POLÉMICA

Jamón, erizos y corrupción: la ruta gastro de la trama Koldo en Madrid

Varios restaurantes de Madrid se convirtieron en puntos de reunión de la denominada trama Koldo

Las investigaciones de la UCO señalan que estos encuentros estuvieron relacionados con adjudicaciones, licencias y otras operaciones

Facturas y tickets de estos locales forman parte del sumario judicial

Ábalos, Claudia Montes y Santos Cerdán. (Foto: Gtres)
Ábalos, Claudia Montes y Santos Cerdán. (Foto: Gtres)

En Madrid, la alta gastronomía y la política han encontrado un curioso punto de encuentro: varios restaurantes de la capital se convirtieron en escenario de reuniones clave de la conocida como trama Koldo, donde empresarios, políticos y directivos debatían negocios mientras disfrutaban de jamón ibérico, gambas a la plancha y erizos de mar. La investigación de la UCO revela que locales como La Chalana, La Paloma, La Tragantía y Jai Alai no fueron elegidos por casualidad, sino por su combinación de discreción y prestigio, convirtiéndose en los improvisados despachos de un grupo vinculado al PSOE.

Uno de los primeros puntos de esta ruta gastronómica fue La Chalana, en la calle Santo Domingo de Silos, 6. Allí, Koldo se reunió con el ex subsecretario del Ministerio de Transporte, Jesús Manuel Gómez García, y con Vicente Calzado, director general de EMFESA. Los menús no eran precisamente austeros: la ración de jamón o de langostinos gordos cuesta 25 euros cada una. Según fuentes judiciales, estos encuentros combinaban conversación política y comidas generosas, un patrón que se repetiría en el resto de la ruta.

Santos Cerdán durante una declaración. (Foto: Gtres)

Santos Cerdán durante una declaración. (Foto: Gtres)

Jai Alai, en la calle Balbina Valverde, 2, también aparece en los informes. Allí, Aldama declaró haber coincidido con Ángel Víctor Torres, entonces presidente del Gobierno de Canarias, en 2020. Entre bacalao al pilpil (24,78 euros) y jamón de Jabugo 5J (27 euros), se debatían asuntos de interés estratégico mientras los comensales degustaban gambas al ajillo o foie micuit, un entrante que supera los 30 euros. La combinación de lujo gastronómico y discreción estratégica parecía formar parte del modus operandi de la trama.

En La Tragantía, los encuentros adquirieron un carácter aún más confidencial. Koldo y Aldama se citaban en zonas apartadas de la cafetería, mientras que reuniones con José Luis Ábalos y otros altos cargos se registraban en fechas distintas para pasar inadvertidas. El último informe de la UCO incluso apunta a encuentros con el director de Gabinete del Ministerio de Transición Ecológica, en busca de licencias relacionadas con hidrocarburos. Los platos estrella, jamón ibérico y gambas a la plancha, rondaban los 28 euros, un lujo discreto que acompañaba a negocios de gran calado.

Otro lugar destacado es La Paloma, en la calle Jorge Juan, con su terraza señorial y su carta selecta. Investigaciones señalan que empresarios como Antxon Alonso, Justo Vicente Pelegrini y Santos Cerdán habrían mantenido reuniones allí. Los responsables del restaurante han negado los encuentros, defendiendo la confidencialidad de sus clientes, pero los informes y facturas registradas sugieren lo contrario. La ración de jamón ibérico alcanza los 31,50 euros, un precio que refleja el nivel del establecimiento y, al mismo tiempo, la discreción que buscaban los implicados.

Otros locales de la ruta incluyen Sadazón, donde se registraron 49 operaciones por un total de 7.470 euros con tarjetas vinculadas a la trama, y La Bola de Sevilla, ligado a la operación Leire Díez y propiedad del ex presidente de la SEPI Vicente Fernández. Completa el mapa gastronómico el Bar Franky y la cantina del Hipódromo de Madrid, lugares más modestos pero igualmente presentes en la investigación.

Koldo García en la Audiencia de Madrid. (Foto: Gtres)

Koldo García en la Audiencia de Madrid. (Foto: Gtres)

La fotografía que surge de esta ruta gastro es reveladora: detrás de platos de lujo y raciones de jamón, gambas y erizos de mar se tejían negocios y decisiones políticas que hoy están bajo la lupa judicial. Lo que para muchos era una comida de trabajo, para los investigadores se convierte en una ruta de poder y presunta corrupción, donde la gastronomía se mezcla con la política en una combinación tan sofisticada como sospechosa.

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