La segunda y última prueba de pretemporada del Real Madrid se saldó con mucho ruido, positivo, y pocas nueces. Confirmando un problema que ya le persiguió la pasada campaña, el conjunto madridista cuajó un buen papel ante el Milan, sobre todo en la primera parte, pero no pudo abrir el marcador. Con un penalti marrado por Bale incluido, el Real fue superior pero no pudo romper el empate. Con los automatismos aprendidos y el sistema que intenta imponer Ancelotti, el Madrid promete buen juego que debe seguir trabajando para refrendar en goles en el inicio de la competición oficial, ya a la vuelta de la esquina.
Si hablamos de grandeza, fútbol e historia, un Real Madrid-Milan representa el máximo nivel posible en el deporte rey, pero la realidad deportiva de ambos clubes no es la misma y ha impedido en los últimos tiempos que sus duelos estén a la altura de la categoría de sus entidades. El conjunto italiano se encuentra en el punto medio de una profunda reconstrucción que les devuelva a competir con la Champions mientras que el Madrid, cuyo pasado más cercano sí ha sido nivel top, ha optado por un camino más corto de reconstrucción, progresiva y con muchas estrellas aún en su plantel.
En Austria, concretamente en el Wörthersee Stadion de Klagenfurt, se congregaron 30.000 espectadores, sin mascarilla ni demasiada distancia social, para disfrutar del último amistoso del conjunto blanco antes del comienzo de la Liga. El ambiente era de la época pre-covid y el once de Ancelotti también parecía retrotraer a instancias pasadas. Entre los soldados, Marcelo, Isco y Gareth Bale, tres de los ‘dudosos’ por rendimiento y actitud y con el extra de que el galés, que vuelve de su cesión al Tottenham, portaba el inhabitual dorsal ’50’ a su espalda.
Junto a Bale estaban Jovic, otro de los transferibles, y Rodrygo en ataque y a Isco le acompañaban dos clásicos como Modric y Casemiro, veteranos pero –ellos sí– fijos en el esquema. En defensa, junto a Marcelo, el comodín Lucas Vázquez en la derecha, el otro comodín Nacho de central diestro y el único fichaje del equipo, David –Deivid– Alaba como jefe de la retaguardia en su debut de blanco. Courtois, quién sino, completaba la alineación inicial en la última prueba del Madrid de Ancelotti.
Isco asienta al Madrid
Uno de las premisas a evitar era el dominio físico del rival, como sucediera ante el Glasgow Rangers y pese a que en los primeros minutos Rafael Leao pusiera con su potencia en jaque a la defensa, podemos decir que el Madrid lo consiguió. Sobre todo desde el cuarto de hora de partido, Isco, Modric y Alaba empezaron a comandar la salida de balón y el Real pudo instalarse sin demasiados problemas en campo contrario.
Posesiones largas y encuentro dormido, al más puro estilo Barça. Faltaba un poco de colmillo pese a las internadas de Rodrygo, pero las sensaciones eran positivas. Se sumaron a la ocasión un activo Bale y un Jovic cuyos toques de espaldas casi siempre ayudaron al equipo. Hay que quitarle al balcánico la etiqueta de delantero de ruptura y gol, al menos de lo primero, y adaptarse a un jugador llamado a rematar con efectividad pero también a desahogar el juego si se cree necesario. Sólo así puede encontrar un rol, valioso, en este Madrid.
Según pasaron los minutos en Klagenfurt fueron cayendo las ocasiones, casi todas del lado del dominador de la posesión. El Madrid la tenía en su haber y la utilizaba cada vez de forma más efectiva. La alta presión y la precisión de Nacho y Alaba en el tackle provocaba grandes sensaciones. Mención especial para el austriaco, con el que el Madrid puede tener problemas. Desde el minuto uno se le ve que es mucho más que un central, pero también puede ser el mejor en esta posición. De convencerle y ajustar su rol dependerá su éxito y utilidad de blanco, pero no hay duda de que el Real ha fichado –gratis– a uno de los mejores futbolistas del mundo.
El propio Alaba, con un disparo lejano que detuvo Maignan, Isco o Modric lo probaron sin suerte, pero fue una combinación entre Jovic y Bale la que pudo ponderar en el marcador. El pase entre líneas del ‘9’ activó al extremo, que en conducción sigue siendo imparable y sólo pudo ser frenado por Calabria con falta, clara y dentro del área. Penalti para el Madrid. A falta de Ramos y, por ende, de un lanzador establecido, fue Casemiro el que cogió el balón… para dárselo a Bale. El galés lanzó y falló, un error que se queda en nada comparado con una primera mitad en la que se le vio implicado y destacando por algo más que su dorsal ’50’.
Carrusel de cambios
El Madrid se marchaba al descanso con buenas sensaciones e Isco y Bale –quién lo iba a decir– como destacados, además de Alaba, y la segunda parte trajo el lógico carrusel de cambios que procedemos a repasar. De una tacada, salieron Lunin, Vinicius, Militao, Mariano y los canteranos Miguel Gutiérrez y Antonio Blanco. Se quedaban en el banco Alaba, Bale, Courtois, Casemiro, Marcelo y Jovic, todos ellos aprobados en su tiempo en el césped.
El encuentro continuó dormido pero en este caso, pasaron pocas cosas. Las suficientes para darnos cuenta, de nuevo, de que Blanco y Gutiérrez no tendrán apellidos demasiado llamativos pero sí calidad para jugar ya en el primer equipo o que Vinicius sigue agitando mucho y produciendo no tanto. También de que Ödegaard quizá esté más fuera que dentro del Madrid. Salió en el minuto 60, quince después que sus compañeros suplentes. O media algún problema físico o… mala pinta.
La segunda parte perdió ritmo por parte del Madrid y un fallo de Miguel en salida provocó la gran ocasión de Brahim, cuyo disparo prometía un golazo pero se encontró con una mano cambiada, académica y espectacular de Lunin, un portero de absolutas garantías si le pasa algo a Courtois.
Final sin sangre ni gol
Los cambios siguieron produciéndose, sobre todo en el bando milanista y en el madridista Marvin y Arribas también hicieron acto de presencia sobre el terreno de juego. Los minutos no habían pasado en vano y el circuito ofensivo del Madrid tenía elementos que no ayudaban a su continuidad. Mariano, de nuevo obcecado con el gol, no ayudaba a la circulación, y un Isco que se chupó 83 minutos no tenía ya la energía de su notable primera mitad.
A falta de gol entre los miembros del primer equipo, Arribas intentó ser el héroe ya en los últimos cinco minutos de partido. Sin embargo su volea, estéticamente perfecta, se marchó alta. Vinicius también lo intentó y ojo, con un buen disparo desde fuera del área, pero el empate estaba destinado y el Madrid se despedía de la pretemporada sin gol, pero con una buena imagen de cara al inicio de Liga.