Así es como expropiaron al empresario Joaquín Parra el Badajoz con una compra ficticia y una devolución pendiente

Joaquín Parra, ex dueño del Club Deportivo Badajoz, pide lo que es suyo: la propiedad del club extremeño. Seis años después de hacerse cargo de este equipo, Parra solicita que le devuelvan el control y las acciones del Badajoz, de las que compró el 99,75%. Parra llevó al club pacense a los mayores logros deportivos de las últimas décadas (aunque el actual Badajoz es una refundación, de 2012), asentándose en la tercera categoría del fútbol español, estando muy cerca de subir a Segunda División y jugando varias veces la Copa del Rey.

Joaquín Parra invirtió unos 4,6 millones de euros en el Badajoz, pero fue detenido en 2021, y encarcelado de forma provisional, por un presunto delito fiscal que todavía no se ha demostrado. Con el dueño en prisión, el Badajoz entró en una etapa muy difícil, incapaz de pagar los gastos más habituales, como las nóminas de sus futbolistas o empleados.

Con «graves amenazas y daños en el patrimonio de la familia», Joaquín Parra acabó vendiendo el Badajoz, pero el asunto es que quien lo compra, la empresa Lanuspe, cuya cara visible es la familia Oliver, no llegó a pagar los 1,5 millones de euros que estaba pactado. Entre ellos también está el famoso Nicolás Vallejo-Nájera ‘Colate’, que ha ejercido el cargo de vicepresidente del club.

En la venta, aprobada por el juzgado, se recoge claramente que «el impago de que cualquiera de las cantidades pactadas por el comprador suponga la resolución del contrato y que vuelva la titularidad de las acciones, representativas del 99,75% del capital social de la sociedad Club Deportivo Badajoz S.A.D., al vendedor».

Así, y habiéndose incumplido el contrato, ya que no se ha pagado la cantidad de la venta, el Badajoz debería volver a ser propiedad de Joaquín Parra, que pelea por ello, para que le devuelvan lo que es suyo. El empresario solicita que el alcalde de la ciudad, Ignacio Gragera (PP), le atienda para solucionar este asunto. Denuncia «el engaño sufrido y su propósito de recuperar el club».

Además, avanza que el próximo mes de julio sentará en el banquillo de los acusados a Luis Díaz-Ambrona, el primer presidente que nombró Luis Oliver en el Badajoz, por un delito de calumnias, ya que acusó de forma falsa a Joaquín Parra de haberse quedado con la recaudación de una taquilla.

El Estadio Nuevo Vivero

Además, en su etapa como presidente y propietario del Badajoz, Joaquín Parra hizo una reforma importante del Estadio Nuevo Vivero, cuyo propietario es el Ayuntamiento, pero que bajo su presidencia y con su inversión se mejoró. Se cambiaron las 15.000 butacas que tiene el estadio y se reformaron la sala de prensa, los vestuarios, la lavandería, las cabinas de prensa, el gimnasio, la zona de saunas y piscinas y la tienda oficial.

Todo eso hizo que el Nuevo Vivero fuera un estadio preparado para el fútbol profesional (Primera o Segunda División), categoría a la que finalmente no llegó tras la decisión de detener y meter en prisión a Parra, y para que allí pueda jugar la selección española. Un legado que ayuda a la ciudad de Badajoz y a Extremadura en su conjunto.

Un triste presente deportivo

Al aspecto judicial y la propiedad del club, se une el caos deportivo en el que vive el Club Deportivo Badajoz, el equipo que representa a la ciudad con más población de Extremadura. El Badajoz jugará la próxima temporada otro año más en Tercera RFEF -quinta categoría del fútbol español- tras haber sumado varios descensos consecutivos y ser incapaz este año de lograr el ascenso, eliminados por el Llerenense en la penúltima ronda de esos playoffs de ascenso.

Con Joaquín Parra como propietario, el Badajoz vivió una etapa mucho mejor, jugando varias veces la Copa del Rey (y un año eliminando a Las Palmas y Eibar, entre otros), y estando muy cerca de ascender a Segunda División.