarios van a poner todo su esfuerzo en mimar un terreno de juego que está siendo maltratado por culpa de la reforma.
Hay que recordar que el primer césped llegó desde Extremadura y pronto se empezó a poner de color marrón. En un primer momento, se echó la culpa a las altas temperaturas que tuvo que soportar la capital de España en septiembre, pero después se confirmó que estaba enfermo. El segundo llegó de Ávila, de la finca habitual que ha utilizado el Madrid en los últimos años. Pero tampoco ha dado resultado. Ahora, con el tercero, las dudas son notables.