Liga Santander: Real Madrid - Barcelona

El Barça tritura al Madrid

Crónica real madrid barcelona
El Barcelona ganó 0-4 al Real Madrid en el Bernabéu.

No hubo color en el Clásico. Un Barcelona preciso, descarado y valiente trituró a un Real Madrid dócil, impotente y superado. Fue un meneo, un repaso, un chorreo de los que hacen época. Un baño táctico del joven Xavi al viejo Ancelotti, que tuvo el delirio de pensar que Modric, a sus 36 años, podría ser delantero centro. Dembélé bailó un chotis con Nacho y Aubameyang enseñó las miserias de Alaba y Militao. El Barça asaltó el Bernabéu como en sus mejores tiempos, echó un bidón de agua al vino de la remontada al PSG y vuelve a desatar las dudas y las sospechas en la casa blanca.

Érase una vez un Clásico con la Liga decidida, un Clásico con balas de fogueo, un Clásico sin crisis (o puede que sí) para el derrotado, un Clásico sin Messi ni Cristiano, un Clásico con Xavi en el banquillo del Barcelona, un Clásico con el Bernabéu a medio terminar pero con público, un Clásico sin Benzema. Pero era un Clásico.

Real Madrid y Barcelona dirimían su eterna rivalidad sobre el incólume césped del Bernabéu sin que la Liga peligrara para los de Ancelotti ni la recuperación para los de Xavi. Como el Clásico era (un poco) de mentirijilla Carletto se permitió el lujo de no arriesgar con Benzema (algo que sí hizo ante el PSG tanto con Karim como con Kroos) e incluso de variar su sagrado 4-3-3 por un sistema híbrido entre el 4-4-2 y el 4-5-1.

En el once del Real Madrid las novedades eran la presencia de Fede Valverde para reforzar el flanco derecho y protegerse de las subidas de Jordi Alba, Nacho por Mendy en la izquierda y Rodrygo como delantero centro en ausencia de Benzema y ante la incompetencia de los Jovic, Mariano, Bale o Hazard, que cuentan menos para Ancelotti que los agricultores para Pedro Sánchez. El resto eran los de siempre.

En el Barcelona Xavi apostaba de inicio por Dembélé en lugar de Gavi o del fortachón Adama para formar tridente junto a Ferran Torres y Aubameyang. No jugaba Dani Alves, viejo enemigo del Bernabéu, y sí Araújo en su lugar, ese centralazo desplazado al lateral para darle lo suyo a Vinicius. Y los focos iban para Pedri, ese muchacho tímido que a veces se convierte en Iniesta, otras en Zidane y otras en Modric. Ese chico que está llamado a gobernar muchos Clásicos.

Domina el Barça

Con todos los contendientes dispuestos y el Bernabéu con un aspecto imponente, arrancó el Clásico. Pitaba Martínez Munuera, por cierto, que se me olvidaba. Y los dos equipos vestían raro: de negro el Real Madrid y de amarillo con la senyera el Barça. Los azulgranas se adueñaron de la pelota con Pedri mandón y el Madrid replegado. La sorpresa de Ancelotti era jugar sin nueve. Primero Modric y luego Valverde se fueron relevando para ocupar esa posición.

El plan del Madrid era sencillo: recuperar el balón, fútbol directo y buscar a Vinicius. El Barça manoseaba la pelota con los pies, pase corto va, pase corto viene, y colocaba la línea defensiva en el centro del campo. La primera ocasión del Clásico fue blanca (digo, negra) tras una buena maniobra en el pico del área de Vinicius, que asistió a Valverde cuyo disparo despejó abajo Ter Stegen con mano firme. Y ahí se acabó el Madrid. Dimitió de golpe.

A los once minutos Munuera perdonó la amarilla a Aubameyang por una cornada sobre la tibia de Kroos. El colegiado se hizo el ciego ante el entradón. El que no perdió ojo a la pelota fue Courtois, el mejor jugador de la Liga, para sacar dos manos milagrosas un minuto después: la primera al disparo a bocajarro de Aubameyang y la segunda, más difícil todavía, a Dembélé.

El susto metió atrás al Real Madrid e inyectó confianza al Barça, que cercó el área de Courtois. Militao comenzó a hacer de las suyas y puso en riesgo la integridad de su propia portería, igual que Ferran Torres, cuyo disparo en el 17 se fue a la derecha de la portería blanca. El Clásico pintaba azulgrana.

