24 de mayo de 2014. Estadio Da Luz de Lisboa. Minuto 92:48 de una final de la Champions que midió a Real Madrid y Atlético. En ese preciso instante Sergio Ramos se convirtió en leyenda y cambió la historia del equipo blanco. Un córner botado por Modric, un cabezazo imposible para Courtois y un gol que forzaba la prórroga. Luego, Bale, Marcelo y Cristiano hicieron los tantos que ponían en ventaja a los madridistas, pero para la eternidad el gol de la Décima será el del camero.
La final de Lisboa pasará a la historia por muchas cosas. La primera que se disputaba entre dos equipos de la misma ciudad. La primera a la que llegaba el Atlético en formato Champions. Una final que forma parte de la leyenda de los derbis por como se desarrolló. Los rojiblancos se adelantaron gracias a un gol de Godín. Iker Casillas no estuvo bien y el uruguayo lo aprovechó con un cabezazo que terminó besando las redes madridistas.
Tras el tanto, el Real Madrid comenzó a asediar la meta defendida por Courtois. Los blancos eran superiores y este dominio fue a más cuando Ancelotti, actual entrenador blanco, decidió dar entrada a Marcelo e Isco. Desde ese momento sólo había un equipo sobre el campo. El Atlético, muy mermado físicamente, aguantaba como buenamente podía. Una resistencia que llegó al minuto 92 de la final. Cuando todo cambió para siempre.
Tras un primer córner sacado en corto que acabó con el balón saliendo por la línea de fondo, Modric volvía a repetir. Al mismo tiempo, Diego Costa miraba a la grada con la sonrisa del que se cree campeón, mientras que el Cebolla Rodríguez, que no había jugado, no quería ni mirar temiéndose lo peor. En el banquillo del Atlético todo estaba preparado celebrar su primera Champions, mientras que en el bando madridista se agarraban a un milagro. Ese que llegó gracias a la cabeza de un jugador que es historia del club de las 13 Copas de Europa. Un centro perfecto, un gran bloqueo de Bale y un salto a la gloria para rematar un balón que terminó dentro.
En ese momento, el Real Madrid empató la final, pero ellos ya se sentían campeones. Florentino Pérez saltaba en el palco, mientras que Casillas, consciente de que su error iba a quedar en una simple anécdota, comenzaba a llorar. Luego, llegó la prórroga y los blancos se desmelenaron para terminar agarrando con las dos manos la ansiada Décima. La Champions de Ramos.