Intento de suicidio, drogas y un derrame cerebral: El ocaso de James Hewitt, primer "amante oficial" de Diana de Gales
La sombra de James Hewitt siempre fue la más alargada de la de los probables y los confirmados amantes de Diana de Gales. El nombre del jinete es el que ha sonado con más fuerza a lo largo de los años, no solo porque con él mantuvo una relación de un lustro, sino también por el parecido que guarda con el hijo mejor de Carlos de Inglaterra. Pero no, James Hewitt no es el padre del príncipe Enrique y no podría serlo en modo alguno.
Diana de Gales y James Hewitt en una imagen de archivo / Gtres
Su romance con la malograda princesa empezó en 1986, dos años después del nacimiento del pequeño de sus hijos. Las fechas no cuadran y los números nunca mienten. Sin embargo, pese a que muchos consideran que el cardiólogo Hasnat Khan fue el verdadero acreedor del amor más profundo de Diana, lo cierto, es que Hewitt también ocupó un lugar muy importante en su vida.
James Hewitt pictured in his household cavalry officer uniform.
El ex militar ha dejado ya muy atrás su época de gloria y su presente se tiñe de gris si lo comparamos con el oropel que adornaba su pasado. Hewitt era todo un símbolo del potencial de la Gran Bretaña, al menos hasta que se descubrió su relación adúltera con la que fuera mujer del heredero a la Corona.
Los príncipes de Gales el día de su boda / Gtres
La historia entre Hewitt y Diana comenzó en 1986 y duró hasta 1991, año en que el jinete se marchó «oportunamente» a la guerra. Su romance se solapó en el tiempo con el de Carlos con Camilla Parker. Sin embargo, aunque muchos especulaban con su idilio, no fue hasta 1995, un año antes de firmar el divorcio, cuando Diana reconoció abiertamente la relación en una entrevista en televisión.
James Hewitt en una imagen de archivo / Gtres
La suya fue una relación clandestina que salió a la luz cuando Diana lo confesó ante las cámaras, al tiempo que aireaba otros trapos sucios de su matrimonio con Carlos de Inglaterra. No hubo ruptura en el sentido estricto del término, simplemente, «se fueron alejando, no podían verse tanto como querían» – confesó el jinete tiempo después. Sus furtivos encuentros en una casa de campo propiedad de la madre del ex militar fueron espaciándose cada vez más hasta quedar en el recuerdo. Diana se sintió «abandona», mientras que Hewitt aseguró que: «No me arrepiento. Hubo algunas cosas que no estuvieron bien, pero no todo. Creo que era bastante fácil enamorarse de ella, así que se me puede perdonar por eso». Unas palabras que contrastan radicalmente con su actitud, ya que intentó lucrarse con la memoria de Diana e incluso aseguró que estuvo sumido en una fuerte depresión que casi le lleva al suicidio. ¿Casualidad o interés? Para muchos británicos, Hewitt representa el ejemplo perfecto de persona interesada.
James Hewitt en una imagen de archivo / Gtres
Desde su ruptura con la Princesa, la vida de Hewitt ha sido un cúmulo de despropósitos. Intentó orientar su carrera hacia el mundo empresarial sin éxito e incluso abrió un ruinoso bar de copas en Marbella. A la par que dilapidaba su patrimonio, el tiempo hizo mella en su aspecto. Cada vez más envejecido y descuidado, coqueteó con las drogas y el alcochol, algo que finalmente le pasó factura. Nunca se confirmaron sus adicciones, pero la cara es el espejo del alma y apenas puede disimular los estragos de mala vida.
James Hewitt en una imagen de archivo / Gtres
Hoy, aunque mantiene su regio y elegante porte, vive en un modesto piso propiedad de su madre en la zona de Devon . A sus casi 60 años, Hewitt arrastra serios problemas de salud, hasta el punto de que a mediados de este año sufrió un derrame cerebral y un infarto en su domicilio que le obligaron a permanecer ingresado casi dos meses y que casi le cuesta la vida. Joven todavía, su mala salud es un claro reflejo de los excesos cometidos en el pasado y que le han llevado a debatirse entre la vida y la muerte los últimos meses.
James Hewitt en una imagen de archivo / Gtres
Aunque aparentemente guarda un buen recuerdo de su romance con Lady Di, Hewitt ha demostrado no tener escrúpulos. Sin embargo, quizá por ambición, por necesidad o por puro egocentrismo, el exjinete ha intentado en varias ocasiones comerciar, sin éxito, con la memoria de la que fuera su amante. En 2003 trató de vender 64 cartas de amor de la Princesa por las que nadie mostró interés en una clara muestra de respeto a la memoria de la madre de los príncipes Guillermo y Enrique. Ahora Hewitt está más solo que nunca y vive del recuerdo de la que fue su etapa más gloriosa.