“Me gusta más que me llamen halcón que pajarito”. Estas palabras las pronunciaba Fede Valverde el pasado martes en Valdebebas, cuando se celebró un Media Day en el que cientos de periodistas acudieron para ver de cerca a los flamantes finalistas de la Champions. El uruguayo dejó muy claro en el Stade de France de París que había llegado el momento de cambiarle el apodo con el que aterrizó en España en el verano de 2016 para comenzar su andadura en el Real Madrid formando parte del Castilla. Ahora, seis años después, es campeón de Europa y jugador fundamental en la plantilla de Carlo Ancelotti.
Valverde ha sido fundamental en la conquista de la Decimocuarta. Desde la vuelta de los octavos de final, se instaló en un once del que ya nadie le movió. Y en el Stade de Francé demostró los motivos por los que Ancelotti confía ciegamente en él. Tras el partido, ya con la Champions en el bolsillo, aseguraba que había estado muy nervioso. Cualquiera lo diría viendo su partido. En defensa formó una sociedad perfecta con Dani Carvajal que amargó la noche a Luis Díaz y Robertson, incapaces de superarlos. Y en ataque encontró un camino hacia la gloria que ya quedará para la historia.
Tras tocas y tocar, esperando el momento, finalmente Casemiro vio a Valverde salir en carrera, lo que le permitió darle un pase a la espalda de la zaga inglesa que aprovechó a la perfección. Corrió, pisó área y puso un centro-chut que Vinicius aprovechó para hacer el primer y único gol del partido. El de la Decimocuarta. Un tanto para la historia.
Sobre el césped lo dejó absolutamente todo. El charrúa es canchero como pocos. Pelea, no se arruga y siempre está trabajando. Se golpeó la cabeza con el suelo tras un choque con Fabinho y terminó abandonando el campo en los minutos finales extasiado. Los gemelos los tenía a la altura de la nuca y ya no podía seguir corriendo. Sobre el césped parisino se lo dejó todo, menos una Champions que se ha llevado a Madrid. La primera.
El futuro es para Fede. Un chico de 23 años, en julio cumple 24, feliz. Un madridista que honra el escudo. Horas antes de la final su entorno aseguraba que estaba “muy motivado y con muchas ganas”. Él sabía que iba a ser titular y lo tenía que aprovechar. Y tanto que lo hizo. El futuro es suyo, pero en el presente ya puede gritar bien alto, para que se escuche hasta en Montevideo, que es campeón de Europa.