No son «gent de pau», son terroristas alentados por la Generalitat de Cataluña
La detención por parte de la Guardia Civil de nueve personas en Cataluña vinculadas con los denominados Comités de Defensa de la República (CDR), acusadas de preparar acciones violentas, incluyendo el uso de explosivos contra edificios del Estado, demuestra que el «brazo civil» del independentismo hace ya tiempo que había diseñado una estrategia terrorista para alcanzar sus objetivos secesionistas.
La operación ordenada por la Audiencia Nacional se ha llevado a cabo tras más de un año de investigación policial y ante la evidencia de que los detenidos planeaban actos terroristas ante el segundo aniversario del referéndum ilegal del 1 de octubre y la sentencia del juicio del ‘procés’ prevista para octubre.
El hecho de que en los registros se encontrara material para la fabricación de Goma 2 –la misma que empleaba ETA– y el plano de al menos un cuartel de la Guardia Civil en Cataluña, según confirman fuentes de la investigación, demuestra la verdadera naturaleza de los CDR.
No son meros agitadores que levantan barricadas incendiarias y practican la violencia callejera, sino que, alentados por el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y el entorno político independentista, su fin último pasaba por subvertir el orden constitucional atentando contra intereses del Estado. Conviene definirlos con propiedad para no distorsionar la realidad: no son radicales, porque, a tenor de lo manifestado por la Fiscalía, su intención era desatar el terror en niveles de alta intensidad.
El grado de impunidad con el que se mueven los CDR no habría sido posible sin la complacencia del poder político que ostenta el independentismo y sin la tibieza de la Policía autonómica, sujeta a las directrices políticas de los separatistas. Por decirlo de una manera muy clara, Torra no es que haya tolerado la estrategia de los Comités de Defensa de la República (CDR), sino que los ha alentado y potenciado.
Si alguien tenía alguna duda, tras las detenciones de ayer solo los cándidos o los mal intencionados seguirán creyendo que estamos ante un grupo de jóvenes rebeldes con pasamontañas dispuestos a incendiar la calle de tanto en tanto. Lo que preparaban eran atentados. Y la Generalitat los ha dejado actuar. No son «gent de pau». Son terroristas.
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