Antonio Rüdiger fue uno de los protagonistas de la ida de semifinales entre el Real Madrid y el Manchester City. El central era uno de los hombres a seguir, puesto que su misión era un casi imposible: parar a Erling Haaland. El noruego llegaba al Bernabéu lanzado, con 51 goles en su haber, y se presentaba como la gran amenaza del equipo de Guardiola. En ausencia de Militao por sanción, el alemán apareció de inicio en el once de Ancelotti y cumplió con nota, convirtiéndose en uno de los únicos defensas capaces de frenar al delantero este curso.
No era una tarea sencilla la que tenía por delante el ex del Chelsea. Haaland se ha mostrado, con diferencia, como el atacante más en forma de Europa. Sólo Vinicius ha sido capaz de hacerle sombra y discutirle ese dominio, puesto que el brasileño ha sido el encargado de echarse a la espalda el ataque del Real Madrid este curso. En el Bernabéu, los dos acaparaban los focos, pero el que iluminaba al nórdico, acabó fundiéndolo Rüdiger.
El alemán cuajó su mejor actuación con el conjunto blanco. Estuvo a todas y no dio apenas un metro a Haaland para pensar. Le hizo dos faltas más que inteligentes en una zona donde el del City podía empezar a comprometer a los madridistas y se anticipó en prácticamente todos los duelos con el noruego. En definitiva, acabó logrando algo de lo que, hasta la fecha, pocos pueden presumir este curso: acabar secando a la estrella del equipo de Guardiola.
Haaland apenas entró en juego con el balón. Lo tocó en 21 ocasiones, por las 37 que lo hizo Benzema, en un mal partido del delantero francés. Sólo en una ocasión consiguió el noruego irse de él, en una acción en la que estuvo atento Alaba para llegar donde no llegó el alemán. Rüdiger realizó tres despejes claves, puesto que abortó dos ocasiones en las que el Cyborg trato de encontrarse con De Bruyne.
De hecho, Haaland tuvo únicamente dos ocasiones de gol. Un mal disparo, por la presencia del alemán, que atrapó sin excesivos problemas Courtois, y un remate de cabeza que acabó de la misma forma. Los dos sucedieron en la primera parte, puesto que en la segunda, Rüdiger no sólo siguió con el guion establecido, sino que incrementó su rendimiento, doctorándose con el Real Madrid en el partido más exigente de la temporada.