Sólo había una noticia que dar, y el Real Madrid se vistió con sus mejores galas para poder informar del gran deseo de presente de la parroquia blanca. El conjunto madridista se sacó los cuartos con una auténtica exhibición en Estambul, uno de los escenarios más complicados de la Euroliga y en el que el cuadro dirigido por Pablo Laso sublimó el baloncesto para poner los dos pies en los Playoffs de la máxima competición continental. Al son de Deck y de un inmenso y con una actuación coral inmensa en defensa, el Madrid demuestra que, pese a las dificultades, se necesita mucho más que un mal año para tumbarle.
Sin red, pero con la confianza de uno de los mejores equipos de la última década en el baloncesto europeo, el Real Madrid llegaba a Estambul para jugar su primera final particular de la presente edición de la Euroliga. Fenerbahce era el escollo a batir si querían estar en cuartos de final, y los pupilos de Pablo Laso pondrían toda la carne en el asador para lograrlo.
Con Llull de vuelta, Tavares entre algodones y los secundarios dispuestos a dejarlo todo para convertirse en protagonistas, los blancos, en la tarde del jueves de azul, comenzaron golpeando a su rival con el juego interior como principal aval. Tyus y Thompkins se erigían en jefes de la zona mientras Tavares, en un rol más secundario, intimidaba desde la lejanía.
Sin embargo el secreto estaba en uno de los jugadores más criticados de la plantilla, un Nicolás Laprovittola que se marchó del primer cuarto con ocho puntos, dos rebotes y tres asistencias, una tarjeta a la altura de su impacto en el partido, sobre todo en lo ofensivo, por fin de sobresaliente. Así las cosas y con una hoja de ruta cumplida de forma inmejorable, el Madrid cerraba el primer cuarto con un 11-23 que reclamaba prudencia, pero permitía soñar incluso con un partido fácil ante uno de los capos europeos.
Llull se apunta a la fiesta del triple
Fenerbahce no lo iba a poner fácil, con jugadores de la talla de De Colo, Brown o Guduric, pero el bombardeo del Real Madrid iba a poner en ebullición el partido. Causeur primero y un renacido Llull después, con cinco triples entre ambos, colocaban la máxima de 20 puntos de diferencia en el luminoso. El Madrid se había puesto la capa de superhéroe, pero los 25 minutos que le restaban al partido ejercían de argumento para seguir sin confiarse. Los cracks de Fenerbahce darían el resto de explicaciones.
Lorenzo Brown, carente de tiro exterior pero efectivo como pocos en la zona, ejercía de contrapunto para un partido en el que todo iba demasiado rodado para el Madrid. Diez puntos del norteamericano lideraban un primer intento de remontada turca, al que el Madrid, mucho más desordenado en defensa, respondía desde la larga distancia con la personalidad de Abalde. El partido reducía diferencias, en sensaciones y marcador, pero se marchaba al descanso 13 arriba para el equipo más necesitado, un resultado de sobresaliente.
Sufrimiento antes de la perfección
La segunda parte apuntaba a ser otra película distinta y un nombre propio sobresalió por encima del resto y colocó al Fenerbahce como guionista del tercer periodo. Nando de Colo, indiscutiblemente uno de los mejores jugadores de Europa, sobresalió por encima del resto para irse hasta los 19 puntos y anotar canastas de todos los colores y sabores sin que los mejores defensores madridistas pudieran pararle. Por suerte para Laso, Nico Laprovittola siguió con su inspiración en el tiro de tres, y eso sirvió para, cuanto menos, llegar con una renta de diez puntos al último cuarto.
El comienzo de los últimos diez de batalla fue inmejorable, con un nuevo triple, el decimocuarto, obra de Gaby Deck. El argentino ha elegido la NBA para la próxima temporada, pero demuestra día tras día que su prioridad está en el presente y en este, responde al escudo del Real Madrid. Deck abrió una veda que ya no se iba a cerrar en lo que restaba de partido. Había un equipo necesitado, jugando una final, y otro para el que simplemente era un partido más.
Podríamos estar varias líneas más hablando del recital anotador de Causeur, del compromiso de Thompkins y Garuba en defensa o del arrebato de Fenerbahce al ver que el partido se le marchaba por paliza, pero basta con cerrar la crónica del partido con lo verdaderamente importante, lo que el conjunto merengue vino a buscar y para lo que activó el modo campeón en el día D. La victoria y los cuartos de final son una realidad para el Real Madrid.