Siete pistas infalibles para saber si tu médico estético es de verdad… o un impostor
La Sociedad Española de Medicina Estética alerta: el 65% de los pinchazos se hacen en manos no cualificadas
Un 15% de las consultas en clínicas oficiales ya son para reparar daños de tratamientos ilegales
Lo barato sale caro: lo que empieza como un retoque exprés puede acabar en infecciones, necrosis y cirugías reparadoras

Seguro que has oído hablar de la peluquera del barrio que, además de cortarte las puntas y hacerte las cejas con hilo, te ofrece un ‘pinchacito’ para ‘quitarle las arrugas’ en la trastienda. O de la cafetería donde, entre café con leche y croissant, alguien te propone un relleno de labios exprés “porque sale más barato que en la clínica de la milla de oro”. El fenómeno es tan surrealista como real: cada vez más personas se inyectan toxinas y rellenos en sitios que no son centros médicos. El resultado, lejos de un filtro permanente de Instagram, suele terminar en consultas de urgencias. De hecho, un 15% de las nuevas consultas en clínicas acreditadas se deben ya a efectos adversos de estos tratamientos ilegales.
La trampa está en el precio. Un vial de ácido hialurónico de laboratorio serio cuesta entre 100 y 150 euros solo en materia prima. En una clínica con licencia, un tratamiento completo de relleno oscila entre 250 y 500 euros, dependiendo de la zona. En cambio, en la pelu de la esquina o en el salón clandestino de turno, te ofrecen el ‘milagro’ por 30 o 50 euros. ¿Cómo lo logran? Fácil: productos del mercado negro, sin trazabilidad, almacenados en condiciones dudosas, a veces rebajados con suero fisiológico para que cundan más. En palabras de la doctora Elena Berezo, directora médica de Clínicas EB: “Claro que baja el precio, pero a costa de la calidad. Y materiales que valen 100 euros se están vendiendo a 18”.
El profesional viste bata médica, además de guantes, reforzando la idea de un tratamiento sanitario. (Gtres)
Lo barato, en estética, suele salir carísimo. Debemos recordar que son actos médicos. Requieren historia clínica, seguimiento y la intervención de un profesional cualificado. Y aquí viene la primera alerta: solo un médico puede infiltrar ácido hialurónico y bótox, y únicamente en clínicas con licencia sanitaria U48, el distintivo que otorga la Consejería de Sanidad a los centros sanitarios autorizados.
Y ahora lo importante: cómo saber que estás en el sitio correcto y no en una trastienda peligrosa. La doctora Berezo lo explica claro y sin rodeos: lo primero es comprobar que el centro tiene licencia sanitaria visible y oficial; lo segundo, asegurarse de que quien te va a pinchar es un médico, con bata, chapa identificativa y número de colegiado. Después, hay pequeños gestos que marcan la diferencia entre lo legal y lo clandestino. El producto debe sacarse de la nevera delante de ti, no de un cajón improvisado. El envase tiene que estar cerrado y abrirse en tu presencia. Te deben mostrar la marca, el modelo y la fecha de caducidad de la jeringa. El vial es siempre de un único uso, jamás se ‘guarda lo que sobra’ para otra sesión. Y, sobre todo, el médico debe explicarte con calma y detalle por qué escoge ese producto y no otro, porque esa elección no es aleatoria, responde a tu caso clínico.
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Si falta alguno de estos pasos, estás en el lugar equivocado. Y los riesgos no son pequeños: infecciones, necrosis, asimetrías, rellenos migrados y hasta cirugías reparadoras posteriores que multiplican por diez lo que pensabas ahorrar. Ese ‘retoque rápido’ que prometía labios perfectos por 40 euros puede acabar convirtiéndose en un calvario estético y económico.


Siete pistas infalibles para saber si tu médico estético es de verdad.
La conclusión es tan ácida como inevitable: que tu peluquera te corte el pelo, que tu esteticista te haga las uñas y que tu médico estético te pinche lo que deba pincharte. Porque no hay filtro ni descuento que valga más que tu salud.