En la semana más caliente desde que estalló el Caso Negreira, se ha conocido que el árbitro que pitará la vuelta de los octavos de final de Champions League en el Santiago Bernabéu entre Real Madrid y Liverpool fue sancionado por corrupción durante seis meses por ser partícipe de un escándalo de amaños de partidos en la Bundesliga 2 durante el año 2005. Felix Zwayer era el asistente de otro colegiado cuando sucedió esta trama que sacudió al fútbol en Alemania.
En aquella época Zwayer fue a declarar a la Federación alemana contra su propio compañero, Robert Hoyzer y, pese a ello, quedó demostrado que este también estaba implicado en parte de los hechos. El ahora colegiado de la UEFA aceptó un soborno de 300 euros por parte de su árbitro principal para contribuir en la consecución de resultados favorables a sus intereses, algo por lo que fue inhabilitado durante seis meses.
Este escándalo sigue removiendo el fútbol alemán a día de hoy. El centrocampista deseado por el Real Madrid, Jude Bellingham, se quejó del arbitraje de Zwayer tras un partido en el que el Borussia Dortmund se enfrentó al Bayern de Múnich: «Sólo hay que ver sus decisiones en este partido. Si le das el mayor partido de Alemania a un árbitro condenado por amañar partidos… ¿qué puedes esperar?» Estas declaraciones conllevaron una multa de la Bundesliga al inglés.
Además, el contexto no es el más favorable posible para el trencilla alemán puesto que el pasado domingo la junta directiva del Real Madrid se reunió para anunciar que se personará en el proceso judicial por el Caso Negreira. A este asunto se suma una racha de pésimos arbitrajes que se vienen produciendo en las últimas jornadas de Liga. El último de ellos tuvo lugar en San Mamés la noche del propio domingo, cuando el VAR anuló el gol de Iñaki Williams que empataba la contienda contra el Barça por una mano muy rigurosa de Iker Muniaín.