Opinión
PRIMERA LÍNEA

Cornudos, apaleados y encima aplaudiendo

Gustavo Petro, en su juventud guerrillero del M19 y actual presidente de Colombia, ha venido de visita oficial a España, no sin antes emplearse en palabras gruesas, despectivas, menospreciando a nuestro país. Pese a ello, aquí ha sido recibido con alfombra roja, el collar de Isabel la Católica y el exagerado aplauso de los congresistas puestos en pie, los del PP incluidos, mientras los diputados de Vox abandonaban el hemiciclo en protesta por sus descalificaciones hacia España horas antes de aterrizar en Madrid. La imagen dejaba una soberanía nacional, cornuda, apaleada, y aplaudiendo.

Los habrá probablemente que calificarán el desplante de Vox como gesto de mala educación, incluso descortés hacia Colombia en su conjunto. Pero también habrá quienes pondrán en valor el hecho de que representantes de la soberanía nacional –los 52 diputados de Vox y solamente ellos- hayan dejado claro que la dignidad nacional jamás se pondrá de rodillas ante los regímenes totalitarios –de hecho o en curso- afines al Foro de Sao Paulo.

Debe apuntarse que los parlamentarios se pusieron en pie como reacción a la salida de los parlamentarios de Vox, arreciando con fuerza sus aplausos. Incomprensible que los del PP le siguieran el juego a la extrema izquierda. El propio Petro comenzó su discurso diciendo que ya le gustaría recibir en su propia Cámara de representantes un aplauso tan vivo y continuado como el que acababa de presenciar entre incrédulo y sobrepasado. En realidad, la extrema izquierda Frankenstein se limitaba a jalear a lo grande a uno de los suyos, que la guerrilla desde los años 60 siempre fue una debilidad para los progres de toda nacionalidad y condición. ¿El PP? De ridícula comparsa.

Por supuesto, los diputados socialistas y podemitas por Baleares ahí estaban puestos en pie, repartiendo mambelletes a paladas. Esa imagen -no lo podía evitar- me retrotraía a los inicios del octeto progre, con la charlotada esa de la comba protagonizada por diputados de izquierdas ante el Parlament, para celebrar la derogación de la Ley de Banderas de José Ramón Bauzá, y años después demonizando el Govern -liderado por la socialista Lady HatBar- a los alumnos de secundaria por exhibir la bandera de España en un colegio religioso de Palma que es España también. Por si alguien lo ha olvidado.

La bochornosa imagen del Congreso de los Diputados, postrado a los pies de un populista de extrema izquierda con pasado terrorista, que además se había permitido insultar a España con palabras que bien merecían cancelar su visita de Estado, al menos hasta que pidiera disculpas, no es ajena a lo que sucede a diario en el Parlament balear, donde los diputados de extrema izquierda que conforman la mayoría absoluta, a la mínima que pueden se muestran sumisos ante personajes como Petro y situaciones que participan de los postulados totalitarios del grupo de Puebla. Es la extrema izquierda que, según los sondeos, registra un empate técnico con el centroderecha

¿De verdad, como votantes, nos enamora Venezuela, Nicaragua o Cuba? Es lo que parece, atendiendo a la buena salud de la extrema izquierda balear. Lo dijo Abraham Lincoln: «Es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo». Lo dijo Jules d’Aurevilly: «Siempre habrá soledad para aquellos que son dignos». Lo dijo Martin Luther King: «Nadie se nos montará encima si no doblamos la espalda». La actitud servil de los diputados del Congreso que son depositarios de la soberanía nacional no se corresponde con las certezas que encierran los entrecomillados.

Tampoco obviamente lo que traslada este titular de OKBALEARES: Entidades multisubvencionadas por Armengol –lady HatBar o sea- piden el voto para la continuidad del actual Govern. Coincidiendo, además, con el anuncio de destinarles en los próximos dos años otros 3,16 millones de euros. A eso se le llama comprar votos con la chequera en la mano. Si Pedro Sánchez, hace unas fechas, obraba el milagro de los panes y los pisos, Armengol no podía ser menos. En fin. El 28M nos veremos en los colegios electorales.