Un gol postrero de Berenguer dio el zarpazo al Real Madrid y metió al Athletic en semifinales de la Copa del Rey. Los de Ancelotti fueron superados de principio a fin por corazón, intensidad y fútbol. Los blancos echaron de menos a Benzema y notaron el cansancio de Casemiro y Vinicius. El Madrid pierde su primer título de la temporada y los leones asumen el rol de favoritos en el torneo del K.O.
Ancelotti sabía que su equipo iba a tener en San Mamés más trabajo que los abogados de Djokovic en Australia, así que no se anduvo con chiquitas al componer su alineación. Tampoco es que atrevimiento sea su segundo apellido, por lo que no le costó demasiado tirar de sus clásicos para medirse al Athletic. De todos menos del convaleciente Benzema, que se había quedado en Madrid a pesar de que sin él su equipo es no ya un cuchillo sin afilar, sino un cuchillo del McDonalds. Y Mendy, también lesionado y también baja sensible.
El resto jugaban todos. Courtois protegía la meta y devolvía a Lunin a su puesto natural: el banquillo. En defensa Lucas Vázquez volvía a hacer de Carvajal y Alaba, de nuevo en su añorado lateral izquierdo, de Mendy. Tocaba Ancelotti el dúo de centrales y metía a Nacho al lado de Militao. Ni tampoco a los tres tenores, Casemiro, Kroos y Modric, encargados de gobernar en San Mamés más tiempo que el PNV. Arriba Vinicius era titular con Rodrygo como compañero en el otro costado y Asensio como falso nueve en el sitio del añorado Benzema. Esa era la sorpresa que se guardaba Carletto en el interior de su chaleco de punto.
Enfrente el Athletic de Marcelino, que apelaba al espíritu del partido ante el Barcelona la noche en que Muniain pareció Maradona. Los leones, domados por el Real Madrid en sus tres duelos precedentes de esta misma temporada, aspiraban a un zarpazo letal en una competición en la que se mueven como la gabarra en la ría.
Con un ambiente ensordecedor en San Mamés –de la vergüenza y de la salvajada de los prolegómenos en Bilbao mejor ni hablar– y el Athletic convencido de eliminar al Real Madrid comenzó el duelo que daría con uno de los dos equipos como favorito en las semifinales de la Copa.
Aprieta el Athletic
De salida presionó el Athletic como si el mundo se acabara esta noche. Resistió el Real Madrid a lomos de Alaba por la izquierda y con los centrocampistas arrimando el hombro en la salida del balón, que Nacho y Militao no son precisamente Beckenbauer en el manejo de la pelota. Los de Marcelino fueron acogotando al Madrid en su área metro a metro, córner a córner, falta a falta. Vibraba San Mamés. Sufría Ancelotti, chicle va, chicle viene.
A los 12 minutos Nico Williams sacó los colores a Militao, que cuerpeó con el joven extremo del Athletic y salió despedido como un pelele. Por suerte para el Madrid su centro no encontró rematador ni en su hermano ni en el bullicioso Raúl García, siempre hiperventilado frente al Real Madrid.
Los blancos capeaban el temporal y cada minuto que pasaba sin que encajaran gol les acercaba un poquito más a las semifinales. Muniain la tuvo en el 22 pero su disparo, después de haber sentado a Lucas y Casemiro en una baldosa, se pegó de bruces contra el lateral de la red de Courtois.
El Madrid echaba de menos a Kroos y sobre todo a Modric, desdibujadísimo en la primera media hora en San Mamés. El Athletic apretaba pero sin terminar de asfixiar al equipo de Ancelotti, que optó por achicar agua y refugiarse atrás.
El Madrid se echa atrás
Muniain empezó a crecerse y a mediapuntear a la espalda de Casemiro. Kroos, igual que Modric, adelantó la Semana Santa y estaba con la torrija. Perdía balones y daba pases al contrario, como el que acabó en los pies de Iñaki Williams, que no marcó porque Lucas Vázquez se tiró al resbalillo para evitarlo.
La mejor noticia del Real Madrid fue llegar al descanso con el 0-0 y haber sobrevivido a la impulsiva primera parte del Athletic en San Mamés. Los de Marcelino siguieron apretando en la reanudación y volvieron a encerrar al Madrid en su área. Otra vez los córners aceleraban el pulso de los madridistas.
El Madrid, definitivamente, no estaba en el partido. Modric, superadísimo, vio amarilla por pisar a Muniain. La respuesta de Ancelotti fue meter a Isco por un agotadísimo Vinicius, que nunca estuvo en el partido. El partido fue decayendo en ritmo e intensidad como si ambos equipos se pusieran a pensar en la prórroga.
El zarpazo final
Como hizo Ancelotti al quitar a un irreconocible Kroos para meter a Camavinga. Era una señal de auxilio para un Real Madrid asfixiado. Llegamos a los diez últimos minutos de partido y Casemiro tuvo un mano a mano ante Aguirrezabala que resolvió con un disparo al muñeco.
El partido se fue consumiendo y apestaba a prórroga. Pero los leones no habían dicho su última palabra. Vesga aprovechó un regaló de Casemiro en la salida de la pelota y encontró a Berenguer dentro del área, que sentó a Nacho y puso la pelota lejos del alcance de Courtois, cuya estirada no alcanzó a desviar la pelota. Era el 88 y el Madrid sabía que estaba eliminado.
El colegiado dio seis de añadido pero el recurso de Ancelotti fue poner a Militao de delantero centro, que ni pudo ni supo, porque no siempre va a sonar la flauta. Al final, los blancos se quedaron fuera de la Copa ante un Athletic que no estuvo tan brillante como ante el Barcelona pero que fue capaz de dominar al Real Madrid por corazón, por intensidad y por juego.