Las aves que dan de comer plástico a sus crías serán investigadas por el CSIC
Toman como referencia un ave marina para conocer el impacto de la contaminación del plástico en Canarias y las Azores
Un estudio del MNCN-CSIC y la Universidad de Azores indica el umbral a partir del que tomar medidas para controlar y mitigar la presencia de plásticos en el medio marino
Las aves marinas son muy vulnerables a la contaminación de plásticos, sobre todo a los que flotan en el agua, una evidencia que ya se ha constatado en los estómagos de estas especies Procellariiformes.
Este tipo de aves, que se alimentan en el mar abierto, van a ser tomadas como bioindicadores para monitorizar la ingestión de plástico, en concreto se fijarán en la pardela cenicienta atlántica, (Calonectris borealis), una especie clave por ser un abundante predador marino.
El potencial del uso de organismos como bioindicadores de basura marina ha sido un área de interés general en múltiples programas científicos y de seguimiento en todo el mundo. Por este motivo, un grupo de investigadores proponen seleccionarla como un bioindicador para monitorizar los plásticos flotantes del Atlántico Norte.
Comen plástico
Este paso se dará tras una investigación, desarrollada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), centro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Azores (Portugal) y otros centros de investigación, que constató que más del 90% de los juveniles de esta especie en los archipiélagos de Canarias y Azores ya contienen partículas de plástico en sus estómagos cuando abandonan el nido.
Este preocupante dato, «uno de los más elevados en comparación con otras especies de pardela, demuestra que los plásticos llegan a las crías a través de la alimentación de los padres, antes de abandonar el nido», destacan desde el CSIC.
El estudio, publicado en la revista Environment International, propone a la pardela cenicienta para determinar la cantidad de fragmentos de plástico que flotan en las áreas marinas donde se alimentan y resalta que este estudio «investigó la ingestión de plástico en polluelos y adultos fallecidos de pardela cenicienta recolectados durante ocho años (2015 a 2022) en dos archipiélagos del Atlántico: las Azores y las Canarias».
Plásticos flotantes en Canarias
Con estos años de investigación también se ha determinado que el problema de los plásticos flotantes es más grave en las Canarias, territorio en el que las pardelas ingieren una mayor cantidad de plástico en comparación con las Azores.
«Estos resultados sugieren una mayor contaminación en las zonas de alimentación del noroeste de África junto a Canarias y destacan la pesca como una fuente potencial de basura marina en esa región», se concluye en el estudio.
En el artículo La pardela cenicienta como bioindicador clave para el seguimiento de los plásticos flotantes, se explica que, para llegar a estas conclusiones, el equipo realizó más de 1.200 necropsias de pardelas juveniles cuya muerte se debió a accidentes relacionados con su atracción por la luz, la contaminación lumínica, otro de los problemas a los que se enfrentan distintas especies.
Contaminación lumínica
Y es que dos problemas de contaminación, la plástica y la lumínica, unen desgraciadamente a estas aves marinas en la investigación. Desde el CSIC aclaran que para la recogida de datos no se han utilizado prácticas invasivas para recoger los datos. «Lamentablemente, los juveniles de la especie se deslumbran a causa de la contaminación lumínica de las zonas urbanas las primeras veces que intentan salir del nido», exponen los autores del estudio.
Este impacto visual hace que se desorienten y acaben cayendo y, pese a los esfuerzos para rescatarlas durante las campañas como SOS Pardelas, alrededor del 5% de las aves muere. Las aves que han fallecido por este deslumbramiento, han sido los individuos que se han utilizado en este estudio.
«Los juveniles víctimas de la contaminación lumínica ofrecen una muestra no invasiva y de fácil acceso, lo que los hace científicamente útiles, a largo plazo, para los programas de seguimiento de basuras marinas en el marco de las políticas europeas, concretamente la Directiva Marco sobre la Estrategia Marina», explica Christopher Pham, del Instituto Okeanos, que ha participado en la investigación.
El límite está en el 20%
Volviendo a los plásticos en aves marinas y su papel como bioindicador, Yasmina Rodríguez, investigadora del instituto Okeanos de la Universidad de Azores, explica que «analizamos la ingestión de plástico y definimos parámetros como el número de partículas o su masa total en el estómago, esenciales para determinar este bioindicador».
Dado que la producción y el uso de plásticos sigue creciendo exponencialmente, es imprescindible mantener la vigilancia y aplicar medidas sólidas para mitigar este desastre medioambiental.
Airam Rodríguez, investigador del MNCN, aclara que «en este trabajo hemos marcado el valor umbral cuando más del 20% de las aves que se analicen contengan más de cuatro partículas plásticas».
Acción política
Con estos datos científicos se pone encima de la mesa las consecuencias de esta presencia de plásticos en las aves marinas, ya que «superar esa proporción hace necesario tomar medidas concretas para eliminar el contaminante en el medio marino por parte de las autoridades responsables», explica Rodríguez.
«Determinar este valor proporcionará información fiable para apoyar la acción política regional, nacional e internacional en zonas del Atlántico norte en las que hasta ahora carecíamos de una especie que indicará eficazmente el estado de la contaminación por partículas de plástico», continúa el investigador del MNCN.
Observatorios ambientales
El seguimiento a largo plazo de los juveniles de pardela en las Azores y Canarias convertirá a estos archipiélagos en verdaderos observatorios medioambientales desde los que se obtendrá información precisa sobre la dinámica espacio-temporal de este contaminante en estas regiones oceánicas.
«La designación formal de aves marinas como bioindicadoras facilitará la identificación de otras especies que ayuden a determinar la presencia y abundancia de plásticos en todo el mundo, lo que permitirá realizar comparaciones y evaluaciones globales de este contaminante», destacan desde el MNCN.