El poeta Juan Planas Bennásar publica un nuevo poemario y sorprende con un libro de ensayo
Sus dos nuevas obras son 'Muerte por agua y otros poemas' y 'Oficio de escritor'
El poeta Juan Planas Bennásar (Palma, 1956) acaba de publicar dos nuevas obras: Muerte por agua y otros poemas y Oficio de Escritor. En varias ocasiones los libros del poeta aparecen de dos en dos. «No soy muy consciente de ello, pero así parece. Me ha sucedido ya unas cuantas veces. Supongo que tendrá que ver con mi manera de escribir, pero no es algo premeditado», comenta Juan Planas, que esta vez ha publicado un poemario y un ensayo sobre el hecho de ser escritor. Antes de estas dos nuevas obras publicó el año pasado Los instantes del tiempo, que venía a ser la continuación de A la intemperie, publicada sólo unos meses antes.
PREGUNTA.-¿Oficio de escritor es el primer ensayo que publica?
RESPUESTA.-Quizá formalmente, sí, pero mi literatura tiende a no ceñirse a los géneros literarios sino a atender, casi de forma exclusiva, a mis propios límites y posibilidades. Y Oficio de escritor -el título podría ser la sexta variante de Oficio de Tinieblas, después de que Camilo José Cela escribiera la quinta- es un ensayo, pero, sin dejar de serlo, también es crítica social, con especial hincapié en la modernidad asolada por las redes sociales, es dietario memorístico, es historia literaria y también anecdotario personal, es poesía en
prosa e introspección filosófica, es psicología, lingüística, economía y hasta costumbrismo más o menos sexual, es un repaso atento a la vida de un escritor: un libro en el que lo esencial es cómo las diversas líneas de pensamiento y consciencia que he seguido en la vida han acabado confluyendo en la hoja impresa. Vivir escribiendo. O escribir viviendo. Al final es lo mismo.
P.-¿Qué ha querido expresar en estos libros?
R.-Oficio de escritor (Ediciones La Lucerna) en un viaje en el tiempo, un ensayo sobre todo aquello, las bases filosóficas y sicológicas, que han sostenido y sostienen mi vida de escritor. No sé si servirá a nadie de manual, la vida no tiene las mismas instrucciones para todos, pero sí que aproximará a los lectores a un paisaje personal y privado. He escrito, a ratos, desde el disimulo y la paz doméstica del jardín de Epicuro, igual que intento alborotar mis propias ideas hasta conseguir abandonarlas y cambiarlas por otras. Transformarlas, transformándome. La vida da para cambiar de ideas muy a menudo. Es apasionante este caótico viaje, que incluye, por supuesto, algún que otro ajuste de cuentas. Muerte por agua y otros poemas se dedica a rebuscar en las múltiples sensaciones que se obtienen al observar el mundo, es decir, al convertirlo en objeto poético; es, desde luego, una mezcla de muchas sensaciones a caballo entre el éxito y el fracaso, el olvido y la memoria, el deseo y la necesidad o el placer y el dolor. Los temas habituales de la poesía.
P.-¿Desde dónde se han escrito estos libros: experiencia o imaginación?
R.-Desde la realidad pura y dura, como siempre. No soy un autor de ficción, aunque haya gente que lo piense. En ambos libros está muy presente la fábula bíblica del diluvio universal (mito presente en todas las culturas, no sólo en la nuestra) para ilustrar el fin de una civilización que, por desgracia, está más predispuesta a repetir sus errores, eterna y cíclicamente, que a otra cosa. Es cierto que intentamos superarnos día a día y que dedicamos a ello muchas de nuestras fuerzas; esto añade un sesgo optimista a nuestra existencia. No obstante, no estoy muy seguro de que las mejoras que logramos vayan más allá del campo de lo personal y dudo que alcancen, de forma significativa, el universo de lo colectivo. Sucede sin embargo que en Muerte por agua la víctima del diluvio es la humanidad y en Oficio de escritor, soy yo mismo, con todos mis cambios a cuestas. Para crear hay que destruir, pero sólo destruyendo no se crea nada. El Padre (y los creadores a su imagen y semejanza que creemos ser y no sé si somos) es destructor, como bien nos ilustra el viejo testamento, y esa misma destrucción acontece en nuestra propia historia. Sumamos guerras mundiales y locales, cruzadas sangrientas, muertes inocentes, injusticias atroces y todo ello de un modo aparentemente natural, sin apenas razones de peso ni motivos, sin explicaciones ni justificaciones morales. Está claro que un buen diluvio nos vendría la mar de bien; lo necesitamos.
P.-Se trata de dos libros muy distintos, pero en ambos creo que hay algunas dosis de violencia habida y por haber. ¿A qué se debe esta virulencia?
R.-Es cierto, somos seres violentos. ¿Quién no rompería, de vez en cuando, el espejo del mundo o se ahogaría en él como el buen Narciso, un prototipo de persona y personaje muy común, por desgracia, en los tiempos actuales? No obstante, cuando se ponga a llover de veras lo mejor es que, la lluvia, en vez de arrasar vidas humanas, viviendas y campos de cultivo, arrase con la mentira, la vulgaridad y el ruido de las redes sociales y con las demás perversiones derivadas de considerar la información como equivalente del conocimiento. No son lo mismo, en absoluto… La información se puede comprar, el conocimiento, no.
P.-Hablando de Oficio de escritor, ¿se deja en algún momento de escribir aun cuando no se escribe?
R.-No, nunca. Estoy atrapado en ese silogismo.
P-Desde Tales de Mileto hasta Heráclito. ¿Qué significa el agua para usted en este poemario?
R.-Higiene necesaria. Vida, muerte y resurrección. Creación, destrucción, purificación, adaptabilidad. Somos tanta cantidad de agua que lo que debiera preocuparnos, lo que debiéramos vigilar es lo que no es agua en nosotros.
P.-¿Cómo encaja este libro en su obra completa, es decir, en Biografía del deseo?
R.-Hace un año empecé una colección de plaquettes, diseñadas artesanalmente, por mí mismo, con la intención de que mis poemas vayan viendo la luz al mismo ritmo con que los voy creando sin tener que atender a las insalvables demoras del sistema editorial o las necesidades del mercado. Obviamente estas plaquettes carecerán del apoyo de las instituciones, de la atención de los críticos literarios y de las librerías y ocuparán en el imaginario de mi biblioteca un último estante iniciático, íntimo, personal. A su lado, mis otros libros y, muy en especial, Oficio de escritor vienen a revestir lo que soy con lo que me gustaría ser. O viceversa. No están tan claras las divergencias.
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