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Adiós a renovar el carnet de conducir: la lista de las enfermedades vetadas por la DGT

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En España, cada vez se pone más el foco en la seguridad vial, y uno de los colectivos que recibe especial atención es el de los conductores mayores de 65 años. Aunque cumplir años no implica automáticamente la pérdida del carnet de conducir, sí se establecen controles más estrictos a partir de esa edad. La Dirección General de Tráfico (DGT) ha reforzado su política de vigilancia sobre ciertos aspectos médicos que afectan directamente a la conducción con el objetivo de prevenir riesgos en las carreteras.

Conducir un vehículo implica estar alerta, tener reflejos rápidos y tomar decisiones acertadas en cuestión de segundos. La ingesta de ciertos fármacos puede interferir de forma significativa con estas habilidades, motivo por el cual la DGT ha comenzado a revisar con más detenimiento los tratamientos médicos de los conductores mayores. En algunos casos, estos pueden provocar desde somnolencia hasta alteraciones cognitivas o pérdida de conciencia, situaciones absolutamente incompatibles con una conducción segura.

Enfermedades que pueden impedir la renovación del carnet

La DGT presta especial atención a determinadas enfermedades que, si no están adecuadamente tratadas o controladas, pueden representar un riesgo al volante. El objetivo es claro: garantizar que los conductores lo hagan en condiciones óptimas de salud, protegiendo tanto su seguridad como la del resto de usuarios de la vía.

Una de las categorías médicas más vigiladas es la de los trastornos neurológicos. En este grupo se incluyen enfermedades como la epilepsia, el Parkinson, la esclerosis múltiple o cualquier otra condición que pueda causar pérdida de conciencia o alteraciones en el control motor. Estas afecciones requieren evaluaciones periódicas, y la renovación del carnet solo se autoriza si el paciente demuestra estar estabilizado.

También se hace hincapié a las enfermedades mentales o psiquiátricas. Personas con demencia, esquizofrenia o trastorno bipolar deben presentar un informe clínico reciente que certifique su capacidad mental para conducir de forma segura. En ausencia de dicho documento, la renovación puede ser denegada.

En cuanto a las afecciones cardiovasculares, aquellas personas que hayan sufrido infartos, arritmias no controladas o presenten insuficiencia cardíaca grave deben pasar un riguroso control médico. Un fallo cardíaco mientras se conduce puede tener consecuencias devastadoras, por lo que este tipo de enfermedades se vigilan con lupa.

Por otro lado, los problemas respiratorios, como la apnea del sueño, también están en el punto de mira. Esta afección, cuando no se trata correctamente, puede causar somnolencia diurna y episodios de microsueños al volante. Sólo aquellos pacientes que demuestren estar bajo tratamiento eficaz podrán renovar su permiso.

Finalmente, los casos de diabetes insulinodependiente requieren una atención cuidadosa. Si la persona experimenta episodios frecuentes de hipoglucemia o presenta complicaciones derivadas, como visión reducida o pérdida de sensibilidad, podría no estar en condiciones de conducir con seguridad.

En todos estos casos, presentar informes médicos actualizados es esencial. No se trata de excluir, sino de proteger vidas.

Medicamentos

Además de las enfermedades mencionadas, la DGT también evalúa el consumo de determinados medicamentos que, por sus efectos secundarios, pueden afectar seriamente la capacidad de conducción. Algunos fármacos, como los somníferos, antipsicóticos, ansiolíticos, antidepresivos y analgésicos potentes, tienen la capacidad de provocar somnolencia, disminuir los reflejos y alterar el juicio o la percepción del entorno, lo que representa un riesgo al volante, especialmente en personas mayores.

Este tipo de medicación se evalúa con detalle durante el proceso de renovación del permiso de conducir, y su uso puede llevar a una denegación si no se presenta un informe médico que acredite que el tratamiento no interfiere con la seguridad vial. Los antihistamínicos, que se utilizan para tratar alergias, también pueden inducir somnolencia, sobre todo aquellos de primera generación, lo que incrementa el peligro al conducir.

Por otro lado, los pacientes diabéticos que se administran insulina deben tener especial cuidado, ya que una mala regulación del tratamiento puede derivar en hipoglucemias, ocasionando mareos, visión borrosa o incluso pérdidas de conciencia, situaciones extremadamente peligrosas al conducir.

Asimismo, las personas que sufren apnea del sueño y no siguen un tratamiento adecuado con CPAP también están en riesgo de sufrir episodios de fatiga intensa o microsueños mientras conducen, lo que puede resultar en accidentes graves.

Por todo esto, la DGT recomienda a los conductores con condiciones médicas mantener un seguimiento regular con su médico, informarse sobre los efectos de sus medicamentos, prepararse para las revisiones médicas obligatorias al renovar el carnet y, en caso de que la renovación no sea posible, considerar alternativas de movilidad como el transporte público, vehículos adaptados o bicicletas eléctricas.

En definitiva, los conductores mayores de 65 años deben ser especialmente cuidadosos con su salud y los medicamentos que toman. Ser consciente de los riesgos no debe interpretarse como una amenaza, sino como una oportunidad para mejorar la seguridad personal y colectiva. La carretera es un espacio compartido, y conducir con responsabilidad es una forma de cuidar de uno mismo y de los demás.

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