Aurélien Tchouaméni cumplió con nota en el que ha podido ser el partido más exigente que ha jugado en su corta, pero prometedora, carrera como jugador del fútbol. En el día en el que todas las miradas apuntaban al francés, ya que era el primer encuentro que iba a jugar vestido de blanco sin ser el hombre llamado a aprender de Casemiro y sí siendo el futbolista que tenía que demostrar que era el recambio del brasileño, que habrá visto la victoria de los madridistas contra el Celta desde Mánchester, dejó claro que de físico va sobrado y de calidad con el balón en los pies también.
Tchouaméni jugó un partido caliente. Un encuentro donde tenía mucho que perder y poco que ganar. Si fallaba el debate se iba a poner encima de la mesa, pero lejos de ponerse nervioso decidió hacer un gran partido. Sin florituras y yendo de menos a más, demostrando un poso impropio de su edad y dejando claro que la camiseta del 14 veces campeón de Europa le puede quedar como un auténtico guante. Su margen de mejora todavía es muy grande, pero la primera gran prueba de fuego la supero con nota.
Su primera acción en el partido fue una falta en la frontal que Óscar Rodríguez, uno de los mejores lanzadores de Liga, tiró y obligó a parar a Courtois. Luego, todo lo que hizo fue mejorando la acción anterior. Se convirtió en un pulpo en la medular cerrando las salidas, tiró ayudas, supo sacar la pelota y mostró su poderoso físico. Aunque lo mejor vino en la segunda mitad. En los segundos 45 minutos dejó a un lado su partido más que correcto para pasar a dar una auténtica exhibición.
Con el Celta más cansado empezó a demostrar su físico y fue clave en los dos goles que el Real Madrid hizo en el segundo acto. En el primero, tras cortar un balón que cedió a Modric y el croata a Vinicius, que no falló. Y después tirando de poderío. Volvió a robar, condujo la pelota, levantó la cabeza, cedió a Vini y éste a Valverde para hacer el cuarto.
Tchouaméni dejó clara su calidad y su nivel. Enseño que no es un joven al que hay que proteger e ir dando cancha poco a poco, sino que es un jugador hecho, preparado para la élite y con suficiencia para rendir al máximo nivel desde el primer día. Será por eso que para el Real Madrid el adiós de una leyenda como Casemiro no ha sido ningún trauma. La dirección deportiva tiene un plan y el heredero ya estaba en casa.