Mientras el estadio Santiago Bernabéu se vaciaba entre el enfado y la pena por la oportunidad perdida, Carlo Ancelotti acudía a la sala de prensa para dar explicaciones de lo sucedido en el terreno de juego a los periodistas. El Real Madrid había perdido 0-1 la ida de las semifinales de la Copa del Rey ante un Barcelona plagado de ausencias importantes y que se plantó en la capital de España con la única intención de no salir mal parado. Lejos de esto, terminó ganando, de rebote, pero ganando, ante un conjunto blanco que no fue capaz de tirar entre los tres palos. El madridismo se mostraba contrariado tras lo sucedido, pero el italiano, lejos de hacer una mínima autocrítica públicamente, prefirió decir que lo habían hecho bien. Probablemente, la grada no piense lo mismo.
El Real Madrid vivió ante el Barcelona una prolongación del derbi del pasado sábado. Otro equipo con pocas ganas de proponer y que en una acción aislada terminaba batiendo a Courtois. Los blancos se volvieron a enfrentar a un muro que no fueron capaces de superar. Ante el Atlético, un cabezazo de Álvaro Rodríguez evitó la derrota, pero contra los de Xavi no hubo rescate. En ningún momento supieron cómo superar a un equipo bien plantado y que dio una lección defensiva.
A pesar de que Ancelotti asegurase que había sido «un buen partido», la sensación de impotencia que transmitió el Real Madrid fue preocupante. Es cierto que rozaron el 65% de posesión, pero también es verdad que fue un control estéril que no se transformó en ocasiones de gol, lo que llevó a los madridistas a estrellarse una y otra vez contra la zaga del equipo de Xavi, que renunció cualquier estilo o relato del pasado.
Cosas que cambiar
Ancelotti tiene que mejorar la forma en la que su equipo ataca a equipos que se le cierran. Le pasó contra el Atlético y se repitió frente al Barcelona. Hace una semana le metieron cinco al Liverpool en Anfield porque les permitió tener espacios, pero cuando estos desaparecen las ideas se esfuman. ¿El resultado? Meter centros sin mucho sentido que, habitualmente, suelen ser despejados por la defensa rival.
Además, Ancelotti le tiene que dar una vuelta a su apuesta por las vacas sagradas. Si bien es cierto que Benzema no está bien, pero tampoco hay otro, ante el Barcelona volvió a quedar demostrado que Modric y Kroos, cuando juegan juntos, el equipo lo nota. Además, que Valverde, por muy bien que rinda en la banda derecha, donde realmente brilla es en la posición de interior.