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Son muchos los edificios señoriales, castillos y palacios que se extienden por nuestra geografía. Lugares que se han convertido en testigos de la historia, de acontecimientos que han quedado grabados en la memoria colectiva, pero también de anécdotas y eventos de carácter más personal que no han trascendido. Los palacios de España son una fuente directa de los detalles que han marcado el paso del tiempo y entre sus muros han tenido lugar algunos de los momentos decisivos para nuestro país.
El palacio de Monterrey en Salamanca. / Gtres
Ahora, el catedrático de la Escuela de Arquitectura de Toledo Ignacio González-Varas Ibáñez quiere invitar a los lectores a emprender un impresionante viaje histórico y cultural por algunos de los edificios más emblemáticos de nuestro país. En con Palacios de España, se hace un variado y ameno recorrido profusamente ilustrado a través de veinticinco palacios y casas señoriales de toda la geografía patria, desde Madrid a Barcelona, pasando por Boadilla del Monte, Valladolid, Sevilla, Santander, Burgos, Guadalajara, Salamanca, Toledo, Cáceres, Trujillo, Úbeda, Olite, Pedrola, Pontevedra, Valencia, Cudillero o Lejona; así como desde los orígenes de estos edificios en el siglo XIV hasta su extinción en las primeras décadas del siglo XX.
Los salones y estancias de los palacios han sido habitados y visitados por reyes, príncipes y cortesanos, por militares, políticos y estadistas, por artistas, eruditos y literatos, y entre sus muros se han desarrollado algunos de los episodios más importantes de nuestra historia. Por eso, en este libro se ahonda no solo en los elementos arquitectónicos o decorativos, sino también en aspectos culturales y sociales que rodearon estos centros de poder en el momento de su máximo apogeo.
El Castillo de Olite, en Navarra. / Gtres
Los palacios fueron escenarios privilegiados para la celebración de fiestas y recepciones, para la organización de veladas culturales o para la fastuosa exhibición de colecciones de arte. Pero también de algunos episodios luctuosos, como el triste fallecimiento de la emperatriz Isabel de Portugal en el Palacio de Fuensalida de Toledo o la muerte de Felipe el Hermoso en el Palacio del Cordón de Burgos.
Algunos de estos edificios también han sido testimonio de las azarosas vidas de personajes caídos en desgracia. Destaca, por ejemplo, la triste historia del Príncipe de Viana, tímido, sentimental y amante de las artes, hermanastro de Fernando el Católico, que estuvo a punto de casarse con Isabel la Católica, matrimonio que hubiera cambiado la historia de España, pero que fue víctima de la ambición de su padre Juan II de Aragón que le arrebató su Palacio Real de Olite, la última morada de los reyes de Navarra. O la vida del infante don Luis de Borbón, hermano del rey Carlos III, que, ante los recelos del monarca por la sucesión al trono, tuvo que abandonar su palacio de Boadilla del Monte y retirarse a vivir en Arenas de San Pedro, más lejos aún de la corte.
Portada del libro./ Cortesía
“Cada palacio es portador de una historia propia y específica que puede leerse de modo individual; pero este libro también ofrece una visión amplia e integral de la evolución de la arquitectura palaciega”, explica el autor, de la misma manera que esconden misterios y anécdotas. Por ejemplo, en el libro se cuenta la leyenda de la princesa mora en el Tajo, los veranos de reyes en el Norte de España, o el apogeo de la moda inglesa. También se presentan historias de fantasmas y de amores ilícitos, quizás los relatos que más llaman la atención de los lectores.
“Un palacio es, ante todo, un edificio que ha servido de alojamiento y residencia de una familia. Pero a esta función utilitaria rápidamente hemos de sobreponer un cometido simbólico, pues el palacio es también la representación de la Casa, esto es, de la estirpe y el linaje, expresados en la heráldica y en el majestuoso porte de estos edificios. El libro recorre cada palacio para mostrar su arquitectura, sus espacios domésticos y públicos, sus jardines y su decoración interior y exterior. En este periplo surgen los nombres de los arquitectos, aparejadores, decoradores y artífices de toda condición que hicieron de muchos de estos palacios un compendio de las artes”, comenta el autor.
Palacio de la Magdalena en Santander. / Gtres
Nuestro país cuenta con un vasto y destacable patrimonio cultural de palacios y casas señoriales, lo que ha hecho complicado seleccionar los más importantes, o los más interesantes. Un total de veinticinco, muchos de ellos vinculados a la evolución de la monarquía como el Palacio Real Nuevo que sustituyó al viejo Alcázar de Madrid que se incendió en la Nochebuena de 1734 o los Reales Alcázares de Sevilla. No faltan el Palacio Real de Valladolid, sede de Felipe III; el Palacio Real de Pedralbes o el Palacio Real de la Magdalena de Santander, que se asocia con los veraneos de la familia de Alfonso XIII.
Más allá de los palacios vinculados a la Corona, este libro aborda el patrimonio palaciego de algunas destacadas familias nobiliarias, como los Infantado y su palacio de Guadalajara, los Condestables de Castilla y el Palacio del Cordón de Burgos, los Villahermosa y el Palacio de Pedrola, los Medinaceli y el Pazo de Oca o los Alba y sus palacios de las Dueñas en Sevilla y de Monterrey en Salamanca.