El Real Madrid está cogiendo velocidad de crucero. El fiasco liguero ante el Mallorca supuso un antes y un después en cuanto a resultados y también en cuanto a sensaciones. Zidane ha sabido dar con la tecla y el equipo está respondiendo de la mejor manera posible, ofreciendo una versión muy mejorada y ganando los partidos de manera coral. «Ahora sí somos un equipo», dicen en el vestuario blanco de puertas para adentro.
Los jugadores y el cuerpo técnico celebran el gran momento que atraviesa el equipo, pero a la vez son cautos. Cualquier rival te pinta la cara hoy en día si no sales al césped con la máxima intensidad y concentración. El Alavés fue una prueba, dando guerra hasta el final en Mendizorroza. Pero el Real Madrid supo interpretar y jugar un partido muy complicado ante un rival que sólo había encajado dos goles en casa hasta este sábado.
Tres puntos más y un triunfo de los que pueden ser importantes a final de curso para pelear por la Liga. Zidane empieza a conseguir lo que se propuso desde que arrancó la temporada, que todos o la gran mayoría de los jugadores del plantel sean importantes. Los futbolistas están implicados, toros trabajan y están unidos dentro y fuera del campo, además de que la unidad B está comenzando a funcionar con jugadores como Isco recuperados para la causa.
«Si corremos igual que el rival, no va a ser fácil que nos ganen», aseguran en el vestuario, donde reina un optimismo creciente a la vez que moderado. De lo que no hay dudas es que el cambio de chip y de imagen desde que el cuadro merengue cayera en Son Moix ha sido drástico. El equipo va a más y de seguir así va a llegar al Clásico en su mejor momento en mucho tiempo…