El Atlético estuvo cerca de quebrar a la lógica. La que describe al Real Madrid como un equipo inmortal en Champions, ganador de guerras en las que no domina, pero de las queda como último en pie. ¿En cuantas batallas parecía tumbado y de cuantas se ha levantado? Pues eso. Recibió un golpe al mentón y estuvo noqueado por momentos, pero aguantó. Y Julián Álvarez, que había hecho todo bien, se resbaló y tocó dos veces el balón. La diosa fortuna volvió a ser esquivo a un valiente Atlético.
En el Metropolitano se presentó el Atlético otro brío al de hace una semana en el Bernabéu. Con más mordiente, más convicción de cara a la portería rival y con más músculo. Los primeros 30 segundos de partido lo demostraron. Saque de centro, pase largo de Reinildo, aclarado de Julián Álvarez a la jugada, centro de Rodrigo de Paul y gol de Gallagher.
Todo ello ocurrió sin que el Real Madrid fuera capaz de tocar la pelota. Delirio en la grada y eliminatoria igualada sobre el terreno de juego. Mejor escenario imposible para un Atlético que fue creciendo con el paso de los minutos. Controlaba el balón en campo rival, pero sin crear demasiado peligro. Giuliano Simeone y Julián Álvarez probaron desde lejos con potencia, ambos encontraron la respuesta de Courtois.
Se armó el Madrid para resistir y tratar de buscar la verticalidad de sus punzantes. No la encontró el equipo de Ancelotti que en ocasiones erró en dinamismo y en otras la zaga rojiblancos apenas concedía centímetros a los Vinicius, Rodrygo y Mbappé. La única vez que pudo correr el francés acabó en penalti de Lenglet y posterior fallo de Vinicius.
A la prórroga se llegó con un Madrid superviviente tras haber estado en la lona y el Atlético sin dar el golpe definitivo. Tampoco se asestó en la prórroga, donde se alternaron momentos en los que ningún equipo quería el balón y otros de cierto empuje de los de Ancelotti. El punto de penalti, el que nadie quería oír a hablar pero todos buscaron en en el tramo final de la prórroga. Desde los once metros
La apuesta le salió a Simeone
Sufrió Galán en la ida las constantes búsquedas de Rodrygo a su espalda. «Cualquier lateral sufre al enfrentarse a jugadores tan verticales», argumentó un Simeone que aprendió de ello. Para la vuelta armó un doble muro de hormigón con Reinildo y Gallagher para tapar al brasileño que apenas pudo inquietar durante el primer tiempo. Ni rastro del caracoleo que mostró en el Bernabéu.
Griezmann llegó a tiempo
El Atlético esperaba a Griezmann y el francés despertó en el momento crucial. Del Bernabéu señalado y el periodo entreguerras contra el Getafe reprodujo las dudas sobre su estado de forma. El galo mantiene la confianza de Simeone. «Hará un gran partido», vaticinaba el Cholo. Estaba en lo cierto. El francés volvió a leer cada jugada a la perfección, volvió a dar ritmo y sentido al balón, volvió a mejorar cada jugada que pasaba por sus pies… Volvió a ser el Griezmann que acostumbra.
De Paul y Julián Álvarez, qué sociedad
El estandarte del Atlético tiene acento argentino. Uno lidera la transición ofensiva y el otro da sentido a la verticalidad rojiblanca. Fueron la brújula y el punzante. No se entiende al actual equipo de Simeone sin los dos. Uno ha cambiado pitos por aplausos y el oteo ha entendido a la perfección lo que le reclamaba el Cholo. Ninguno marcó, pero los dos dejaron su impronta sobre el terreno de juego. De Paul en forma de jerarquía y criterio a la hora de hacer circular la posesión y Julián Álvarez representado en trabajo constante.
Las notas del Atlético
- Oblak: 7
- Llorente: 7
- Giménez: 7
- Lenglet: 5
- Reinildo: 7
- Giuliano Simeone: 8
- Barrios: 7
- De Paul: 9
- Gallagher: 8
- Griezmann: 8
- Julián Álvarez: 8
- Lino: 6
- Correa: 6
- Sorloth: 6
- Nahuel Molina: 6
- Le Normand: 5
- Azpilicueta: 7
- Simeone: 9