Y el pincel lo ponía Pedri con sus quiebros imposibles y sus pases sacados de la chistera. Kroos y De Jong vieron sendas amarillas injustas. El cántaro madridista acabó rompiéndose al filo de la media hora con el gol de Aubameyang, que le robó la cartera a Militao en un magnífico centro de Dembélé, que previamente había destrozado la cintura de Nacho de manera inmisericorde. Tampoco estuvo fino Alaba, que podría haber despejado con la cabeza y se limitó a intentar un paso de ballet.

El tanto era un reflejo de lo que se estaba viendo en el césped del Bernabéu. Baño táctico de Xavi a Ancelotti y dominio absoluto del Barcelona sobre el Real Madrid. Courtois volvió a sostener a su equipo en el 34 con una buena parada abajo al disparo seco de Aubameyang.

Araújo hace el segundo

Dembélé seguía haciendo trizas a Nacho mientras Ancelotti era un Don Tancredo. Se veía venir el 0-2. Y vino de la cabeza de Araújo, que le ganó la partida a Alaba en el salto a la salida de un córner. Carletto, con el Clásico medio perdido, cambió su estúpido invento y por fin colocó a Rodrygo de nueve, a Valverde en la derecha y a Vinicius en la izquierda, por lo que Modric volvió a jugar de Modric.

El Barcelona se gustaba en el Bernabéu como en sus mejores tiempos. El Real Madrid, mientras tanto, entregaba las armas con una docilidad intolerable. Ni rastro de los héroes de la remontada al PSG. La mejor noticia para Ancelotti y sus muchachos fue la llegada del descanso. Carletto reaccionó con dos cambios: Camavinga y Mariano por Kroos y Carvajal. El Madrid, que era un despelote, pasaba a jugar con defensa de tres: Nacho, Militao y Alaba. Y luego con Casemiro incrustado de central justo a Militao. Aún peor.

En menos de 20 segundos tuvo el tercero Ferran en un mano a mano ante Courtois tras el enésimo error en carrera de Nacho. La echó fuera. No se lo podía creer. Pero la cosa no acabó ahí. En el 47 de nuevo el Barcelona penalizó la verbena defensiva del Real Madrid. Alaba perdió el balón ante De Jong, que se divirtió con Dembélé, que se divirtió con Aubameyang, que taconeó para Ferran que, esta vez sí, marcó solito dentro del área.

Un Madrid hecho trizas

El Bernabéu se irritaba por la desidia de su equipo. No tardó, aunque fuera con polémica, en llegar el cuarto. Lo anotó Aubameyang después de que los jugadores del Real Madrid se quedaran parados porque el asistente había levantado el banderín. El VAR revisó la posición del gabonés, que era legal, y dio por bueno el tanto. Pues 0-4 y el Madrid, más desnortado que nunca.

Ancelotti había montado un descalzaperros del que no debería salir impune. Rafa Benítez fue despedido con idéntico resultado y Lopetegui después de un 5-1 en el Camp Nou. Precisamente el quinto lo tuvo Aubameyang en el 57. Estaba en boca de gol, pero no llegó al resbalillo.

El Real Madrid estaba roto, hundido, perdido. Y su técnico no hacía nada para arreglarlo. Al revés, lo estropeaba más. Metió a Lucas Vázquez por Rodrygo. Ferran también tuvo el quinto en sus botas pero se topó de nuevo con Courtois.

El Barcelona, con 0-4 y el Bernabéu encendido en pitos, levantó el pie del acelerador y se dedicó a hacer un rondo. Xavi se apiadó del Real Madrid y quitó a De Jong (el bueno) y Aubameyang para meter a Gavi y Memphis. Otra vez Militao la lio ante Dembélé y El Mosquito perdonó la manita en el mano a mano ante Courtois.

El Real Madrid, que llevaba dimitiendo todo el Clásico, se dedicó a hacer el ridículo. El madridismo pitó pero, sobre todo, huyó del Bernabéu despavorido ante el infame partido de su equipo. Los que se quedaron lo hicieron para mostrar su enfado, pero eran tan pocos que ni siquiera atronaban.

Afortunadamente para el Real Madrid pasaron los minutos y el Barcelona no quiso hacer más sangre. El Bernabéu se rindió al rondo enorme del equipo azulgrana y los de Ancelotti, el técnico el primero, quedaron retratadísimos. La derrota parece inocua para la Liga, que será blanca, pero no para el proyecto de futuro del Madrid y para su entrenador, que volverá a escuchar ruido de sables.

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