El Real Madrid pasó en Mestalla de la depresión a la vergüenza. En el césped los blancos demostraron que la herida del Etihad no se ha curado y que siguen en caída libre. En lo anímico Vinicius, víctima de insultos racistas desde la grada, acabó expulsado por agredir a Hugo Duro en mitad de una trifulca y se marchó del campo haciendo gestos muy feos a la grada. De Burgos Bengoetxea calmó los ánimos y consiguió que el partido, que quizá debió suspenderse, llegara al final con la victoria del Valencia, que casi certifica su salvación.
Ancelotti, ratificado porque más vale lo malo conocido, postureó con el once de Mestalla. Con la herida de la debacle del Etihad aún abierta, el técnico del Real Madrid quiso lanzar un guiño populista a esos que quieren cargarse a la los cuatro mosqueteros de la vieja guardia (Carvajal, Kroos, Modric y Benzema) y sentó a todos menos a Karim, quizá porque lo más parecido que tiene a un 9 en el club se llama Butragueño y se retiró en los noventa.
Como el Madrid no se juega nada en la Liga desde que Carlos de Inglaterra era príncipe, Ancelotti se permitió el lujo de alinear un centro del campo formado por Tchouaméni, Camavinga y Ceballos, que puede que nunca llegue a alinear el año que viene, Dios mediante. También puso en los laterales a Lucas Vázquez y Mendy, más transferibles que un ministro de Podemos, e incluso colocó arriba de titular a Asensio al lado de Vinicius y Benzema.
Con el once más retocado que los abdominales de Leticia Sabater saltó al Real Madrid a Mestalla ante un Valencia que se jugaba la vida con un once plagado de niños, sin sus dos centrales titulares y con el abuelo Cavani. El Valencia apretó de salida y hundió al Madrid en su área. Los locales pidieron penalti de Tchouaméni a Cavani por un contacto buscado (y encontrado) por el delantero uruguayo. De Burgos no pitó nada y el VAR no le corrigió. Aunque fuera sin querer, acertaron.
Aprieta el Valencia
La jugada encendió a Mestalla pero no espabiló al Real Madrid, que aún sesteaba. Los blancos activaron el plan habitual: dársela a Vinicius y que se apañara. El brasileño se sentía en la defensa del Valencia como uno de esos trenes de Cantabria en los túneles: no cabía. Los blancos capearon el arreón inicial valencianista sin grandes agobios. De hecho, el primer disparo a puerta llegó en el minuto 15 con un tiro lejano de André Almeida, que repelió con apuros Courtois.
En el Real Madrid todas las pelotas eran para Vinicius con Asensio emboscado y Benzema perezoso. Por las bandas Lucas trataba de ocupar alto la derecha y Mendy hacía sus cosas raras por la izquierda. El Valencia menguó en su ímpetu y replegó atrás en torno a su área. Y el Madrid se acercó. Mucho. Tanto que al filo de la media hora Asensio y Vinicius construyeron una pared que fue derribada en falta en la frontal. El golpe franco lo lanzó Benzema al estilo Feijóo: centrado y flojo. Atajó Mamardashvili.
Pero el Valencia respondió con un sopapo. La jugada la cocinó Gayá ante la pasividad de Lucas Vázquez. Luego pasaron cositas. Que Militao defendía al hombre invisible y no se enteró de nada. Y que Mendy, dormido en el segundo palo, se dejó comer la tostada por el chaval Diego López, que marcó a placer casi en línea de gol. La defensa del Real Madrid era la verbena de la Paloma y el circo Price.
Courtois evita la debacle
Ancelotti seguía a lo suyo en el banquillo: comer chicles y tal. Vinicius seguía haciendo la guerra por su cuenta y protestaba a cualquiera que le preste oídos. El que nunca se hace el sordo es Courtois, el verdadero galáctico de este Madrid, que evitó el 2-0 con sendas manos mágicas a disparos de Javi Guerra, ese espigado centrocampista que tiene pintada. La segunda, a bocajarro y estirando el brazo, es de las paradas de la Liga.
Los paradones de Courtois abrocharon el primer tiempo infame del Real Madrid, que se marchó al vestuario medio vivo en el resultado pero muerto del todo en juego y actitud. Lo trató de arreglar Ancelotti con un cambio: Rodrygo por Camavinga. El Madrid pasaba al 4-2-3-1 con Tchouaméni y Ceballos en el centro y tres mediapuntas por detrás de Benzema.
Los blancos, morados en Mestalla, cambiaron su actitud para que no les pusieran la cara colorada. Asensio, a pase de Lucas Vázquez, dio el primer aviso en el 47 con un disparo que se marchó arriba. El Madrid lo intentaba pero sin inquietar demasiado a un Valencia que estaba medianamente cómodo.
Atrás el Real Madrid seguía siendo un drama, que no acababa en tragedia por su estupendo portero. Courtois sacó en el 54 un disparo envenenado de Diego López, que campaba a sus anchas ante ese despropósito hecho futbolista que se llama Mendy. Respondió el Madrid con un disparo en el área de Rodrygo que desvió con apuros Mamardashvili.
Baraja se dio cuenta de que su equipo necesitaba aire y quitó a Cavani y Diego López para meter a Foulquier y Lino. En el Madrid, el sexagenario Ancelotti tardó un poco más en mover su banquillo. Lo hizo pasada la hora de partido cuando metió a Kroos y Modric por Asensio y Ceballos, que acumularon deméritos para su no renovación.
Al Real Madrid le quedaban 25 minutos para una remontada sin ganas y al Valencia para cazar una contra que sentenciara el partido. Los de Baraja replegaban voluntariamente y los blancos acumulaba ocasiones en el área como la de Rodrygo en el 67. En el 70 De Burgos pitó libre indirecto cuando Cümart utilizó un balón que se había colado en el campo para cortar una jugada.
Luego un energúmeno, por llamarle algo, un animal, amparado en el anonimato en la grada de Mestalla, insultó a Vinicius, que dijo basta. No aguantó más y le dijo a De Burgos que se iba del campo si seguían insultándole. El partido se paró y a punto estuvo de suspenderse. Vinicius y Militao eran partidarios de dejar de jugar, pero el colegiado templó los ánimos, habló con ellos y con Ancelotti y se reanudó el juego. Nunca debiera.
Los minutos finales, que se jugaron de propina en un partido que debió suspenderse ante los vergonzosos hechos que ocurrieron en ese fondo desde el que en su día insultaron a Casillas en el calentamiento, transcurrieron sin grandes cosas que contarles. Sólo la entereza del colegiado De Burgos Bengoetxea, que mostró una enorme empatía hacia Vinicius y le convenció para que siguiera en el campo, y la capacidad de aguantar de los futbolistas del Real Madrid permitieron que el partido se jugara y que el Valencia se llevara tres puntos que mereció en el campo y debió perder por el comportamiento vergonzoso de su grada.
En los minutos postreros Mamardashvili hizo un paradón a un disparo a bocajarro de Fede Valverde que puede valer una permanencia. Y otro paradón posterior a una falta de Kroos que iba por la escuadra. Alguna tángana final también le sobró a un partido que tuvo de todo menos fútbol desde que algún desalmado en la grada montó el lío. De hecho, lo resolvió De Burgos con una expulsión a Vinicius, que se vio envuelto en la trifulca, y le acabó dando un golpe a Hugo Duro.
Las vergonzosas imágenes finales de Vinicius, encarándose con la grada y haciendo gestos de «a Segunda, a Segunda», abrocharon el feo final de un partido que nunca debió terminarse de jugar con público y en el que el Real Madrid demostró que sigue en caída libre.