Horóscopo
Saturno

Tu vida está a punto de dar un giro: así afecta el Retorno de Saturno a los nacidos entre 1996 y 1999

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

Hay momentos en la vida que marcan un antes y un después, y no siempre tienen una explicación lógica o evidente. A veces, los cambios llegan de forma abrupta; otras, se gestan lentamente, casi como si el universo tuviera su propio calendario. Uno de esos eventos cósmicos que nos sacude desde adentro (aunque no lo sepamos de inmediato) es el llamado Retorno de Saturno. Si naciste entre 1996 y 1999, es probable que ya hayas comenzado a sentir esa presión invisible que te empuja a crecer, soltar, tomar decisiones importantes y mirar hacia dentro con más seriedad que nunca.

No es casualidad que este periodo se sienta como un torbellino emocional y existencial. Saturno, el planeta de la disciplina, el tiempo y las estructuras, tarda cerca de 29 años en dar una vuelta completa al Sol, y cuando regresa al mismo punto del cielo donde estaba cuando naciste, algo profundo comienza a moverse. Se trata de un despertar. Es como si el universo te pusiera frente a un espejo y dijera: «Ya no puedes seguir viviendo desde la inercia. Es momento de tomar las riendas». Y aunque eso suena aterrador, también puede ser profundamente liberador.

¿Qué es el Retorno de Saturno y por qué es tan importante?

El Retorno de Saturno ocurre entre los 27 y los 30 años, aproximadamente. Es un tránsito astrológico que coincide con una etapa crucial de madurez: ese momento en el que muchas personas sienten la necesidad de redefinir quiénes son y hacia dónde van. Para quienes nacieron entre 1996 y 1999, este ciclo ha comenzado a desplegarse entre 2023 y 2025, dependiendo de la fecha exacta de nacimiento.

Saturno representa límites, responsabilidades, estructura y, sobre todo, el paso del tiempo. No es un planeta amable en apariencia: su energía se siente como una llamada de atención. Te pide que te hagas cargo de tu vida, que tomes decisiones conscientes, que dejes atrás lo que ya no funciona. Y no lo hace con suavidad. Suele mostrarte, con suma crudeza, qué áreas de tu vida necesitan un cambio profundo.

Esto no significa que todo se vendrá abajo, pero sí que lo que no tiene cimientos sólidos probablemente se tambalee. Relaciones tóxicas, trabajos que no te nutren, identidades que ya no te representan… Es como si Saturno te dijera: «¿Esto eres tú de verdad? ¿O solo estás repitiendo patrones?». La respuesta suele ser incómoda, pero también muy necesaria.

Signos del zodiaco

Si naciste entre 1996 y 1999, Saturno probablemente estaba en Acuario o en Capricornio cuando naciste. Cada uno de estos signos tiene una energía muy distinta, por lo que el retorno se vive de forma única.

Cómo se manifiesta

No esperes señales místicas ni cataclismos. Lo más habitual es que el Retorno de Saturno se manifieste como una sensación constante de incomodidad. Es cuando te preguntas si estás en la carrera correcta, si tu relación es lo que deseas realmente, o si estás viviendo en la ciudad que te hace feliz.

Muchas veces, es el momento en que las personas cambian de rumbo por completo: dejan sus trabajos estables para seguir un sueño, terminan relaciones largas, se mudan a otro país o, incluso, comienzan terapia por primera vez.

Puede venir acompañado de ansiedad, tristeza o incluso crisis existenciales. Pero todo eso tiene un propósito. Es una etapa de poda: lo que ya no sirve tiene que caer para que puedas crecer. Es incómodo, sí. Pero también es una gran oportunidad para redefinir tu vida en tus propios términos.

Aunque Saturno tiene fama de severo, en realidad su energía puede ser profundamente empoderadora. Después del caos viene la claridad. Las personas que atraviesan su retorno con conciencia suelen salir del otro lado con una visión más clara de lo que quieren, y con una estructura emocional mucho más sólida.

Este tránsito no sólo te pide soltar, también te ayuda a construir. Es el momento ideal para establecer compromisos duraderos: contigo, con tu vocación, con tus valores. Si logras atravesar esta etapa sin huir del proceso, puedes emerger con una identidad más fuerte, más auténtica y más alineada con lo que realmente eres.