Desde que se concibió en la cabeza de Florentino Pérez, el nuevo Bernabéu ha recibido críticas injustificadas por parte de algunos sectores. Era una valoración en potencia, puesto que todavía nada se había visto del nuevo estadio del Real Madrid más allá de unos meros planos. La crítica ad hominen nunca tiene en cuenta el qué, sino el quién, y a buen entendedor pocas palabras.
El caso es que para la ambiciosa reforma del Bernabéu, el Madrid comenzó pidiendo un crédito de 575 millones y posteriormente ha tenido que solicitar dos préstamos adicionales en parte por los sobrecostes provocados por la compleja coyuntura mundial, pero especialmente para atender a importantes mejoras que van a maximizar los ingresos para el conjunto madridista.
A pesar de que los créditos están negociados en excelentes condiciones, se ha puesto más el acento por parte de muchos en los sobrecostes que en las mejoras que ya han convertido al Bernabéu en un estadio único en el mundo capaz de acoger eventos de toda índole los 365 días del año.
Al coliseo madridista se le ha llamado despectivamente la nave espacial, la sandwichera o la lata de sardinas. Mientras Florentino ideaba un césped y techo retráctil que permitiesen organizar eventos en los días de no partido, otros se quedaban en consideraciones estéticas que ignoraban la importancia en el futuro económico del Madrid. Porque sí, la economía del Real Madrid nunca volverá a ser igual tras la reforma del Bernabéu y los comentarios críticos en unos años serán muy difíciles de entender.
Ya están teniendo lugar los primeros macro eventos en el estadio madridista y muchos de los vecinos que se opusieron al proyecto que ha revalorizado el valor de sus casas más de un 40%, ahora protestan por los ruidos y el follón que se monta alrededor del estadio. Por supuesto es conveniente que se cumpla la legalidad y con ello se respete a los vecinos, pero hasta el momento no hay evidencia alguna de que el Madrid esté incumpliendo ninguna normativa. Judicialmente el club blanco ha tenido que sortear muchas dificultades, pero hasta ahora siempre ha llevado la razón.
Muchos antimadridistas se están aliando con estos vecinos y permítanme pensar que no es por solidaridad ciudadana. Está por determinarse si todos los vecinos se están quejando de una manera genuina o hay otros intereses impulsando sus quejas. Si el Madrid está haciendo algo ilegal, por supuesto que lo repare, pero le han intentado poner tantas trabas desde hace años que para mí goza de la presunción de inocencia en grado máximo.