El Real Madrid continúa siendo el rey de Copas del baloncesto español. Cuatro años después de ganar su último título en el Martín Carpena de Málaga, este escenario mágico la ha devuelto al trono conquistando la final frente al Barcelona (96-85). El MVP Facundo Campazzo y el dúo francés formado por Vincent Poirier y Guerschon Yabusele impulsaron al equipo blanco a la gloria y ratificaron el cuarto título de la era Chus Mateo, al que solo falta ya por conquistar la Liga Endesa.
Tenía el Madrid una espina clavada con el torneo y otra con el Barça, que le había superado en las cuatro últimas finales de Copa entre ambos equipos, y se arrancó ambas de golpe gracias a un gran cuarto final. Su vigésimo noveno título copera ya está en las vitrinas y vuelve a alejar a dos de distancia a su eterno rival, que se evaporó en los minutos finales.
El gran protagonista de la final fue Poirier. En un torneo al que Tavares no llegaba en su mejor momento de forma, el francés dio otra lección de inteligencia y fuerza bajo los aros y fue el mejor de la final con 17 puntos sin fallo en el tiro (7/7), 8 rebotes y 32 de valoración. No le fue a la zaga su compatriota Yabusele (15 y 9 rebotes), igual que tampoco fallaron Facundo Campazzo (18), que recibió su segundo MVP en una Copa del Rey, ni Dzanan Musa (15). En el Barça, no bastaron los puntos de Jabari Parker (19), Satoransky (15) y Vesely (14).
Empezó mejor el Madrid en la final con un 9-2 de salida que el Barça enseguida borró con la aparición de Satoransky y Parker. Se preveía mucha igualdad y la hubo por arrobas para delicia de los aficionados, que habían venido exactamente a esto. Los dos equipos se conocen a la perfección, quinto duelo ya de la temporada, y el espacio para sorpresas quedaba reducido a la mínima expresión.
Musa y Yabusele tiraron de la nave blanca en el primer cuarto, que se mantuvo inalterada en esos diez primeros minutos, ni un cambio metió Chus Mateo. Más meneó a su equipo Roger Grimau, caso de Nico Laprovittola, que sintió el primer picorcillo de la final con dos triples consecutivos. Un palmeo de Willy lo igualaba sobre la bocina (19-19).
Llegaron los imperiosos cambios del.Madrid y por encima de todos el de Hezonja, que siempre juega con una marchita más ante su ex equipo. El croata descerrajó 12 puntos en el segundo cuarto y a su lado también esprintó Poirier, en un gran estado de forma. El Barça, más coral, activaba a Jabari o Brizuela. Tanto talento había desperdigado sobre la cancha que la liebre podía saltar por cualquier rincón. Nadie escapaba y otra canasta con el tiempo cumplido, en este caso un triple de Kalinic, ponía a los culés arriba al descanso (43-45).
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El combo francés
Más de lo mismo en el tercer cuarto. Una pelea a puñetazo limpio sin que ninguno lograra ni siquiera doblarle las rodillas al otro. Una preciosa batalla de baloncesto, una de esas finales que merecen cada euro de la entrada, cada jugador dando todo lo que tenía dentro. Entre los que sí lograban destacar sobre el resto, Vesely y Deck compartían unos minutos de inspiración, ocho puntos cada uno en el tercer cuarto. El argentino permitía al Madrid llegar al último cuarto con una leve renta (66-63).
Lo pasaba en grande el Carpena mientras planeaba la gran pregunta: ¿Lograría alguien dar un paso al frente, uno de los gordos, y arrinconar por fin a su rival? La respuesta llegó desde la larga distancia y llevó firma francesa: dos triples de Yabusele, sumado a otro de Deck, por fin distanciaron al Madrid y obligaron a Grimau a pulsar el botón de pausa (77-68, min.33).
Vincent Poirier y uno de sus hobbies favoritos: reventar aros 😤
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El campeón ya nunca soltó la manija del partido y lo más cerca que estuvo el Barça de darle la vuelta a la remontada fue el 81-77 que imperaba a falta de cuatro minutos. Irrumpió entonces Poirier, el héroe inesperado de los blancos en esta Copa del Rey, con dos canastas seguidas que volvieron a ponérselo en chino a los culés (86-77). La final había muerto y el Madrid podía celebrar el título sin agobios. El rey de Copas.