La adaptación de Camavinga a los esquemas de Ancelotti no ha sido sencilla. Desde su llegada el jugador francés ha tenido que ir trabajando, sobre todo a nivel táctico, para ganarse la confianza de un entrenador que pese a valorar su talento y su capacidad física siempre ha dudado de su posición en el campo. Además, el centrocampista ha tenido, y aún tiene, que lidiar con otro hándicap: las decisiones de los árbitros españoles.
Camavinga ha visto como los colegiados nacionales parecen haberla tomado con él debido al gran número de amonestaciones recibidas pese a no ser un jugador nada violento. En su primera temporada en España, el francés vio un total de 10 cartulinas amarillas (9 en Liga y 1 en Copa del Rey). Esto supone una amonestación cada 140 minutos en lo que se refiere a competiciones nacionales.
Esta campaña, Camavinga ha visto ya cuatro amonestaciones en Liga, dos en Copa del Rey y una en Supercopa. Un total de siete, que significan una cada 236 minutos de juego. Estas tarjetas, en mucho casos injustas y desmedidas, han condicionado el juego del francés, que incluso ha tenido que ser sustituido por Ancelotti para evitar una expulsión.
Todos estos números contrastan cuando se analiza la actitud que tienen los árbitros con el jugador del Real Madrid fuera de España. En sus 16 partidos disputados en la Champions League sólo ha visto una cartulina amarilla, mientras que ni en la Supercopa de Europa ni en el Mundial de Clubes, donde disputó de lateral izquierdo tanto la semifinal como la final, tampoco vio ninguna tarjeta.
Por tomar otra referencia, cabe destacar que en la Ligue 1 apenas vio 11 cartulinas en los 67 partidos que disputó en el primer equipo del Rennes, lo que eleva el promedio a una cada 444 minutos, casi el doble que en España.
A todo ello, hay que destacar diferentes agresiones en las que Camavinga ha sido la víctima y que no han sido castigadas ni por los diferentes árbitros de campo ni por los del VAR. La última la vivió en el Benito Villamarín en una acción con Ruibal, pero también ha sufrido la dureza de Lucas Torró en El Sadar o de Samu Castillejo en el partido contra el Valencia.