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Si cambias las marchas cuando el coche te lo pide, lo estás haciendo mal: lo dice un experto

Marchas del coche

Conducir un coche implica dominar distintas habilidades, y una de las más importantes, aunque muchas veces subestimada, es saber cuándo cambiar de marcha. Muchos conductores con vehículos de transmisión manual no saben si deben seguir al pie de la letra el indicador que avisa sobre cuándo subir o bajar de marcha. Sin embargo, la respuesta no es sencilla, ya que este indicador, aunque útil, no siempre refleja las condiciones reales de conducción.

Saber cuándo cambiar de marcha no sólo mejora la eficiencia del motor, sino que protege la caja de cambios y otros componentes del vehículo. Teniendo esto en cuenta, es fundamental evitar cambios bruscos y no sobrepasar las revoluciones máximas durante mucho tiempo. También es recomendable el uso del freno motor; al bajar de marcha en pendientes, el motor puede ayudar a frenar, evitando un uso excesivo de los frenos. Finalmente, los conductores deben recordar que cada coche tiene sus particularidades respecto a la respuesta del motor y la caja de cambios.

¿Cuándo hay que cambiar de marcha?

Los coche incluyen un pequeño indicador luminoso que aconseja cuándo cambiar de marcha para optimizar el consumo de combustible y minimizar las emisiones en condiciones de laboratorio. Las pruebas que realizan los fabricantes controlan parámetros muy específicos: la temperatura del motor, la carga exacta, el tipo de carretera, la velocidad constante y la ausencia de interferencias externas como pendientes pronunciadas.

Sin embargo, seguir al pie de la letra el indicador puede ser contraproducente. Por ejemplo, en muchos turismos, el aviso para cambiar de marcha aparece alrededor de 1.500 a 1.800 rpm, pero en la práctica esto puede provocar que el motor vaya «ahogado». El conductor puede notar vibraciones o sacudidas, lo que aumenta el desgaste de componentes como cojinetes, soportes de motor, válvulas y pistones. Además, una combustión incompleta puede generar residuos en el sistema de escape, el filtro de partículas y la válvula EGR, reduciendo la vida útil del motor.

En la mayoría de los coches de gasolina, el punto óptimo para cambiar de marcha se sitúa alrededor de 2.500 rpm, aunque  puede variar según el modelo y la cilindrada del motor. Cuando se conduce más despacio, también es importante adaptar el cambio a la respuesta del motor. Los motores de gasolina responden rápido a los cambios de régimen y aceleraciones. Por ello, al reducir velocidad, lo recomendable es bajar de marcha alrededor de 1.500 rpm.

Los motores diésel tienen características diferentes; estos motores pueden funcionar de manera eficiente entre 1.500 y 2.000 rpm. Al reducir velocidad, se puede esperar hasta 1.300 rpm antes de bajar marcha, aprovechando la retención que proporciona el motor. Algunos también cuentan con sistemas de inyección de alta presión y turboalimentación, lo que los hace más eficientes a medio régimen.

La regla de los 20 km/h: una guía práctica

Una técnica sencilla y aplicable a todo tipo de vehículos es usar la velocidad como referencia para cambiar de marcha. Aunque depende de la relación de la caja de cambios y del modelo del coche, una regla aproximada consiste en subir marcha cada 20 km/h. Así, por ejemplo:

  • La primera marcha sirve para acelerar hasta 20 km/h.
  • La segunda marcha hasta 40 km/h.
  • La tercera hasta 60 km/h.
  • La cuarta hasta 80 km/h.

Situaciones especiales de conducción

En carreteras de montaña, con tráfico intenso o condiciones climáticas adversas, el cambio de marchas debe adaptarse a la situación, más que a lo que indique el coche:

  • Pendientes pronunciadas: mantener una marcha inferior más tiempo para aprovechar el freno motor.
  • Atascos o ciudad: cambios más cortos y suaves, priorizando la fluidez y la seguridad.
  • Autopista: cambios largos para mantener régimen bajo y consumo eficiente.

Conducción eficiente

«Para una conducción eficiente es fundamental planificar bien la ruta antes de salir, ya sea con ayuda de un GPS o informándose de posibles atascos en vías urbanas e interurbanas. Esto permite recorrer menos kilómetros y optimizar el consumo de combustible. Además, apagar el motor en paradas prolongadas y evitar acelerones innecesarios antes de detenerse contribuye a reducir el gasto energético del vehículo. Mantener una buena anticipación y una distancia de seguridad adecuada también es clave, ya que permite reaccionar a tiempo ante imprevistos y adoptar medidas que eviten frenadas bruscas o maniobras repentinas.

Durante la circulación, es recomendable mantener el vehículo en marchas largas y a bajas revoluciones siempre que sea posible, ya que esto minimiza el consumo de combustible. Buscar la fluidez en la conducción evitando frenadas abruptas es otra estrategia importante: al detectar un obstáculo o una reducción de velocidad, levantar el pie del acelerador y frenar con el motor permite que el vehículo se desplace por inercia, reduciendo el uso de frenos y aceleraciones posteriores. Mantener siempre una distancia de seguridad suficiente evita maniobras bruscas y contribuye a un manejo más eficiente y seguro. En conjunto, estos hábitos ayudan a optimizar el rendimiento del coche, prolongar la vida útil del motor y disminuir tanto el consumo como la emisión de contaminantes», detalla la DGT.

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