Zuckerberg y su ‘búnker’ millonario: la sombra que inquieta a los vecinos de Palo Alto
Desde 2011, Mark Zuckerberg ha adquirido más de 11 propiedades en Crescent Park
Los vecinos se quejan por las constantes obras, la vigilancia intensiva y el uso no autorizado de una casa como escuela privada
A pesar de las protestas y vacíos legales, Zuckerberg sigue expandiendo su dominio en la zona


El barrio residencial de Crescent Park, en Palo Alto, California, tradicionalmente conocido por su tranquilidad y comunidad de profesionales de Stanford, ha visto cómo su esencia se ha transformado drásticamente desde que Mark Zuckerberg comenzó a expandir su presencia inmobiliaria en 2011. El fundador de Facebook, ahora Meta, adquirió inicialmente una mansión de 520 metros cuadrados, pero rápidamente fue comprando propiedades vecinas, acumulando al menos 11 casas y gastando más de 110 millones de dólares para crear un enorme complejo privado. Este paraíso personal incluye no solo la residencia principal para su esposa Priscilla Chan y sus tres hijas, sino también varias casas para invitados, una cancha deportiva, piscinas y una peculiar estatua de su mujer, lo que ha generado incomodidad entre los vecinos debido al impacto en la vida comunitaria y las constantes obras.
Desde 2012, Zuckerberg demolió y reconstruyó varias viviendas para formar una barrera de privacidad, mientras que en los últimos años ha comprado incluso más propiedades bajo sociedades limitadas con nombres secretos para evitar atención pública. Además, una de sus casas ha funcionado como una escuela privada para 14 niños, incluido parte de su familia, a pesar de que esto viola normativas municipales que prohíben actividades comerciales o educativas sin permisos especiales en zonas residenciales. La gestión del magnate ha generado protestas vecinales por la ocupación progresiva del barrio, el ruido constante de las obras que se prolongan por años y un despliegue de seguridad extrema con cámaras y guardias privados que controlan y cuestionan a visitantes en las calles públicas.
Mark Zuckerberg en una convención. (Foto: Gtres)
La expansión subterránea de Zuckerberg también llama la atención: se han excavado más de 650 metros cuadrados en sótanos, que los vecinos han apodado como «búnkeres» o «cueva del murciélago», en un proceso que ha supuesto gran molestia por la maquinaria pesada y las interrupciones diarias. A pesar de las quejas, el Ayuntamiento de Palo Alto ha concedido numerosos permisos para las remodelaciones, aunque algunos concejales reconocen que el caso de Zuckerberg ha revelado vacíos legales que se están intentando corregir para evitar que la ciudad pierda su carácter y se convierta en un enclave exclusivo para multimillonarios aislados. La convivencia comunitaria, antes marcada por fiestas vecinales y relaciones cercanas, se ha resentido, y varios residentes sienten que su barrio se ha convertido en una extensión privada de la fortuna del creador de Facebook, generando tensiones y un cambio profundo en el estilo de vida del área.
Además, Zuckerberg no es el único magnate tecnológico que ha generado controversia con su modo de vida. Figuras como Jeff Bezos, con bodas de lujo en Venecia, o Elon Musk, con complejos residenciales gigantescos para sus numerosos hijos en Texas, también han provocado malestar en sus entornos por el impacto de su riqueza ostentosa y la alteración de comunidades. En Crescent Park, la situación parece haberse convertido en un símbolo de esta tendencia: un barrio histórico, pacífico y comunitario, que ahora debe convivir con la transformación impuesta por uno de los empresarios más poderosos del mundo, con todo lo que ello implica en términos de privacidad, seguridad, exclusividad y el costo de la convivencia vecinal. Aunque Zuckerberg ha intentado suavizar la tensión con pequeños gestos hacia los vecinos, como enviarles regalos y adoptar vehículos eléctricos para reducir el ruido, el cambio ya es irreversible, y Crescent Park es hoy un reflejo palpable del poder y la influencia de la élite tecnológica en California.