Han pasado más de ocho meses desde que Rodrygo Goes debutase en un partido amistoso con la camiseta del Real Madrid haciendo un golazo de falta al Bayern. Han pasado más de 250 días de aquella tarjeta de presentación. Han pasado muchas cosas. Lo que todavía no ha pasado es la pandemia mundial del coronavirus que nos ha parado a todos, pero ésta también pasará y el brasileño volverá a brillar donde más disfruta, en el terreno de juego.
En todo este tiempo Rodrygo ha vivido una montaña rusa. Aterrizar en el Real Madrid con 18 años no es sencillo para nadie. Algo que no tardó en comprobar. Jugar con el escudo del 13 veces campeón de Europa en el pecho implica estar siempre bajo el foco. Da igual la edad que marque tu DNI, en el Bernabéu no hay tiempo para eso. Triunfas o te devora el entorno. Y el brasileño en su primer curso ha tenido más de lo primero que de lo segundo. Aunque hay de todo.
Tras una inoportuna lesión muscular que le privó de comenzar la temporada oficial, tuvo que esperar al 25 de septiembre para estrenarse con el Real Madrid. Partido de Liga y el estadio Santiago Bernabéu como escenario. La situación invitaba a pensar que su actuación podría ser de puerta grande o enfermería. Y Rodrygo cortó las dos orejas y el rabo al aprovechar los 19 minutos que le dio Zidane con un golazo y destellos de su enorme calidad. Había nacido una estrella, pero una estrella joven con todo lo que eso significa.
Zidane, posiblemente el mejor gestor de vestuario del momento, le protegió. Tres días después de su debut el Madrid jugó ante el Atlético en el Metropolitano, pero Rodrygo no disputó ese derbi y sí el que midió al Castilla con el Rayo Majadahonda en el Di Stéfano. Con los de Raúl también brilló demostrando que la Segunda B se le quedaba pequeña, aunque era necesaria. Muchos no lo entendieron, pero Zizou tiene un plan con los jóvenes, a los que nunca va a exponer más de lo necesario.
La temporada fue avanzando y su rendimiento obligó a Zidane a darle más protagonismo. Sus participaciones cada vez eran más habituales y su juego no dejaba de mejorar. Alguno pedía a gritos su titularidad. Su segundo gran momento lo vivió ante el Galatasaray en Champions, haciendo tres goles que le elevaron al Olimpo. El siguiente partido lo vio desde el banquillo. Pocos lo entendieron, pero Zidane tiene un plan, como hemos dicho anteriormente. El mismo que ha llevado a cabo con Vinicius.
Subir y bajar
La lesión de Hazard y el momento irregular de Vinicius le abrieron la puerta de los minutos. Sus actuaciones estaban muy por encima de un joven de 18 años que vivía su primera temporada en el Real Madrid, pero poco a poco su rendimiento fue menguando. No era malo, pero ya no deslumbraba. Al mismo tiempo que crecía su compatriota y amigo Vini, él se iba difuminando. Comenzando el descenso de esa montaña rusa que muchos esperaban por el Santiago Bernabéu. Sobre todo Zidane. El que más le ha cuidado.
Cuando parecía que no iba a volver a jugar en el filial lo hizo. Zidane le dejó fuera de tres listas en Liga de manera consecutiva y finalmente regresó al equipo dirigido por Raúl siendo participe en el debut de Reinier con el Castilla en un partido ante el San Sebastián de los Reyes en el que hizo un gol y terminó expulsado. Una expulsión que le descartó del Clásico y que llegó en el peor momento posible. Aquella fue la última vez que Rodrygo jugó un partido de fútbol, ya que el coronavirus luego lo paró todo.
Ahora, la situación del brasileño genera dudas. En el club todos coinciden en que es un diamante en bruto que va a dar muchas alegrías al madridismo en los próximos años, pero al mismo tiempo saben que es muy joven y necesita jugar. Si llega algún futbolista que le prive de minutos, una salida en forma de cesión no se descarta, aunque no es la primera opción. La idea del club es que siga creciendo vestido de blanco, pero si aparece una buena oportunidad la puerta de salida estaría abierta. Eso sí, una salida con regreso asegurado. Rodrygo, junto a Vinicius y alguno más, es el futuro.