Liga EA Sports: Real Madrid - Sevilla

Modric es inmortal

Un golazo de Modric desatasca al Real Madrid y le da un triunfo ante un ordenado Sevilla que puede valer una Liga

Desastrosa actuación arbitral de Díaz de Mera, que se lesionó, y el VAR, que anuló un gol a Lucas Vázquez y dejó sin pitar un clamoroso penalti sobre Rüdiger

Modric es inmortal. Sabe que está en su último baile en el Real Madrid pero van a tener que sacarle de la pista con los pies por delante. Ante el Sevilla le valió media hora para dar un recital de fútbol, de FÚTBOL con mayúsculas, pases, regates, amagos, controles y lo abrochó con un gol imponente. Pinchó un balón en la frontal y la puso a la escuadra con la maestría del que retuvo lo que tuvo. Su gol dio al Madrid tres puntos trabajados ante un Sevilla ordenado y luchador, que resistió 80 minutos gracias a su trabajo y a un VAR que anuló un gol a Lucas Vázquez y se comió un penalti clamoroso a Rüdiger

Ancelotti está más acostumbrado a las bajas que un vecino del aeropuerto al ruido de los aviones. No hay partido en el que tenga a toda su tropa disponible. Para la batalla ante el Sevilla le faltaban siete soldados: Courtois, Militao, Alaba, Carvajal, Camavinga, Bellingham y Joselu. Así que las ausencias le compusieron el once al entrenador del Real Madrid sin necesidad de elegir. Sólo tuvo que sentar a Modric otra vez en el banquillo aunque eso hace meses que ya no es noticia.

Lunin volvía a ser el portero y así será hasta que regrese Courtois. La zaga era para Lucas, Rüdiger, Nacho y Mendy. Por delante Tchouaméni recuperaba su puesto de mediocentro flanqueado por Kroos y Valverde. Brahim ejercía otra vez de Bellingham para alimentar a la dupla de brasileños, Vinicius y Rodrygo, con el que se abrochaba el once del Real Madrid.

Enfrente el Sevilla de Sergio Ramos. El último gran héroe blanco regresaba al Bernabéu, que le recibió puesto en pie. No se merecía menos el hombre sobre cuyas espaldas se cimentó el Real Madrid de La Décima y las que vinieron después. No se puede explicar la segunda edad de oro del Madrid sin la figura de Sergio Ramos. Más que un defensa, más que un capitán, más que un líder. En lo suyo, un ser superior. Si hay que poner dinero para que le hagan en Valdebebas una estatua ecuestre a lomos de Yucatán, yo pongo.

Recibidos con honores Sergio Ramos e Ilia Topuria, protagonista del saque de honor, arrancó el fútbol en el Bernabéu. Ancelotti dispuso un 4-3-3 con Brahim arrancando como extremo derecha, Vinicius por la izquierda y Rodrygo de nueve. Dominó el Real Madrid de salida y replegó el Sevilla con cinco atrás. Emergió pronto la enorme figura de Sergio Ramos para mostrar un cruce providencial en el área que le rebañó la pelota a Vinicius.

Dominio y sustos

Un minuto después En-Nesyri estuvo cerca del 0-1 al ganarle la espalda a Nacho, más lento que la justicia española, y rematar solo en el segundo palo. Por suerte para el Real Madrid la echó al techo del Bernabéu. No perdonaron los blancos en la primera que tuvieron. Fue una jugada que nació en un robo de balón de Nacho al propio En-Nesyri. La pelota llegó a Vinicius, que asistió a Lucas Vázquez, que remontó con libertad por un hueco enorme entre el centro del área y el carril derecho. El lateral madridista, tras un mal control con el pecho, batió a Nyland.

El VAR revisó la acción de Nacho, tardó una eternidad en advertir al colegiado, que se dirigió a la banda, amonestó a Ancelotti y, de paso, anular el tanto por la falta, leve pero falta, del capitán madridista. No tuvo tanto celo para pitar un penalti obsceno y escandaloso de Bade sobre Rüdiger. El agarrón, penalti como un piano, no fue ni revisado. Lo del doble rasero, ya saben.

