El Real Madrid sobrevivió a un huracán futbolístico en el Etihad porque en la Champions a este equipo no hay quien lo mate. Los blancos se encontraron con dos goles en contra en los primeros diez minutos y un Manchester City demoledor, pero resistieron asidos al talento de Benzema y a la insistente velocidad de Vinicius. En la segunda parte los de Ancelotti encajaron otros dos tantos, pero un penalti postrero que Karim marcó a lo Panenka selló el 4-3 final y deja la eliminatoria abierta, así que el pase a la final se decidirá en el Bernabéu.
Un par de horas antes del partido Ancelotti deshojó la margarita del once del Real Madrid y en el pétalo que le quedaba ponía Rodrygo. El premio era para él, así que Camavinga se quedaba compuesto y en el banquillo, igual que Casemiro, que llegaba tieso para medirse al Manchester City pero que para una emergencia de media horita igual hacía el apaño.
Igual de justitos que el estudiante que deja todo para la noche antes del examen habían llegado al Etihad Mendy y Alaba, la mitad de la defensa titular del Real Madrid junto a Carvajal y Militao. Por delante de ellos Fede Valverde, el multiusos de Ancelotti, formaría al lado de Kroos y Modric para dar respaldo al tridente con los dos brasileños, Rodrygo y Vinicius, y ese Benzema convertido en principio y fin de todas las cosas en el Real Madrid. En resumen: el once de gala menos Casemiro.
En la esquina contraria del cuadrilátero el City de Guardiola, ese equipo construido sin reparar en gastos para ganar la Champions y que luego siempre se conforma con la Premier. Y Pep también tenía alguna baja como las de Walker o Cancelo, los laterales titulares. Aun así, le sobraba para hacer dos equipazos porque Guardiola, no se engañen, tiene a su disposición la mejor plantilla de Europa.
En el que eligió Pep faltaban tipos como Fernandinho, Gundogan, Sterling o Grealish para que se hagan una idea del banquillo del City. Pep se la jugó con Stones de lateral derecho con el marrón de tapar a Vinicius. A su lado Rúben Dias y Laporte como centrales y Zinchenko de lateral zurdo. En el centro del campo Rodrigo junto a De Bruyne y Bernardo Silva. Arriba Mahrez y Foden en los costados con Gabriel Jesús en punta.
Dos sopapos para empezar
Así que dieron las nueve y comenzó el partidazo del Etihad que valía medio billete para la final de la Champions. Y el City salió a destrozar al Real Madrid. Su presión, rayana en lo suicida, apenas tardó 90 segundos en dar sus frutos. Gol y sopapo. Mahrez, libre de oposición, la puso medida al área, mal defendida por Militao y Carvajal, y De Bruyne, que se había soltado de la marca de un despistado Fede Valverde cabeceó sin oposición ante Courtois.
El partido no podía empezar peor para el Real Madrid. El tanto bloqueó a los jugadores de Ancelotti que no se esperaban un comienzo así. No habían comparecido en el Etihad y sí un Manchester City que era un ciclón de físico y fútbol. No tardó mucho en caer el segundo. Antes de los diez minutos un centro de Mahrez, otra vez mal defendido por un superado Carvajal y un desubicado Militao, lo aprovechó Gabriel Jesús para marcar tras una pifia en el despeje de Alaba, que se convirtió en asistencia involuntaria.
Pues no habíamos cumplido un cuarto de hora y el Real Madrid estaba a punto de que la eliminatoria no llegara viva al Bernabéu. Modric intentó sacar el orgullo en un robo de balón que se convirtió en la primera ocasión del equipo de Ancelotti. La finalizó Vinicius dentro del área, pero su disparo tocó en un defensor. Por fin veíamos el área citizen.
