Dani Guindos, que le dirigió en el Mónaco, atiende a OKDIARIO

«Cesc siempre decía: ‘Tchouaméni es muy bueno’»

Aurelién Tchouaméni llegó al Mónaco a finales del mes de enero de 2020. El conjunto del Principado necesitaba refuerzos en la medular y Robert Moreno, entonces entrenador del equipo y con poderes de manager al estilo Premier, apostó por la incorporación del joven centrocampista que ya apuntaba maneras en el Girondins de Burdeos. Detrás de esa decisión también estuvo presente la opinión de uno de los hombres fuertes del ex seleccionador, Dani Guindos. Ambos tenían claro que debía que ser el elegido pese a la gran inversión económica que requería su fichaje.

«Necesitábamos firmar jugadores para el centro del campo y en esa lista estaba Tchouaméni. Robert Moreno tenía claro que era el número uno para reforzar la posición. Ya se le veían capacidades, sobre todo en el juego posicional. Es un jugador diferente, puede engañar por su físico porque es muy poderoso, pero también es muy bueno para un equipo que juegue también a transiciones porque recupera mucho en campo rival. Su juego posicional es espectacular. Es muy inteligente y organiza muy bien al equipo. Robert se la jugó y al final el tiempo demuestra que fue un gran acierto», relata Guindos a OKDIARIO.

El técnico, actualmente esperando un nuevo proyecto en el que embarcarse junto a Robert Moreno, también destaca el carácter familiar del jugador y el potencial que empezó a demostrar desde sus primeros entrenamientos en Mónaco. «Es una persona para la que la familia es muy importante. Se acopló en una casa a las afueras, en un entorno rural muy tranquilo. Era un chico muy educado, con ganas de crecer y despierto para a ser mejor cada día», recuerda. «Cesc Fábregas, ya en los primeros entrenamientos decía: ‘Este muy bueno. Es que tiene mucho talento, ve el fútbol antes que nadie, juega hacia adelante, rompe líneas, esconde la intención, no pierde balones, conecta con últimas líneas…’. Era un jugador súper completo al que con esa edad ya se le veía el potencial que iba a tener», añade.

«Diamante en bruto»

En apenas dos años, Tchouaméni ha pasado del Mónaco al Real Madrid en una operación en la que otros grandes de Europa como el PSG o el Liverpool también han intentado su llegada con cifras astronómicas. «No me sorprende que le haya fichado el Real Madrid, para nada. Yo recuerdo conversaciones con Robert Moreno que decía ‘este nos va a durar poco’. Era un jugador con una madurez futbolística que no era normal a la edad que tenía (19 años). A ello hay que sumar su capacidad mental para intentar desarrollarse primero como persona», explica.

«Se le veía una persona muy agradecida y con una humildad que le permitiría crecer. Eso hace que mires en perspectiva donde quieres llegar y que no creas que estás todavía en el punto más alto, sino que tienes todo el recorrido por delante. Ese valor hace que todavía sigue siendo un diamante en bruto sin explotar. Él mismo decidirá dónde va a estar su límite», sigue contando Guindos a este periódico, en uno de su ratos libres mientras sigue realizando el trabajo que todo cuerpo técnico realizar cuando no se está en activo «para corregir los errores que se han cometido y provocar el mayor número de aciertos posibles cuando aparezca una nueva oportunidad».

Compatible con Casemiro

El Real Madrid ficha a Tchouaméni con el objetivo de contar en su plantilla con un jugador que le permita tener un recambio natural de Casemiro, el único jugador sin un suplente. Sin embargo, Guindos no compra la teoría de el centrocampista francés sea un clon del brasileño. «Para mí no se parecen. Nadie va a descubrir a Casemiro y su capacidad para sostener al equipo como único pivote en situaciones de transición. Tampoco su capacidad para jugar bajo presión y dar continuidad al juego. Es cierto que Casemiro es un jugador que para construir la primera ventaja se aleja un poco de la base para que sean Kroos o Modric los que vienen a organizar la fase de construcción. Esta es una de las potencialidades de Tchouaméni: construir el juego, eliminar líneas de pase, romper líneas de pase, jugar con los alejados, es decir, llevar el timón del equipo», argumenta.

«Tchouaméni está acostumbrado a jugar siempre con en doble pivote, lo cual le permite lanzar otra potencialidad que tiene, la de pisar el área. Ese despliegue de ir y venir hace que pueda demostrar su poderío en las transiciones. Por eso creo son dos jugadores muy complementarios. O sea, tienen características parecidas, pero sus puntos fuertes son muy complementarios y distintos», agrega.

«¿Qué puedo mejorar?»

Más allá de su calidad, una de las razones que le han llevado a progresar tanto en ese tiempo es su profesionalidad y sus ganas incesantes por mejorar. «A Robert, después de hacer entrenamiento genéricos con el equipo, le gusta mucho hacer trabajo con jóvenes de fundamentos individuales. Es una parte que a veces me encargaba a mí, otras veces le gustaba estar supervisando y otras lo hacía directamente. Recuerdo perfectamente con Tchouaméni como el trabajo que se hacía era un trabajo de perfil y de orientación a la hora de tomar la decisión. Fábregas ha reconocido cómo se le anticipaba en los entrenamientos porque todavía no estaba acostumbrado a ese ritmo de juego y desde ahí empezó a hacer un trabajo individual todos los días de percepción espacial, de velocidad gestual, de coordinación, de giros por ambos perfiles, de ‘tempo’…», relata.

«Una de las cosas que más me sorprendieron fue la personalidad que tenía y la humildad para acabar un entrenamiento y venir a pedir trabajo para mejorar. ¿Qué tengo que hacer? ¿Qué puedo hacer? Era espectacular en cuanto a la mentalidad», continúa explicando un Dani Guindos que se declara apasionado de la formación. De hecho, durante su carrera ha trabajado en las canteras del Real Madrid y del Atlético y siempre ha estado vinculado a ese mundo.

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