La Sala II retrata al ‘activista’ García Ortiz
Dice el ministro de Justicia que no puede ser que alguien en la España de hoy pueda cometer un delito para deshacer un bulo. ¿Alguien me puede decir dónde ha estudiado Derecho este pequeño pitagorín?, convertido en uno de los edecanes más desaforados del régimen que capota.
Vamos a ver: la Sala II del Tribunal Supremo (penal) presidida por Manuel Marchena (presidente), compuesta por Juan Ramón Berdugo, Antonio del Moral, Susana Polo (ponente) y Carmen Lamela, todos ellos respetados entre sus compañeros más allá de las ideas y la ideología, que saben Derecho, que llevan muchos años aplicando las leyes, que han mamado lo que es un Estado de derecho, han estudiado a fondo los legajos remitidos por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid a propósito de la actuación del fiscal general, Álvaro García Ortiz, claramente incapacitado técnicamente para el cargo, en sendas denuncias de particulares. Y el Alto Tribunal ha sustanciado que, en efecto, hay indicios claros de que García Ortiz, el íntimo amigo de la Lola Delgado y de la izquierda, conculcó el Código Penal revelando secretos que no podía, ni debía. Punto.
Oír o leer a la desaforada brunete mediática sanchista poniendo en almoneda el criterio de cinco magistradas (os) del Supremo es algo que conduce directamente a la melancolía. Creen, o lo que sea, que a estos magistrados probos y solventes les ha tocado su toga en tan relevante Tribunal como la Fiscalía General a García Ortiz, en una tómbola gallega.
Luego, algunos intentar envenenar contra el magistrado instructor de la causa, Ángel Hurtado, al que le ha tocado por turno establecido meter la lupa en el desaguisado penal. Recuerdan que se negó a firmar la sentencia Gürtel urdida por José Ricardo de Prada, ampliamente conocido en los sectores de extrema izquierda, y el juez durmiente de cuyo nombre y apellidos no recuerdo. Claro y llevaba razón. Se la dio el pleno de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y posteriormente la Sala II del Supremo a donde llegó años más tarde por méritos profesionales.
La Agencia EFE, botón de muestra –ya sabe el lector quién manda en el medio oficial– titulaba a propósito del aval del Consejo Fiscal a Álvaro García: «La mayoría de la cúpula fiscal respalda la continuidad de García Ortiz como fiscalgeneral».
Resulta que, en realidad, 13 fiscales le han pedido abiertamente y a la cara su dimisión; 9 lo han apoyado; 5 no han hablado y 5 se fueron. Las redes sociales bramaban contra EFE, medio público al que acusan de publicar noticias sin contrastar. Y remataban: El periodismo a muerto.
Desde el 1 de junio 2018, primer día de Pedro con colchón nuevo en palacio hasta el día de hoy, podemos titular con justeza a cinco columnas y en negrita: «Sánchez lo corrompe todo».
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