Díaz de Mera va al monitor para anular el gol de Lucas Vázquez. (EFE)

Pues nada. Entre pitos y flauta nos dio el minuto 25 así como si tal cosa. El Real Madrid, enfrascado y enfurecido con Díaz de Mera, perdió el hilo del juego. Se defendía con orden y overbooking de jugadores el Sevilla en la mitad de su mediocampo. El colegiado, perdido y con el partido más descontrolado que el patio de una cárcel colombiana, hizo enfadar hasta a Kroos, un hombre que vive a 40 pulsaciones. Amarilla al canto para el alemán.

La tuvo Tchouaméni en el 38 con un disparo en el área tras una buena jugada de Brahim, demasiado infrautilizado por sus compañeros, más de izquierdas que Pablo Iglesias. La siguiente del Real Madrid fue ya en el 46 con un disparo lejano de Fede Valverde que se envenenó y resolvió Nyland con un paradón a una mano. Fue la última ocasión blanca antes de que Díaz de Mera señalara el camino de los vestuarios y se llevara la merecida pitada del Bernabéu.

Volvimos del intermedio sin cambios. Arreció el Real Madrid, que pudo adelantarse por la vía rápida si Fede Valverde hubiera rematado bien un pase magistral de Brahim desde la derecha. El uruguayo remató con la espinilla y se topó con el palo derecho de la meta sevillista. Se animaba el Bernabéu, algo adormilado en la primera mitad y sólo dispuesto a alterarse con el árbitro.

Se lía el Real Madrid

Respondió el Sevilla con una contra a la que no compareció el Real Madrid. La remató a bocajarro Isaac Romero a tres metros de la portería y allí apareció el pie salvador de Lunin al más puro estilo de Casillas con Robben. También la tuvo Rodrygo poco después pero su disparo se fue desviado por poco. Luego Vinicius hizo volar a Nyland. Definitivamente, el partido se había roto y animado. Por fin.

Tocó a rebato el Real Madrid, que sitió el área del Sevilla. El gol parecía cuestión de tiempo. Casi se lo marca Quique Salas en propia meta en el 56 al intentar despejar bajo palos un centro venenoso de Vinicius. Al filo del 60 hubo lesión en el Bernabéu. Se rompió el colegiado Díaz de Mera, que se echó la mano al sóleo, y tuvo que salir a pitar Carlos Fernández, el cuarto árbitro que tenía pinta de ser de la edad de Arda Güler. «¡Que salga Negreira, que salga Negreira!», coreaba el Bernabéu.

Se perdió el tiempo suficiente para hacer pollo al ajillo y volvió el fútbol otra vez en frío. La tuvo Kroos en el 70 con una falta directa que sacó de cabeza Sergio Ramos para evitar males mayores. Dos minutos después por fin se animó Ancelotti a meter a Modric. Lo reclamaba a gritos el partido casi desde el descanso. Quitó a Nacho y metió a Tchouaméni de central, decisión tan acertada como tardía. Respondió Quique con un triple cambio en el Sevilla.

El cambio de Modric dio rápido sus frutos. Fue en el 80 cuando el croata pinchó con magia un balón suelto en la frontal, se acomodó su pierna derecha, la armó y la puso junto al palo derecho. Hizo imposible el vuelo de Nyland. El VAR revisó la posición de Rüdiger, que estaba en fuera de juego en el centro previo, pero como no intervenía en la jugada, no había manera de anularlo sin prevaricar.

Ancelotti, que tenía pensado meter a Güler por Brahim, abortó el cambio después del 1-0. No le faltaba razón porque el partido estaba más para aguantarlo desde la veteranía que para agitarlo desde la juventud. Metió a Ceballos para aguantar la pelota y un resultado que valía oro.

En los minutos finales resistió el Real Madrid asido a un animoso Bernabéu, que vibró hasta el final para empujar a su equipo. Eran tres puntos fundamentales para seguir manteniendo el cómodo colchón de 8 puntos sobre el Barcelona y 9 sobre el Girona (que tiene un partido menos) y la grada lo sabía. Y al final hubo premio: ganó el Madrid con el majestuoso gol de Modric. Porque los genios, como los viejos rockeros, nunca mueren.

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