Zinedine Zidane ha vuelto a sacar su pizarra a relucir. Sin frente al Elche ensayaba el sistema que tenía en mente para el transcendental duelo de Champions contra el Atalanta, donde ante la baja de Casemiro se reforzó con tres centrales, en el encuentro que midió a los madridistas con el Celta en Balaídos volvió a la defensa de cuatro, pero apostó por apuntalar el centro del campo con cuatro futbolistas de inicio. El brasileño, que regresaba tras sanción, Kroos, Modric y Valverde formaron en una medular que firmó el mejor primer tiempo de la temporada ante los gallegos. Los blancos dominaron, jugaron, se divirtieron y marcaron dos goles que comenzaron a cimentar un triunfo tremendamente importante para seguir peleando por la Liga.
En el segundo acto el equipo comenzó a sufrir y Zidane volvió a demostrar cintura cambiando el dibujo de nuevo. Decidió retirar del campo a Kroos, que estaba visiblemente fatigado, para dar entrada a Asensio y volver al 4-3-3, el sistema que más veces ha utilizado. La idea era aprovechar una contra con la velocidad del balear y Vinicius por los costados para sentenciar el choque y, aunque no lo consiguieron hasta el descuento, el francés volvió a demostrar que sabe perfectamente los fuertes que tiene en la plantilla e intenta sacar el máximo partido de ellos.
Ahora, Zidane verá como llega el éxodo de internacionales. En el mejor momento de la temporada, tendrá que asumir que siete jugadores, seis de ellos claves, harán las maletas para irse con sus selecciones y jugar tres partidos. Por lo tanto, cruza los dedos para que todos vuelvan sanos, ya que tras el parón comienza un mes de abril donde se va a decidir la temporada con el doble enfrentamiento ante el Liverpool y el Clásico liguero contra el Barcelona que se disputará en el Di Stéfano. En esos siete días Zizou deberá sacar a relucir otra vez su pizarra para encaminar hacia el éxito una temporada llena de obstáculos.
Sin halagos
Siempre cuestionado. Siempre en entredicho. Recibe muchas más críticas que halagos. Ha ganado tres de las cinco Champions que ha dirigido como entrenador y podrían ser cuatro si le sonríe un poco la fortuna en la presente edición. Ha conquistado dos de las tres Ligas en las que ha participado de principio a fin. También es campeón del mundo en dos ocasiones y ha ganado tanto la Supercopa de España como la Europa. A pesar de todo esto, en cada partido tiene que demostrar. Se le acusa de tener flor, pero la realidad es que se le regalan muy pocas. Cuando gana suele ser el equipo y en la derrota asume todas las culpas. Todo esto es un Zidane que tiene a un Real Madrid de entreguerras vivo en la Liga y como único equipo español en los cuartos de final de la máxima competición continental. De vez en cuando, no sobra decir que el francés también es responsable de los éxitos de su equipo.