En unos cuartos de final de la Euroliga no importa si la inercia es positiva o negativa, sino la verdadera magnitud de los jugadores que se emplean en un momento, huelga decirlo, de la verdad. El Real Madrid, después de dos meses nefastos en cuanto a sensaciones y resultados, resucitó a tiempo para adelantarse en la serie ante Maccabi Tel Aviv, un outsider a la victoria en la máxima competición continental. Con los franceses Causeur, imperial, y Yabusele como estiletes y el triple como arma de destrucción masiva, el conjunto dirigido por Pablo Laso golpea primero (84-74) en un día en el que hizo disfrutar al Palacio como hacía mucho tiempo que no lo hacía gracias a su versión más competitiva.
Con Yabusele como sospechoso habitual a la hora de destacar jugadores del Real Madrid en lo ofensivo, lo de Fabien Causeur fue una gran noticia, en los últimos meses antes del fin de su contrato, con renovación en entredicho. Curtido en mil batallas de este calibre, el escolta francés se echó el equipo a las espaldas en unos tres primeros cuartos de fino estilista, tanto en las entradas a canasta como, sobre todo, desde el 6’75, línea desde la que el Madrid fraguó su ventaja ante un competitivo Maccabi.
No resultó nada sencillo para un Madrid que estuvo de notable alto pero al que le faltó el último paso para dominar el partido a sus anchas. Teniendo en cuenta de dónde venía al equipo, hay que conformarse sobradamente con lo visto en cancha, pero para llevarse la serie y, posiblemente, la Final Four, el nivel no puede bajar de aquí y, a ser posible, subir en cuanto a continuidad.
En el debe del Real Madrid, que no tenía a Deck, uno de sus pilares, por un inoportuno contagio de coronavirus, estuvo en la producción ofensiva de la que a priori es su posición principal en el roster. Los pívots, Tavares y Poirier, no ponderaron prácticamente en aro contrario pero compensaron en el propio, destacando sobremanera en la faceta taponadora. No pudieron evitar los ‘5’ los momentos de trance de Reynolds y Sorkin pero sí lograron contener el tanteo alto propuesto por ambos equipos en un primer partido digno de eliminatoria de Euroliga.
El clásico gran Madrid
La ventaja al descanso para el Madrid era considerable y en el tercer cuarto, pese a la resistencia de Maccabi, los blancos consiguieron el maquillaje necesario para que el luminoso quedara con los mismos nueve de adelanto sobre los israelíes, bien nutridos como se preveía en un Palacio que, pese a todo, rugía en blanco gracias al acierto de Yabusele y el impacto de Causeur en el partido.
También Nigel Williams-Goss, notable en ataque y en defensa, fue el base que necesitaba el Real en un partido de máximo calibre. El norteamericano tuvo los bemoles para jugarse los ataques decisivos con sólo tres minutos en el tiempo restante, fallar, y seguir compitiendo hasta enganchar cuatro puntos consecutivos. Por entonces Rudy, que ya era el ‘4’, desequilibraba para bien en defensa y ataque, el Madrid ya era el Madrid y la victoria estaba prácticamente atada merced a uno de los mejores pases del año de un equipo que, pese a todo lo sucedido, sigue teniendo intacto el gen ganador.