Las últimas semanas se pueden definir como una de las más duras que se ha tenido que vivir en Valdebebas desde hace muchos años. El vestuario del Real Madrid estuvo realmente tocado. A la derrota contra el Barcelona, 0-4 en el estadio Santiago Bernabéu, todo lo que sucedió el lunes respecto a la gala de un Balón de Oro que parecía que tenía el nombre de Vinicius y terminó en manos de Rodrigo Hernández, la tragedia de Valencia, que también afectó al vestuario madridista como a todo el país, y la derrota contra el Milan en la cuarta jornada de la fase de grupos de la Champions provocó que el jueves Luka Modric, capitán del equipo, reuniese a todos sus compañeros para enfrentar una crisis que podría haberse acentuado de perder contra Osasuna.
Los jugadores del Real Madrid se encerraron en el vestuario de Valdebebas y se dijeron muchas cosas. En momentos calientes y complicados, las verdades afloran. Alguna no gusta, otras sientan especialmente mal, pero hay que escucharlas. Y en medio de este cónclave, emergió la figura de un Modric que ya ha tenido que hablar a sus compañeros en más de una ocasión este curso. Otra, por ejemplo, tras perder frente al Lille en la Champions, donde junto a Carvajal dieron un golpe en la mesa y señalaron los errores de varios de sus compañeros.
Modric llevó la voz cantante en esa reunión e hizo ver a sus compañeros que debían volver a unirse, a ser un equipo. La fórmula del éxito de la pasada temporada, donde se sobrepusieron a absolutamente todo -tres lesiones gravísimas de tres futbolistas capitales, entre otras cosas- para terminar la temporada ganando Liga y Champions. Pocos se lo podían imaginar en agosto, cuando en tres días habían perdido para casi toda la temporada a dos pilares como Courtois y Militao.
Modric tocó la fibra del vestuario
Modric tocó la fibra de sus compañeros y también, por qué no decirlo, el orgullo. La moral de un equipo que había perdido su esencia, su razón de ser. Luka les hizo ver que el ruido que se escuchaba fuera de Valdebebas les acusaba de ser un equipo poco solidario, sin compromiso y que no corría. Estas palabras calaron en un vestuario que salió a entrenar con la intención de cambiarlo absolutamente todo. Y es que, lo que más le estaba doliendo a este equipo, es que se dudase de su entrega.
Los datos dicen que el Real Madrid era el segundo equipo que menos corría en la Champions. Sólo el Estrella Roja sumaba menos kilómetros que los de Ancelotti. Y en la Liga, también lo hacían menos que Barcelona y Atlético de Madrid, entre otros. Estos números y no se pueden discutir, pero sí se pueden utilizar para tocar la fibra de un equipo que días después, contra Osasuna, no hizo un partido memorable, pero sí que mejoró notablemente la versión dada en las anteriores citas. De alguna manera, en ese vestuario donde Modric les hizo ver que el mundo del fútbol les señalaban volvieron a reencontrarse con ellos mismos. Ahora, toca seguir demostrándolo en el terreno de juego.