Parecía imposible pero Mourinho lo ha conseguido. Gareth Bale ha resucitado y ha vuelto a ser Gareth Bale. Increíble pero cierto. Después de que el técnico luso picara al galés, que aún sigue siendo jugador del Real Madrid, a propósito de su bajísimo rendimiento, Bale ha marcado seis goles en los últimos seis partidos. Este domingo, otro doblete decisivo frente al Crystal Palace.
Pasadas las navidades nadie en el Real Madrid daba un duro porque el Tottenham quisiera quedarse con Gareth Bale la próxima temporada. Ahora parecería de locos devolverle al club blanco, con el que el galés tiene contrato hasta junio de la próxima temporada. El Madrid no le quiere (sobre todo si continúa Zidane), Bale no quiere volver y al Tottenham, sobre todo si se mete en Champions, le pueden cuadrar las cuentas para quedarse con el hijo pródigo que volvió a casa para resucitar.
Seis partidos después del reto que lanzó José Mourinho a Gareth Bale por haberse pasado sus primeros cuatro meses desaparecido en el Tottenham, el galés ha demostrado que aún tenía una última carrera (o varias) para volver a ser el jugador diferencial que fue hace años.
Su enorme potencia, su calidad, su precisión y esa zurda tremenda han devuelto a Gareth Bale a lo más alto de la Premier. Han sido seis partidos con seis goles y tres asistencias. Y en las oficinas del Real Madrid se han celebrado todos. Bale vuelve a sonreír y el Madrid más. Es como si se hubiera montado en el DeLorean de Regreso al futuro y hubiera retrocedido a 2013. Es otra vez un caballo percherón.
El tridente espectacular que forma con Harry Kane y el coreano Son es la gran esperanza de Mourinho para que el Tottenham consiga meterse entre los cuatro primeros de la Premier y alcance la Champions. Kane le puso a Bale el primero en bandeja al segundo palo nada más empezar el partido y otra combinación suya con Gareth Bale, que inició la jugada, terminó en el doblete del de Cardiff, esta vez de cabeza.
Y mientras el Tottenham sueña con la Champions el Real Madrid sueña con sacar algo de partido a un Gareth Bale que hace apenas un mes tenía pinta de convertirse en un marrón para el Real Madrid del futuro y que ahora podría ayudar a financiar alguna de las operaciones que el equipo madridista tiene pendientes para reconstruir un equipo que necesita, más que una mano de pintura, un saneamiento total de la plantilla.