Cambio climático

El glaciar de Monte Perdido acelera su fusión y podría desaparecer en los próximos 50 años

Científicos españoles publican una investigación en la que señalan al cambio climático como uno de los factores de su desaparición

Glaciar de Monte Perdido
Los investigadores afirman que el glaciar de Monte Perdido está derritiéndose y cambiando su estructura a causa del cambio climático
Antonio Quilis Sanz
  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

El glaciar de Monte Perdido representa el cuarto glaciar más extenso de los Pirineos tras los del Aneto, Maladeta y Ossoue. Representa un pequeño glaciar de montaña suspendido sobre una gran pendiente entre los 2.700 y los 3.250 metros de altitud de su cara norte ubicado en el Parque nacional de Ordesa y Monte Perdido en el macizo pirenaico aragonés.

El glaciar de Monte Perdido no es sólo uno de los glaciares más meridionales de Europa, también representa un importante hito ecológico y cultural enclavado en el Parque Nacional de Ordesa, en los Pirineos centrales.

Y, precisamente, en él se han fijado seis científicos españoles que han publicado una investigación en la revista científica Annals of Glaciology con unas conclusiones nada alentadoras.

Impurezas en el glaciar

La investigación se ha fijado en las impurezas presentes en el hielo del glaciar de Monte Perdido y concluye que «se espera que este glaciar desaparezca en los próximos 50 años» y que, las partículas presentes en el hielo «están remodelando su microestructura, modificando su dinámica y acelerando potencialmente su degradación».

El estudio, «pionero en analizar exhaustivamente la interacción de distintos elementos dentro del hielo de los glaciares de montaña, ofrece perspectivas cruciales sobre su comportamiento ante el cambio climático», según comunican desde el BC3 Basque Centre for Climate Change, al que pertenece el investigador Nicolás González-Santacruz, científico que ha dirigido la investigación.

Según la investigación, «los modelos de predicción dibujan un panorama preocupante, indicando que el glaciar podría desaparecer en los próximos cincuenta años si se mantienen las tendencias climáticas actuales».

Pérdida de superficie del glaciar Monte Perdido

Aunque el glaciar de Monte Perdido, con una fecha fijada en los 2.000 años de existencia, ha ido perdiendo masa desde hace dos siglos, ahora se informa que ha experimentado un importante declive.

«Este glaciar está sufriendo una pérdida de masa acelerada, especialmente en las últimas décadas», destacan en el trabajo de investigación y, según otros estudios ha sufrido una disminución de su superficie del 12,9% entre 2011 y 2020, un hecho que se atribuye principalmente al cambio climático antropogénico.

El cambio climático antropogénico es la alteración que experimentan los diversos climas terrestres por el sobrecalentamiento causado al acumularse en la atmósfera ciertos gases emitidos cuando quemamos combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas).

Esta alteración que experimentan los diversos climas terrestres se deben por el sobrecalentamiento causado al acumularse en la atmósfera ciertos gases emitidos cuando quemamos combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas).

Glaciar de Monte Perdido Pirineos
Los cambios microestructurales observados podrían acelerar el flujo del glaciar hacia zonas más cálidas y bajas, lo que provocaría un deshielo más rápido

Impurezas datadas en 2017

En el estudio se refleja que el equipo de investigadores ha realizado un análisis microestructural en profundidad de un núcleo de hielo de 2017 del glaciar de Monte Perdido, «que estaba marcado por una notable capa de impurezas de color marrón rojizo».

La investigación revela que estas impurezas modifican significativamente la estructura interna del hielo en el que se percibió «una relación directa entre el aumento de la presencia de partículas y la aparición de granos de hielo más pequeños y más irregulares -menos redondeados- que, según muchos estudios anteriores realizados en hielo polar, probablemente facilitan el movimiento interno del glaciar» explica González-Santacruz.

Deshielo más rápido

Este descubrimiento plantea preocupaciones críticas sobre el futuro del glaciar de Monte Perdido ya que los investigadores suponen que los cambios microestructurales observados podrían acelerar el flujo del glaciar hacia zonas más cálidas y bajas, lo que provocaría un deshielo más rápido.

«Estos resultados pueden darnos pistas sobre lo que está ocurriendo en glaciares de características similares en todo el mundo; es decir, pequeños glaciares cercanos a grandes núcleos de población», añade González-Santacruz.

Polvo del Sáhara

Los resultados sugieren que las partículas presentes en el núcleo de hielo del glaciar Monte Perdido proceden probablemente de episodios de deposición de polvo del desierto del Sáhara, que debido al cambio climático serán más frecuentes en un futuro próximo en los Pirineos.

Además, las fuentes de tales impurezas pueden ser diversas ya que pueden incluir cenizas volcánicas o emisiones procedentes de actividades humanas, siendo estas últimas especialmente significativas para los glaciares de montaña situados cerca de asentamientos humanos.

Con el tiempo, las partículas han sido cubiertas y enterradas gradualmente por sucesivas nevadas. A medida que la nieve se transforma en hielo, atrapa algunas de estas partículas, integrándolas de forma permanente en la estructura del hielo.

Fuente de agua dulce

Los datos que se puedan recoger de los estudios de los glaciares es fundamental ya que «su proximidad a regiones densamente pobladas los hace inestimables para proporcionar un registro detallado de las actividades humanas, lo que aumenta su importancia en el contexto del cambio climático y procesos asociados como el calentamiento global», explican desde BC3.

Como fuentes esenciales de agua dulce, el declive de estos glaciares puede conducir a la escasez de agua, afectando significativamente a la agricultura, la vida silvestre y las comunidades humanas, particularmente en regiones dependientes del agua de deshielo de los glaciares.