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El nuevo truco de los okupas para asaltar las casas: lo hacen en verano y funciona

  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En los últimos años, la okupación de viviendas se ha convertido en un fenómeno cada vez más complejo y sofisticado. Lejos de los métodos burdos o evidentes del pasado, algunos okupas han adoptado un truco más sutil para tomar posesión de inmuebles ajenos sin levantar sospechas. El caso reciente de una mujer en Zaragoza, detenida por intentar apropiarse de un piso valiéndose de un cerrajero, ilustra perfectamente cómo han evolucionado las estrategias de estos delincuentes. Lo que antes consistía en forzar una cerradura o irrumpir con violencia, hoy puede comenzar con una simple llamada a un cerrajero bajo el pretexto de haber olvidado las llaves.

Esta nueva modalidad de acceso no autorizado a viviendas vacías representa un reto tanto para las fuerzas de seguridad como para la ciudadanía. Los okupas se adaptan constantemente a los cambios en la legislación y conocen al detalle los vacíos legales que pueden utilizar a su favor. Si bien las recientes reformas legales buscan acelerar los procesos de desalojo, muchas veces los mecanismos judiciales son más lentos que las argucias de quienes buscan establecerse sin permiso.

Los okupas tienen un nuevo truco

En Zaragoza, una mujer de 45 años fue detenida tras intentar instalarse ilegalmente en una vivienda utilizando una técnica cada vez más extendida: hacerse pasar por la propietaria ante un cerrajero. La mujer acudió al edificio con su hija menor de edad y relató al profesional que se había dejado las llaves dentro del piso. Además, añadió que sus documentos personales también estaban en el interior, reforzando así su historia para parecer creíble.

El cerrajero, al no detectar señales de alarma, comenzó el procedimiento habitual para abrir la puerta, utilizando un taladro para romper la cerradura.  Los vecinos del edificio, alertados por el ruido y conocedores del historial reciente del inmueble (que había sido okupado anteriormente y recuperado recientemente) decidieron actuar con rapidez. Avisaron a la Policía Nacional, que se presentó en el lugar y comprobó que la mujer no tenía ninguna prueba válida que demostrara que era la dueña del piso.

Al verse descubierta, la mujer adoptó una postura desafiante. Aseguró a gritos que simplemente intentaba recuperar sus pertenencias, que ya había vivido en el piso anteriormente tras el desalojo de otros okupas y que se había ausentado temporalmente para cuidar a su madre enferma en Lérida. Según su relato, al regresar, encontró la puerta cerrada y decidió contratar al cerrajero para volver a entrar con su hija y algunas pertenencias básicas como colchones y juguetes.

Los agentes consiguieron localizar al verdadero propietario del inmueble, residente en La Puebla de Alfindén. Gracias a su testimonio, se confirmó que la mujer no tenía ningún vínculo legal con la vivienda. Fue detenida por un presunto delito de usurpación ilegal de propiedad privada. Además, al estar acompañada de su hija menor, se activó el protocolo de protección del menor y se contactó al padre de la niña para que asumiera su custodia.

Este caso no sólo deja en evidencia un truco emergente entre los okupas, sino que también resalta la importancia de la rápida actuación de los vecinos y muestra cómo los profesionales pueden ser utilizados sin saberlo para cometer un delito.

Una problemática en constante evolución

La okupación no es un fenómeno nuevo, pero ha experimentado una serie de cambios en los últimos años. El endurecimiento de las leyes y la presión social han llevado a algunos okupas a buscar métodos más elaborados. Hoy en día, no es raro que presenten contratos de alquiler falsificados o que simulen residencias anteriores en las viviendas para confundir a las autoridades. Con ello, logran ralentizar los desalojos o incluso evitarlos por completo, mientras los verdaderos propietarios enfrentan procesos judiciales largos y costosos.

La reforma legal más reciente, que permite tramitar los delitos de allanamiento y usurpación por medio de juicios rápidos, ha reducido los tiempos judiciales a unos 15 días. Sin embargo, la eficacia de esta medida depende en gran parte de que se pueda demostrar de forma inmediata que la entrada en la vivienda fue ilegítima y que el inmueble está siendo habitado sin permiso.

El papel de los cerrajeros

Uno de los aspectos más delicados de esta nueva táctica es el uso de profesionales para acceder a las viviendas. Los cerrajeros, como parte de su trabajo, no están obligados a exigir una prueba de propiedad o identificación en todos los casos, especialmente cuando el cliente afirma haber quedado encerrado fuera y no tener acceso a sus documentos.

El caso de Zaragoza demuestra cómo la okupación ha dejado de ser un acto impulsivo o marginal y se ha convertido, en algunos casos, en una práctica organizada, metódica y consciente del marco legal. Frente a ello, la reacción vecinal, la atención de los profesionales y la colaboración con las autoridades son fundamentales para frenar el avance de estas conductas.