El City perdona la goleada
Y la volvimos a ver en una presión de Benzema que acabó en un remate de Rúben Dias hacia su propia portería que repelió el poste. La jugada estaba anulada por fuera de juego. Respondió el Manchester City con una ocasión, provocada por la enésima pifia de la defensa del Real Madrid, que marró Mahrez. Y volvió a perdonar el equipo de Guardiola antes de la media hora en una veloz contra que desperdició Foden con un tiro cruzado dentro del área.
El Real Madrid entonces hizo buena la ley del fútbol: el que perdona, lo paga. Y lo pagó el City porque en la primera jugada en la que los de Ancelotti dieron cuatro pases seguidos encontraron el gol. Mendy puso el mejor centro de su carrera y Benzema se sacó un remate de media volea desde fuera del área, que se coló junto al poste izquierdo de Ederson. El Madrid, que tiene más vidas que Pedro Sánchez, había vuelto a resucitar en la Champions.
El Etihad comenzó a guardar minutos de silencio hasta el descanso. El City acusó el mazazo inesperado del gol del Madrid, pero todavía le daba para quedarse con el balón como si fuera suyo. Los de Ancelotti replegaron y achicaron agua como pudieron. Así, con esfuerzo, sacrificio y suspense a partes iguales los blancos consiguieron llegar con el 2-1 en contra al descanso.
Del que volvimos con un cambio en las huestes visitantes: Nacho por el tocado Alaba. Pero el partido lo podía tirar Militao, que se comió un desmarque de Mahrez a las primeras de cambio. El extremo del City se quedó solo ante Courtois y su remate, que pintaba a ser el tercero, se estrelló contra el palo. Ancelotti tiraba otra vez de flor.
Benzema y Vinicius contra todos
Pero la flor se marchitó cinco minutos después. Mendy regaló un balón ante la presión del City. Fernandinho le robó la cartera, le rebasó como un Ferrari a un Seat Panda y la puso al área. Allí no la olió Militao, siempre mal colocado, ni Carvajal, que se dejó arrebatar el sitio por Foden, que hizo el tercero.
Otra vez todo parecía perdido. Parecía, digo. Porque a este Madrid no hay quien le mate en la Champions. Esta vez fue Vinicius quien dibujó una galopada enorme que retrató a Fernandinho, se infiltró en el área del City y batió a Ederson. De nuevo el Madrid resucitaba en el partido… y en la eliminatoria. Y aún nos quedaba media hora de partido.
El gol espoleó a Vinicius, que comenzó a sentirse Messi. También al resto del Real Madrid, que se sacudió de golpe los complejos y atosigó al City. Tampoco se arrugaron los de Guardiola, que secuestraron la pelota para desactivar al equipo blanco. A Ancelotti le sonó la alarma del Nokia siete minutos antes del horario previsto. Entró Camavinga por Rodrygo, que justo acaba de perdonar una ocasión clara en la que eligió mal.
El Real Madrid volvió a decaer y el City a golpear. Esta vez fue Bernardo Silva quien se aprovechó de lo blandita que estaba la defensa del equipo de Ancelotti para firmar el cuarto con un disparo seco que ni Courtois se esperaba. Su latigazo se fue a la escuadra. Al Madrid le tocaba remar otra vez. Y rezar para no encajar un quinto que tuvo en sus botas Mahrez en el 76.
Ancelotti quitó a Modric para meter a Ceballos en el 78. Y el Real Madrid, que no estaba dispuesto a rendirse se encontró con Laporte, que le echó una mano al cometer un penalti tonto dos minutos después. La pena máxima la ejecutó Benzema. Suspiró, miró al suelo y lo marcó… a lo Panenka. Hay que tenerlos cuadraos. Madre mía de mi vida.
Pero el partido no se había acabado y el City quería devolver el golpe y marcar el quinto. Lo tuvo dos veces Rúben Dias en el segundo palo, pero en ambos casos le faltó un pelo para marcar. Ancelotti metió a Asensio por un fundido Vinicius. Ya eran los minutos postreros y el Real Madrid acabó resistiendo el empuje de los locales con el regusto de una derrota que sabe a victoria y con la sensación de que la final se decidirá en el Bernabéu.