Pues sí. A este Real Madrid no hay quien lo levante. Ni Zidane ni las grúas del nuevo Bernabéu al unísono. El equipo está en caída libre y pierde ante cualquiera. Frente al Levante cayó 1-2 lastrado por la temprana e injusta expulsión de un Militao tan torpe como siempre. Asensio puso por delante a los blancos pero los goles de Morales en la primera parte y de Roger en la segunda remontaron a un equipo que sigue en proceso de autodestrucción.
No se preveían sorpresas en el once de Zidane, vía Bettoni. La desconfianza del técnico en su fondo de armario, más corto que el de Tarzán, y las exigencias clasificatorias del Real Madrid obligan a jugar cada partido con «los once cabrones de siempre», como decía Toshack. Frente al Levante apenas un retoque: entraba Odriozola –otro de esos fichajes fiasco de los últimos años– por el exprimido Lucas Vázquez, que al vigésimo partido descansó.
Sin novedad en el resto, es decir, que aparecía otra vez Militao como central (con las bajas de Nacho y Ramos la elección estaba entre él o Chendo), igual que el centro del campo de toda la vida (Casemiro, Kroos y Modric) y la esperanzadora tripleta atacante que volvían a integrar Hazard, Asensio y Benzema.
El partido nació con incertidumbre y vértigo como suele ocurrir en los duelos del Levante. Será por planteamiento, por talento o por morro, pero los granotas siempre se las hacen pasar moradas al Real Madrid. Así fue hasta que apareció Hazard para dibujar una galopada enorme en la que asistió a Benzema. Raudo estuvo Aitor para tapar en el mano a mano.
Un minuto después llegó el show de Militao, que se comió el desmarque de Sergio León, llegó tarde y se cruzó al bulto. Medié lo solventó en amarilla pero el VAR echó una mano al Real Madrid y rearbitró la acción para echar al brasileño. Mano de santo para el equipo blanco, que aprovechó la ausencia del lastre Militao para marcar en la siguiente jugada, que también vino precedida de polémica.
Gracias, Militao
Mendy saltó con el brazo en área propia y derribó a un rival. Medié no pitó nada y Kroos dibujó una magnífica diagonal que encontró a Asensio para comandar una gran contra que finalizó con un tiro cruzado que batió a Aitor en su media salida. El Real Madrid, que empezó el partido con diez y que luego lo confirmó al perder al bulto sospechoso (Militao).
Zidane llamó a Bettoni para recomponer al equipo. Metió a Casemiro de central y pasó a jugar con un 4-4-1. Tanto a Hazard como a Asensio les tocó retrasar su posición al centro del campo y Benzema se quedó como única referencia arriba. El Levante pasó a dominar el juego y replegó el Real Madrid en busca descarada de la contra.
Tanto replegó el Real Madrid que el Levante encontró el 1- 1 en un acción en la que Odriozola demostró por qué es suplente, suplentísimo. Se comió un centro fácil y se comió el desmarque de Morales, que supo acomodar el cuerpo y el bote pronto para marcó un golazo ante el que nada pudo hacer Courtois. Los granotas obtenían el premio a su insistencia.
El Real Madrid no supo reaccionar al 1-1 y el Levante tenía el partido a su merced. El descanso fue la mejor noticia para los de Zidane, además de un resultado que les mantenía en el partido. El equipo blanco, con todo, necesitaba darle una vuelta al partido porque la Liga, que ya la tenía medio perdida antes de empezar pero que podía acabar de perderla ante otro rival de los asequibles (con perdón).
En la segunda mitad el Real Madrid intentó retomar el mando de un partido que se le estaba escapando. El Levante salió concentrado y dispuesto a vender cara su derrota. Perdonó Benzema en el 50 en una acción en la que le pegó mordida con la zurda.
El Madrid, tocado… ¿y hundido?
Los blancos trataban de recuperar el control del juego y el Levante se tomaba un respiro. Calentaba Vinicius. Podía ser peor. Podía llover. No llovió y Vinicius suplió a un Hazard más invisible que el comité de expertos de Pedro Sánchez. Cada día tiene más pinta de que el belga es un caso perdido.
Poco tardó Vinicius en liarla parda. En el 62, apenas con un minuto en el campo, cometió un penalti por estar defendiendo lejos de su posición. Fue un penalti milimétrico, revisado por el VAR. Igual era fuera del área (así lo vio Medié), pero al Real Madrid se lo cobran todo en contra. El penalti lo ejecutó Roger y lo paró, con una mano espectacular, Thibaut Courtois, el verdadero galáctico de este Real Madrid.
El partido estaba en el 70 y la incertidumbre se había apoderado del juego. El Real Madrid no podía ni por físico ni por talento. El Levante había levantado el pie y estaba dejando pasar el tiempo. Así fue hasta el 77 en la que un saque de esquina habilitó a Roger Martí, que se había quedado solito dentro del área, como si tuviera una segunda ocasión desde los once metros. El delantero se rehabilitó del penalti y marcó el 1-2 que ponía al Levante por delante y devolvía al Real Madrid a la lona.
Zidane o Bettoni (que tanto monta) metieron a Mariano y al canterano Arribas por Benzema y Asensio. Pues eso: Arribas y Mariano, que no parecen nombres que suenen muy bien en la Superliga. Era demasiado poco talento y demasiado poco tiempo para un Real Madrid que perdió, una vez más, tres puntos ante un equipo de los considerados asequibles y, de paso, confirmó que el tren de la Liga hace mucho, mucho tiempo que partió de su estación.
Eso sí, a los madridistas siempre les (nos) quedará el nuevo Bernabéu, con su piel envolvente y su césped retráctil. Que a algo habrá que aferrarse, porque a este Madrid no hay quien lo levante.