El Real Madrid pasó de la euforia absoluta al drama en apenas unos segundos. La secuencia es la siguiente. El Sevilla saca un córner al corazón del área con Militao y Fernando pugnando por el balón. El jugador del Sevilla roza el esférico con el hombro y el rebote cae en la mano del defensa brasileño y luego en las botas de Vinicius. El delantero blanco monta una contra que deja a Benzema solo mano a mano con Bono y éste comete penalti que decreta Martínez Munuera.
El colegiado vio clarísimo el derribo del guardameta hispalense y sanciona pena máxima. González González, desde el VAR, llama a filas a Martínez Munuera para que revise la jugada anterior de Militao y para desesperación de todo el madridismo, el árbitro principal decretó una pena máxima a favor del Sevilla que supuso el 1-2.
Según la normativa de los árbitros, si un balón viene rebotado de un rival –como es el caso– no se puede pitar penalti. Militao, por si fuera poco, no tiene voluntariedad en la mano puesto que está de espaldas y no mirando al balón. Todos esos factores se mezclaron para negar al Real Madrid la oportunidad de ponerse líder de la Liga.
