“Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”, dijo Sabina en una canción. Justo lo contrario de lo que hizo Ödegaard en su primer partido como jugador de pleno derecho del Real Madrid. Zidane, que de esto sabe un poco y rápidamente se dio cuenta de que el noruego es muy bueno, en la primera oportunidad que tuvo le puso de inicio y el destino ha querido que fuese en San Sebastián y ante la Real Sociedad. En un lugar donde Martin era Martintxo y vivió un año que jamás olvidará. Una temporada donde se confirmó que estaba listo para dar el salto a la entidad blanca.
Zidane le puso de titular en un once revolucionario donde Casemiro, intocable hasta la fecha, fue el sacrificado para formar un centro del campo en el que Kroos y Modric escoltaron a Ödegaard, que estaba un poco por delante de ambos. Donde hace unos meses era local hoy fue visitante y las emociones pudieron pasarle factura al chico prodigio. Su partido fue de más a menos. Comenzó participativo. La pedía ∆Ouna y otra vez y siempre era una opción. Pero con el paso de los minutos la pelota dejó de pasar por sus botas con tanta frecuencia y sólo brillaba cuando conectaba con Benzema.
Con ganas, pero fallón en el pase, su fútbol lucía cuando se juntaba con el del galo. Cosas de genios. Entre ellos combinaron y lograron hilar las mejores jugadas de los madridistas, aunque también es cierto que durante tramos del partido, cuando Karim retrasaba la posición, se estorbaban dentro del terreno de juego.
Su puesta de largo no estuvo a la altura de lo esperado. Algún destello, mucho oficio, pero algo perdido y desconectado durante demasiados minutos. Finalmente, Zidane le sustituyó en el minuto 68 por Casemiro, la gran ausencia del once a eso de las 20:00 horas cuando se conoció la alineación titular. Lo que parece seguro es que en el Reale Arena, la que fue su casa, ha puesto la primera piedra de una carrera como madridista cuyo techo se desconoce.