Viajar a Nueva York significa vivir una de las experiencias únicas en la vida. Sus rascacielos abrazan la arquitectura que define la historia de la ciudad, desde el edificio Chrysler, definido bajo el Art Decó, hasta el histórico Flat Iron situado en la Quinta Avenida. La ciudad ha sido lugar de muchas historias que han trascendido hasta el día de hoy, alojando en su seno histórico a reconocidos gánsters como Al Capone, el nacimiento del concepto de los musicales, el auge de la economía con Wall Street o incluso una de las más sonadas, la imposición de la ley seca en el año 1920 que duró hasta el año 1931. Se decía que el consumo de alcohol provocaba pobreza en las masas, enfermedades varias, demencia, y estimulaba la delincuencia, logrando normas de «prohibición total del alcohol» en pequeñas ciudades.
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Todo ello influyó mucho a la ciudad presidida por la ‘dama de la antorcha’ y a todos sus bares, por lo que tuvieron que actuar rápido si no querían enfrentarse a la ruina, así que comenzaron a construir bares escondidos de forma clandestina bajo una tapadera muy estudiada. Farmacias, lavanderías e incluso tiendas de comestibles fueron la excusa perfecta para poder seguir vendiendo alcohol de forma extraoficial.
Así es que, hoy en día, esos bares siguen existiendo y se han convertido en una parte de la historia de la ciudad con la mayoría de ellos aún abiertos y muchos de nueva creación haciendo honor a esos valientes que se atrevieron a desafiar la ley y quebrantarla de forma flagrante.
Pocos espacios clandestinos quedan de esa época, pero han surgido nuevas ideas que intentan conservar su esencia manteniéndose ocultos del ojo público.
Las cafeterías pueden parecer un lugar relajado para tomarte tu latte mientras lees uno de tus libros favoritos, pero en la gran manzana pueden contener un secreto. En el barrio de Chelsea puedes encontrar el Stone Street Coffee Company, una cafetería de lo más normal, pero si entras y preguntas al camarero por el Bathtub Gin, te guiarán de forma discreta a una puerta secreta al final del local, que te adentrará al Nueva York de los años 20.
Si estás paseando por la ciudad y te apetece comer algo, cuidado donde entras que puede haber sorpresa y con sorpresa, decimos entradas secretas. Si te cruzas con un local llamado Criff Dogs en el East Village, que pasa muy desapercibido. Para encontrarlo busca la salchicha gigante que dice “Eat me” y entra, prueba uno de sus perritos y sigue hasta el fondo. ¿Ves un teléfono antiguo? Descuelga, pulsa uno y espera a que contesten. Se abrirá una puerta en plena pared y retrocederás 100 años en el tiempo.
La lavandería es una de las actividades diarias clásicas de los neoyorquinos, pero realmente Sunshine Landromat ¿es una lavandería?, evidentemente si, pero todo tiene un secreto. Si llegas hasta el final, tendrás que encontrar la lavadora que no se puede usar, pero si abres su puerta, te adentrarás en un mundo de arcades, fusionado con un speakeasy de lo más curioso.
Ir a la barbería es una de las actividades cotidianas para los hombres neoyorquinos, pero no hay que juzgar todos los libros por su portada. Si paseando por East Village y localizas Blind Barber, ten claro que podrás obtener un corte de pelo perfecto y después, cruzando una puerta falsa al final del local, podrás entrar a uno de los bares clandestinos más famosos de la ciudad.
Cuando caminas por el Lower East Side es muy popular ver pawnshops o lo que conocemos como tiendas de empeños. A primera vista, no se nos pasaría por la cabeza entrar pero quédate con este nombre Beauty & Essex. Una tienda de empeños de lo más normal que puedes encontrar desde guitarras hasta anillos, pero si mencionas que te apetece una copa, te llevarán a la trastienda por un camino que te hará llegar a un bar digno del Nueva York del siglo XX.
