¿Por qué cambiar los neumáticos de invierno por los de verano?
Los neumáticos de invierno es algo que por suerte se está extendiendo cada vez más entre los conductores españoles. Como sabrás, son unas gomas realizadas de una forma especial para que el nivel de adherencia y seguridad aumente cuando las condiciones climáticas no acompañan. Pero, ¿son aptos para su utilización en verano? Poder, puedes rodar con ellos, pero no es nada recomendable.
A pesar de la popularización de este tipo de neumáticos, parece que las costumbres de quienes los usan no son del todo adecuadas. A pesar de la información que indica que los neumáticos de invierno no rinden de forma adecuada en clima templado, un sorprendente número de conductores no se molestan en cambiar a neumáticos de verano, lo que puede derivar en un notable déficit de rendimiento y seguridad.
Con sus componentes especiales y su diseño de la banda de rodadura, el diseño de los neumáticos de invierno les permite permanecer blandos y flexibles en condiciones de frío, proporcionando tracción y agarre a bajas temperaturas en superficies secas, mojadas y heladas. Sin embargo, a medida que la temperatura aumenta, las gomas de invierno pierden estos beneficios, el agarre disminuye y la banda de rodadura comienza a desgastarse más rápidamente. O lo que es lo mismo, se vuelven inseguros.
Los neumáticos de verano utilizan un compuesto más duro que ayuda a que no se reblandezcan con el calor, convirtiéndose en resbaladizos durante los meses que vamos a afrontar. Ante temperaturas más altas, los neumáticos de verano proporcionan un mejor rendimiento que los neumáticos de invierno en todo tipo de terreno, particularmente en el frenado y la manipulación, resistencia al desgaste, resistencia al rodado y ahorro de combustible.
Pruebas realizadas por el fabricante de gomas Bridgestone muestran que el rendimiento entre los neumáticos de verano e invierno en términos de frenado y conducción en temperaturas más cálidas pueden variar entre un 30% y un 8% respectivamente, dependiendo de las condiciones de la vía y de la temperatura. En climas húmedos, con una temperatura ambiente sobre 30 grados, un vehículo equipado con neumáticos de verano de buena calidad tiene una distancia de frenado hasta un 30% menor que la de un vehículo equipado con neumáticos de invierno. En algunas condiciones, esta diferencia puede incluso igualar dos veces la longitud del coche.
La costumbre de tener un neumático para verano y otro para invierno no supondrá un gasto extra. Si bien tendremos que comprar ocho gomas, nos durarán el doble de lo habitual al utilizar cada juego durante la mitad del año.
Además de cambiar al neumático apropiado para cada estación, es también esencial prestar la atención adecuada a los neumáticos. Para una conducción segura, especialmente en el manejo y en el frenado, las dos pautas más importantes son comprobar regularmente la presión de inflado de los neumáticos y la profundidad del dibujo -por ley, ha de tener 1,6 mm, aunque se recomienda no baja de los 3 mm-.
Lamentablemente, investigaciones europeas afirman que el 76% de los automovilistas no comprueban la presión de las gomas una vez al mes, mientras que un 54% solo comprueba la profundidad del dibujo una vez al año o, directamente, nunca. Cambiemos esto, nuestra vida está en juego.