Supercopa de España 2025

Laporta fue el alma de una fiesta en Arabia a la que no acudió Florentino

Laporta fue el alma de la fiesta que la Federación Española de Fútbol organizó en Yeda antes de la final de la Supercopa

Florentino Pérez no llegó a tiempo y Butragueño representó al Real Madrid

Laporta se reencuentra con Louzán: “Podríamos haber evitado lo de Olmo, pero ya se ha solucionado»

Laporta
Laporta y Butragueño. (RFEF)

Joan Laporta es un personaje que siempre genera opiniones encontradas. Con muchísimas acciones censurables por culpa de su volcánico comportamiento, basta preguntar a aquellos que presenciaron cómo perdió los estribos en el palco el pasado miércoles, antes de la semifinal entre el Athletic y el Barcelona. Sin embargo, en escenarios como el organizado por la Federación Española de Fútbol en el hotel Marriott de Yeda, el presidente azulgrana se mueve como pez en el agua.

Muchos pensaron que este evento sería tenso, especialmente después de la controversia generada por sus últimos gestos. Tras lo sucedido, había razones suficientes para pensar que el reencuentro con Rafael Louzán, presidente de la RFEF, no sería el más amistoso. Pero nada más lejos de la realidad.

Laporta subió al escenario, cogió el micrófono y, de alguna forma, pidió perdón, aunque de una manera bastante particular. La Federación lo interpretó como una disculpa, aunque algunos vieron en sus palabras una crítica sutil cuando mencionó que lo de Dani Olmo y Pau Víctor «se podría haber hecho de otra manera».

No dijo «perdón» explícitamente, pero su presencia en el evento fue su manera de enmendar el altercado del miércoles. Desde el entorno de la Federación, comentaron: «Pidió perdón a su manera». Para ellos, eso fue suficiente. Y, al final, esto se supone que es lo importante.

Sin embargo, su verdadero momento de gloria llegó al finalizar los discursos. Fue entonces cuando Laporta se convirtió en el absoluto protagonista de la velada, rodeado por figuras como Ángel María Villar, ex presidente de la RFEF. El presidente del Barcelona se convirtió en el alma de la fiesta, conversando y fotografiándose con todo aquel que se lo pedía. Incluso cantó el himno del Barcelona al hijo del cónsul honorable de Arabia Saudí, Samir S. Shihabi.

Antes de marcharse, se cruzó con Medina Cantalejo, presidente del Comité Técnico de Árbitros, a quien saludó con un apretón de manos y un gesto amistoso, un golpecito de compadreo. Luego, se abrazó nuevamente con Louzán, al que, sólo unos días antes, no quería casi ni hablar. Cosas de Joan. Con una sonrisa y visiblemente satisfecho, Laporta dejó el evento como quien ha disfrutado a lo grande. Todo un acto laportiano, y, sin duda, algo surrealista.

Lo más llamativo fue que, en ese mismo espacio, Laporta compartió tiempo y espacio con personas a quienes apenas unas horas antes había calificado de «sinvergüenzas» y les había lanzado duros improperios. Pero, como siempre, Laporta es un volcán en erupción: capaz de perder los nervios en un segundo y de comprometerse con causas nobles, como lo hizo al apoyar a la selección de refugiados de España. Un verdadero verso libre, que, probablemente, habría disfrutado de compartir unos minutos con Florentino Pérez, aunque no fue posible.

El presidente del Real Madrid no llegó a tiempo al evento, tal y como aseguró la entidad madridista. En su lugar, estuvieron presentes representantes del club blanco como Emilio Butragueño, director de relaciones institucionales; José Ángel Sánchez, director general; y Pirri, presidente de honor. Todos ellos permanecieron sólo unos minutos, sin poder disfrutar, ni sorprenderse, de lo que fue, sin lugar a dudas, el espectáculo ofrecido por Laporta.

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